Por: Redacción CRITERIO
La desigualdad en el mundo crece cada día impulsada por el neoliberalismo, así lo deja ver Juan Manuel Karg en un artículo titulado «Oxfam, Davos y los pronósticos del FMI», publicado en cubadebate.cu.
Las estadísticas desplegadas por la ONG Oxfam en torno a la desigualdad creciente en el mundo no dejan lugar a dudas: estamos ante uno de los momentos de mayor concentración de la riqueza de las últimas décadas, donde justamente el neoliberalismo se expandió a escala global. ¿En qué cifras concretas se expresa esto? ¿Hay alguna contratendencia regional? ¿La desigualdad es mayor para las mujeres? Vayamos por partes.
Ocho hombres –Bill Gates, Warren Buffett, Carlos Slim, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Amancio Ortega, Larry Ellison and Michael Bloomberg– disponen de una fortuna sumada de 426 mil millones de dólares, equivalente a los recursos de 3.600 millones de las personas más pobres del mundo, de acuerdo al más reciente análisis de este organismo.
En el informe también se da cuenta de los 7,6 billones de dólares ocultos en paraísos fiscales, y de la profunda desigualdad de género, que se verifica en un dato puntual: de los 1810 millonarios del mundo, el 89% son hombres.
Como contratendencia, Oxfam cita a América Latina y particularmente a Brasil, durante los períodos de gobierno de Lula, mencionando los aumentos del salario mínimo y las políticas de ampliación de derechos sociales (allí está el ejemplo de las empleadas domésticas, tomado en el informe como paradigmático en cuanto a la inclusión).
Paradójicamente, todo ello está hoy puesto nuevamente en jaque, visto y considerando la ley PEC 55 -prevé el congelamiento de inversión social por los próximos 20 años- que implementará el gobierno de facto de Michel Temer, que arribó a Planalto a través de una maniobra destituyente que fue catalogada como “golpe parlamentario” por diversos analistas y medios de comunicación.
Primera conclusión: mientras América Latina conseguía, durante la última década y media, un pujante cuestionamiento al neoliberalismo, este avanzaba raudamente a escala global, tal como demuestra el informe de Oxfam, aun cuando la unipolaridad norteamericana comenzaba a ser cuestionada. El intento de “restauración conservadora” que actualmente emerge en la región viene a profundizar -y en algunos casos a instaurar- localmente un modelo que es desigual globalmente, pero que en nuestra región había quedado severamente cuestionado tras las profundas crisis económicas y políticas de inicio del siglo XX.
Segunda conclusión: el mundo va camino a un “cuello de botella” cada vez más extendido, que amenaza cualquier tipo de estabilidad política-económica a mediano plazo. “En los próximos 20 años, 500 personas legarán 2,1 billones de dólares a sus herederos, suma que supera el PBI de India (1.300 millones de habitantes)” dice Oxfam, ilustrando en un ejemplo bien concreto los peligros que asoman en el horizonte.
Al momento de conocerse esta información, que llega año tras año en la previa al Foro Económico Mundial de Davos, también se conocen las proyecciones “a la baja” del FMI para toda América Latina de cara a 2017. Estos datos son especialmente significativos para Brasil y Argentina, cuyas nuevas gestiones de gobierno habían sido saludadas por las autoridades del FMI por su orientación abiertamente librecambista.
“La revisión a la baja en América Latina refleja en gran medida una menor expectativa de recuperación a corto plazo en la Argentina y en Brasil, tras las cifras de crecimiento que defraudaron las expectativas en torno al segundo semestre de 2016” cita textualmente el informe, que entierra las previsiones anteriores (en octubre de 2016, Argentina aparecía con una previsión de crecimiento de 2.7% para 2017).
Tercera conclusión: el mundo del Foro de Davos y el FMI es a todas luces distante de las necesidades diarias de miles de millones de personas, que son precisamente las que tienen que “sacrificarse” en vías a un futuro que, desde los discursos de la ortodoxia liberal, siempre es prometedor, pero al que jamás se llega por la vía del “derrame”.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas