“Pensalo bien, antes de dar ese paso,
Que talvez mañana acaso, no puedas retroceder”
Luis Alberto López
Por: Pedro Morazán
Primero los hechos. El economista libertario Javier Milei, líder del joven movimiento político que lleva el nombre “La Libertad Avanza” (LLA), ganó el balotaje de 2023 en Argentina, el pasado 19 de noviembre. Como nuevo presidente de Argentina, tomará posesión ya el 10 de diciembre de este año. Milei obtuvo el 55,69 por ciento de los votos a nivel nacional. Su contrincante Sergio Massa, hasta ahora ministro de Economía, obtuvo apenas el 44,30 por ciento, lo que significa que la ventaja ha sido de más de 10 puntos.
La contundencia del triunfo de Milei pesó con fuerza en las provincias donde se concentra la mayoría del padrón: Córdoba obtuvo el 74 por ciento contra el 25 de Massa; Santa Fe fue 63 a 36 por ciento; Mendoza 71 a 28 por ciento. La provincia de Buenos Aires, donde Javier Milei perdió por un margen mínimo ha sido un bastión tradicional del peronismo.
Es importante aclarar que en la primera ronda de las elecciones el pasado 03 de septiembre Milei había obtenido un 30 por ciento de los votos. Esto significa que por lo menos un 25 por ciento de los votos son “prestados” y provienen del ex presidente Mauricio Macri y de la ex peronista Patricia Bullrich. En su discurso dio su agradecimiento “muy especialmente al presidente Macri y a la señora Bullrich, que desinteresadamente, en un acto de grandeza que nunca se ha visto en la historia argentina, pusieron el cuerpo para defender el triunfo”. Evidentemente esto significa que el Milei candidato no podrá ser el mismo que el Milei, presidente. Esto lo sabe él, mejor que nadie.
Algo más que un populista tradicional
No sin motivo racional, las voces de alarma son mus estridentes. Javier Milei reúne todas credenciales para ser definido como un fenómeno populista al estilo Trump en los Estados Unidos o Jair Bolsonaro en el vecino Brasil. Sin embargo, hay que tener cuidado, las apariencias a veces engañan. A pesar de ser populista, al contrario de los personajes aquí mencionados, Milei es un economista que, además, sabe de lo que está hablando cuando expone sus planes. Aunque no parezca. En esta época de la Posverdad, de la cual no parece estar exenta ni la izquierda posmarxista, ni la ultraderecha libertaria, Javier Milei dio muestras de una inusitada sinceridad al ser el primer político que abiertamente se presenta como “libertario”.
¿Qué es el libertarismo?, me preguntaba una muy atribulada amiga hace unos días. Es muy difícil responder a esta pregunta en pocas líneas. Quizás lo más resaltante es que el aspecto central de esta teoría, lo constituye la libertad individual, como derecho natural, que debe ser protegido de la exagerada intervención del Estado. Baste decir que sus raíces se encuentran tanto en los clásicos del liberalismo como Adam Smith, John Locke o David Hume entre otros y en la llamada Escuela de Austriaca, inspirada por el economista liberal Ludwig von Mises y entre las que se cuentan personalidades famosas como Friedrich von Hayeck y Karl Popper. Como filosofía política con nombre propio, el libertarismo surge en los Estados Unidos con Murray Rothbard, un discípulo de von Mises en la Universidad de Nueva York en los 1950. A Milei le encanta citar una famosa frase de Rothbard, escrita en su obra “Hacia una nueva libertad”: “Como organización criminal, con todos sus ingresos y activos derivados del crimen de los impuestos, el estado no puede poseer ninguna propiedad justa”. Es evidente que estamos aquí ante una visión radical para la cual es estado no es promotor, sino obstáculo del bienestar de la sociedad.
Para el libertarismo la propiedad privada es sagrada. Esto se extiende a aspectos tan sensibles como los recursos naturales que, según esta teoría, originalmente no son propiedad de nadie. El libertarismo como filosofía tiene, sin embargo diversas corrientes. La corriente anarcocapitalista, a la que pertenece Milei, sostiene que el Estado debe ser abolido, a diferencia de los libertarios minarquistas que afirman que debe ser reducido a lo más mínimo. Milei será el primer presidente libertario que a lo máximo que podría llegar es a una caricatura del minarquismo. Esto se debe a que tiene una deuda con el 26 por ciento de los ya mencionados Macri y Bullrich y al hecho de que no cuenta con la mayoría en el Congreso.
Hay que resaltar que, si bien es cierto, Milei alimenta su discurso de estas escuelas de pensamiento liberatario, su visión tiene también raíces nacionales muy profundas. Es muy común escuchar en sus discursos citas del gran filósofo y político argentino Juan Bautista Alberdi, considerado por muchos, como uno de los padres fundadores de la constitución argentina. “Hoy volvemos a abrazar las ideas de Alberdi. De nuestros padres fundadores que hicieron que en 35 años pasáramos de ser un país de bárbaros a ser potencia”, dijo en su corto discurso posterior a su victoria, el domingo 19 de noviembre. En resumen, sería un error para la oposición argentina menospreciar intelectualmente a Javier Milei.
La dolarización como espectro
Para nadie es un secreto que, a pesar de la sorpresa que ha causado la elección de un personaje sumamente excéntrico, las causas de su triunfo hay que buscarlas más bien en la cancha de sus rivales. Como escribía María Esperanza Casullo, “ese ancho, amorfo y fragmentado mundo político al que se suele llamar, por falta de una mejor convención, ‘peronismo’”, se encuentra desde ya hace algunos años en una crisis existencial, muy difícil de superar. Esto ha tenido repercusiones en la herencia económica del gobierno saliente. En primer lugar, el estado de la economía argentina, con 140% de inflación, 56,2% de niños pobres y un estancamiento que lleva más de diez años. Como en toda democracia, parece que el electorado identificó al gobernante peronismo, como el responsable de esta situación y votó por un cambio.
¿La dolarización como fórmula mágica?
Una de las propuestas más controvertidas de Milei es la llamada dolarización, es decir, la sustitución del peso argentino por el dólar norteamericano como moneda nacional. Antes de dar ese paso, hay que pensarlo muy bien, pues una vez dolarizada una economía no se puede retroceder, como dice el Tango. Algunos países más pequeños y menos desarrollados que Argentina, como Ecuador y El Salvador dieron ya ese paso. Una de las ventajas, es la capacidad de comerciar en una moneda más fuerte y más reconocida internacionalmente. A menudo tendrá un efecto positivo en el comercio internacional de los países, ya que la moneda exterior que utilizan es más aceptada y puede ser más estable y menos propensa a la volatilidad del mercado. La dolarización puede, además, alentar a más empresas internacionales a establecer filiales localizadas para aprovechar la moneda estable.
La dolarización puede fomentar la inversión extranjera directa (IED). Si los inversionistas individuales o las corporaciones ven que no necesitan incurrir en tarifas cambiarias, ni monitorear las fluctuaciones monetarias, es más probable que inviertan y expandan sus operaciones. Los ingresos que obtienen utilizando la dolarización parcial o total pueden minimizar su riesgo y brindarles un flujo de ingresos en una moneda estable.
La parte de la historia que no cuenta Milei es que la dolarización conlleva el riesgo de una pérdida de autonomía para un país como Argentina. Además de perder los ingresos por señoreaje, el país que pierde su propia moneda, asume el riesgo de permitir que su política monetaria sea controlada por un país extranjero. El éxodo de empresas multinacionales que sólo se instalaron en el país debido a su moneda nacional, se ha visto en otros países que dolarizaron. Sin embargo, el riesgo más grande es el de la falta de competitividad frente a socios comerciales, que se verían obligados a comprar productos argentinos en dólares, lo que por lo general significa precios más altos. Cualquier país que opte por adoptar la dolarización, como piedra angular de su política económica y fiscal debe sopesar cuidadosamente esos riesgos, “pues quizá mañana acaso, no pueda retroceder”.
Sin embargo, especialmente en las economías dolarizadas, la preferencia de la gente por el efectivo (es decir, el deseo de tener efectivo como depósito de valor) es inevitablemente mayor que en países con sus propias monedas. Esto es debido a que, ante la ausencia de un Banco Central, con la atribución de “imprimir” moneda, la economía cae en la lógica de la moneda endógena. Esto significa que no por el hecho de dolarizar, la economía perderá la dinámica monetaria doméstica. Los procesos de intercambio, de oferta y demanda entre los sujetos económicos seguirán teniendo lugar. Se ha demostrado en varios modelos que es más probable que una economía con una fuerte preferencia por el efectivo (una economía dolarizada) caiga en una trampa de deuda. También se ha demostrado que, para evitar un destino tan desagradable, una economía con una fuerte preferencia por el efectivo debería aceptar un “equilibrio” basado en una cada vez más injusta distribución del ingreso. De igual manera la experiencia ha demostrado que, cuando una economía dolarizada alcanza un estado estacionario estable, este se caracteriza por una tasa de crecimiento menor en comparación con la de una economía con moneda propia.
La dolarización que propone Milei es, además, un salto al vacío como se ha afirmado por todas partes. Las reservas de monetarias (dólares) del Banco Central, están en un nivel mínimo. Esto significa que el Banco Central de Argentina no estaría en capacidad de comprar todos los pesos en poder de los argentinos. Para este economista libertario, la causa principal del estancamiento económico, se encuentra en la emisión monetaria. Bajo las actuales condiciones, una dolarización inmediata y a rajatablas, implicaría “terapia de choque” que seguramente iría acompañada de fuertes protestas. Se parte del hecho de que, por lo menos un 56 por ciento de la sociedad votó por eso. Quizá Milei mintió en muchas cosas, como buen populista. Pero en este aspecto el habló muy claro hasta el último momento.
Las “castas” y la historia
Javier Milei es un político novato en un país donde lo que el llama “castas” ejercen un control casi mágico de la política, a través de arreglos, regalías y concesiones. Él llegó al poder gracias al apoyo de por lo menos dos personajes prominentes de dicha “casta”, Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Además de una serie de lideres provinciales de la “casta”, que de igual manera no dan nunca su apoyo de manera gratuita. Milei tendrá que crear redes y hacer uso de las ya existentes para implantar una agenda ultraderechista. Llegó la hora de las preguntas. ¿Podrá el proyecto “anarcocapitalista” o por lo menos la versión “miniarquica” del libertarismo, ser aplicado por primera vez sobre la tierra? ¿Será socialmente aceptable y técnicamente acertado?
Después de la crisis de la deuda de Argentina en el 2000 y el fracaso del llamado “corralito” impulsado por Domingo Carvalho, Argentina cayó en una situación de insolvencia soberana, como resultado de las falsas políticas monetarias. Se produjo una situación social dramática, con enormes protestas y levantamientos. Por esos años hicimos propuestas por un proceso transparente y justo de manejo de la deuda argentina. La gente de la izquierda radical criticaba nuestra propuesta como algo similar a las políticas del Fondo Monetario Internacional, mientras la gente ultraconservadora, lo consideraba una falacia izquierdista. Esperamos que no se cumpla la famosa frase de Marx, parafraseando a Hegel: “La historia ocurre primero como tragedia y después como farsa”, por el bien de los argentinos y argentinas.
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Doctor en Economía e investigador del Instituto SUEDWIND de Bonn, Alemania. especializado en desarrollo y deuda externa, y ha realizado estudios para el EDD en África y América Latina Ver todas las entradas