Por: Agencias
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Moscú. La organización terrorista continúa creando nuevos frentes de guerra y su califato no cesa de expandirse de manera alarmante por todo el mundo. El insurgente levantamiento violento del Estado Islámico se propaga por Oriente Medio sembrando miedo y muerte, y numerosas formaciones armadas le han declarado lealtad al grupo.
«Si bien en los últimos meses la organización ha sufrido importantes reveses en Irak y Siria –como la reconquista de Tikrit por parte del Ejército iraquí y las milicias chiítas, o la pérdida de amplias franjas de territorio sirio a manos del Frente Al Nusra–, la caída de Ramadi este domingo deja claro que el Estado Islámico está aún lejos de la derrota», afirma el columnista Daniel Iriarte en el portal El Confidencial.
La organización terrorista no sólo lucha por mantener y administrar los territorios conquistados que posee en Siria e Irak, sino también por ampliar sus fronteras más allá. Así, el Estado Islámico posee provincias del califato en Nigeria, Argelia, Libia, Egipto, Yemen, Siria, Irak y Jorasán, según Iriarte, «la más ambiciosa». Se trata de «un enorme área que incluye las repúblicas exsoviéticas de Asia Central, Irán, Pakistán, Afganistán, la Cachemira india y la región china de Xinjiang, habitada por musulmanes de la etnia uigur».
«El Estado Islámico está enmarcando su estrategia en tres círculos geográficos: el círculo interior en Irak y Siria, el extranjero cercano en Oriente Medio y África del Norte, y el extranjero lejano en Europa, Asia y EE.UU.», explica Jessica Lewis McFate, analista del Instituto para el Estudio de la Guerra de Washington, quien establece que el marco estratégico del grupo yihadista se centra en tres objetivos: «defenderse dentro de Siria e Irak, expandir las operaciones a escala regional, y perturbar y reclutar en escala global».
Iriarte establece que las áreas fijadas como objetivo y controladas por el EI tienen en común que «a menudo son desérticas y muy difíciles de controlar por las autoridades centrales de los países afectados». «En el caso de Argelia, ha sido suficiente con que los militantes locales decidieran rebautizarse como ‘Yund Al Jilafa’ (‘soldados del califato’) y juraran lealtad a Al Bagdadi, para que el territorio bajo su dominio pasase a ser considerado parte del proyecto del Estado Islámico», cuenta.
El columnista hace hincapié en que la provincia que más preocupa actualmente es la del Jorasán, por su potencial de desestabilización. «A esta rama del Estado Islámico se habrían unido diversas facciones de talibanes afganos y paquistaníes, así como el llamado Movimiento Islámico de Uzbekistán, y yihadistas suníes de la región de Baluchistán, en Irán», establece.
En lo que respecta a Nigeria, en marzo Abu Bakr Shekau, líder de Boko Haram, juró lealtad al grupo yihadista y procedió a autodenominarse Provincia del Estado Islámico en África Occidental (Islamic State’s West Africa Province, Iswap, por su sigla en inglés).
En el caso de Yemen, a finales del mes de abril este grupo terrorista de ideología sunita divulgó un video en el que declaraba su presencia oficial en la guerra de Yemen y amenazaba con «cortar el cuello» a los rebeldes chiítas hutíes. La grabación fue publicada un día después de que una división recientemente anunciada por el EI, la Brigada Verde, se atribuyera la responsabilidad de un ataque mortal contra los rebeldes chiítas. (Russia Today).
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