Por: Maggie Trejo Ayala
Tomas de instalaciones, movilizaciones, desalojos y requerimientos fiscales, ¿qué está pasando en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras? Existe un movimiento estudiantil que se levanta fuertemente y alza su voz contra la exclusión, las imposiciones, la represión y el autoritarismo dentro de la UNAH.
El Movimiento Estudiantil resurge en el marco del Golpe de Estado en 2009, donde los y las estudiantes se auto convocan para protestar en contra de este hecho. En el año 2010, este resurgimiento se materializa con la creación de nuevas organizaciones independientes que pasarían a adquirir un rol protagónico en la lucha por la reivindicación de los derechos estudiantiles, conjuntamente con varias asociaciones de carreras en distintos centros.
La problemática y la lucha dentro de la UNAH tienen su raíz en la falta de democratización de los espacios de toma de decisiones. En los últimos años se han presentado dos propuestas orientadas a retomar estos espacios, la Asamblea Constituyente Estudiantil Universitaria (ACEU) en 2011 y, a inicio del presente año, el Reglamento para Elecciones Estudiantiles que permitiría recuperar el derecho de elegir democráticamente a los y las representantes; ambos esfuerzos fueron obviados por las autoridades, quienes han “seleccionado” sin ningún tipo de socialización a las personas que asumirán la representación estudiantil ante el Consejo Universitario.
Y es en esta instancia donde se aprueban nuevos paquetes de reformas académicas que no son socializados ni discutidos con la comunidad estudiantil, las bases del sector docente y administrativo; queda evidenciada la negativa de las autoridades a permitir que existan representantes legítimos de los y las estudiantes, se pretende llevar a cabo un proceso de Reforma Académica sin incluir al sector mayoritario: la comunidad estudiantil.
Se evidencia, además, un contraste entre las medidas excluyentes que limitan el acceso a la educación pública a nivel universitario, como la Prueba de Aptitud Académica (PAA), pruebas de conocimientos para el área de la salud (PCCNS), cupos limitados y nuevos índices de aprobación y permanencia, con la distribución de los recursos limitados con que cuenta la institución, que se destinan a mejorar el “rostro” de la Universidad pero dejan latentes los problemas de fondo dentro de la misma.
Sumado a estas medidas, se presentan también los casos de represión, como la expulsión de 6 estudiantes de Ciudad Universitaria en diciembre de 2014 y 10 de UNAH-VS en enero del presente año, por las acciones de lucha contra la aprobación de las Normas Académicas, que llevó también a la judicialización del joven Darío Morán, cuyo proceso sigue pendiente. El retorno a las aulas de estos 16 luchadores y luchadoras fue el primero de los grandes logros del Movimiento Estudiantil este 2015. La aprobación de la tabla de unidades valorativas resultó ser la chispa que encendería todo este nuevo proceso de lucha, que elevó la indignación a tal punto que se sumaron nuevos actores, como el caso de Odontología, que inició las acciones en UNAH-VS.
Las autoridades han preferido entregar la tan preciada Autonomía Universitaria, que acceder a escuchar las problemáticas y propuestas de los y las jóvenes. Las autoridades llaman a un “diálogo” en medio de la persecución judicial, presencia de policías y militares dentro de distintos campus y ataques personales hacia miembros específicos del movimiento estudiantil.
La UNAH refleja la situación actual del País, donde pensar diferente es delito; pero vemos un conjunto de jóvenes dispuestos y dispuestas a librar la lucha por una Universidad verdaderamente pública, democrática, incluyente y de calidad.