Desde 1876 Honduras celebra desfiles patrios ausentes de independencia

Por: Doris Sánchez

A pesar de proclamar independencia, Honduras sigue enfrentando profundas dependencias de organismos financieros internacionales, la influencia de potencias extranjeras y el dominio de élites económicas internas, esta realidad limita la verdadera soberanía del país, haciendo que la rigidez y marcialidad de los desfiles sean una metáfora de una independencia más simbólica que real.

Tegucigalpa, Honduras. – Cada 15 de septiembre, las calles de Honduras se llenan de color, música, orden y emoción, estudiantes de todos los niveles desde primaria hasta educación media, se preparan con meses de anticipación para marchar frente a una nación que celebra su independencia.

Los jardines de niños desfilan el 13 de septiembre y las escuelas lo hacen el 14 de septiembre para dejar el gran desfile del 15 a los centros de segunda enseñanza y a las instituciones de gubernamentales y privadas.

Esta tradición no es reciente ni actual, su origen se remonta a la Reforma Liberal de 1876, bajo los gobiernos de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, quienes impulsaron la construcción del civismo desde la educación pública como base del nuevo proyecto de país.

Según el historiador Marvin Lemus “la declaratoria oficial de las fiestas patrias ocurrió mucho antes, en 1825, bajo el liderazgo de Dionisio de Herrera” y fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando se le dio forma real a los desfiles patrios, la intención era clara: que cada institución educativa marchara no solo con orden, sino con propósito y fue entonces cuando surgieron las primeras rutas organizadas para los desfiles, lo que dio paso a un evento que se integraría profundamente a la cultura nacional.

Entre 1940 y 1948 en el mandato de Tiburcio Carias Andino los desfiles alcanzaron mayor notoriedad y, en gran parte del siglo XX la ruta oficial de los desfiles comenzaba en Comayagüela y culminaba en el Parque Central de Tegucigalpa, era un recorrido largo, pero simbólico.

Desde 1948, los desfiles en Tegucigalpa terminan en el Estadio Nacional Tiburcio Carías Andino y ahora de nombre Chelato Uclés actualmente, la ruta inicia en el bulevar Suyapa y finaliza en el estadio, manteniendo siempre la emoción y el orgullo de los estudiantes al desfilar como un acto de amor a la patria.

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En la celebración participaban instituciones educativas emblemáticas como el Instituto Central de Varones, la Escuela Normal Pedro Nufio, el Instituto de Varones San Miguel, el Instituto Sagrado Corazón y la Escuela Álvaro Contreras, entre otras, estas escuelas representaban el liderazgo académico y cívico de la época, y sus estudiantes desfilaban con orgullo frente a miles de personas.

Además, era común la participación de autoridades del gobierno, incluyendo ministros, secretarios de Estado y representantes del poder militar, en la época del general Tiburcio Carías Andino, el desfile tenía un carácter obligatorio tanto para las instituciones como para los ciudadanos, asistir no era solo un acto cívico, sino también un gesto de alineación política.

El dictador Tiburcio Carías Andino camina flanqueado por militares y funcionarios de su gobierno defacto

EL EJÉRCITO: GUARDIANES DEL ORDEN Y SÍMBOLOS DE PODER

Desde mediados del siglo XX, el Ejército hondureño ha tenido un rol determinante en los desfiles patrios, no solo asume tareas logísticas y de seguridad, sino que también protagoniza una de las presentaciones más esperadas por el público.

Los militares marchan en los desfiles patrios con una exhibición que incluye pelotones armados, vehículos blindados, bandas marciales propias y helicópteros sobrevolando el Estadio Nacional, esta demostración de fuerza es vista por muchos como una muestra de control territorial, mientras para otros representa protección y presencia institucional.

Además, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Fuerza Naval, realizan demostraciones de destreza militar, como maniobras tácticas y exhibiciones de armas y equipos, que reflejan su preparación y compromiso con la defensa del país, su presencia en el desfile simboliza la protección de la soberanía y la unidad de la nación en la conmemoración de la independencia.

Esta presencia no es casual, se trata de una puesta en escena del poder,en la que el Ejército reafirma su papel como garante del orden y protector de la soberanía nacional, para muchos ciudadanos, esta demostración representa seguridad y orgullo patrio, sin embargo, para otros sectores críticos, simboliza una manifestación de fuerza y control territorial, que refleja la histórica influencia militar en el país.

A pesar del paso del tiempo y los cambios políticos en el país, los desfiles patrios en Honduras continúan reflejando la influencia del régimen militar que marcó la formación de las bandas escolares, la tradición marcial, instaurada en décadas pasadas cuando el Ejército hondureño asumió un rol protagónico en la organización y entrenamiento de los estudiantes, sigue presente en la precisión de los movimientos, el uso de uniformes inspirados en la milicia y la rigurosidad de los ensayos.

Esta tradición instaurada cuando el Ejército hondureño asumía la organización de los actos escolares permanece intacta, proyectando una imagen de patriotismo que contradictoriamente, se basa en modelos de subordinación más que en la libertad.

¿UNA INDEPENDENCIA REAL?  

A pesar de celebrar 204 años de independencia, Honduras sigue enfrentando profundas dependencias económicas, políticas y estructurales,la presencia de organismos financieros internacionales, la influencia de potencias extranjeras y el poder de las élites económicas locales limitan la soberanía nacional.

En este contexto, la rígida marcialidad de los desfiles puede interpretarse como una metáfora del país que conmemora su independencia dentro de una estructura simbólica y muchas veces política que recuerda más a la obediencia que a la libertad.

Honduras continúa replicando en sus actos cívicos símbolos y prácticas heredadas de épocas autoritarias, los desfiles patrios, que cada 15 de septiembre llenan las calles de marcialidad y orden, siguen reflejando la influencia del régimen militar que moldeó la formación de las bandas escolares durante décadas.

Sin embargo, esta marcialidad no es solo una herencia simbólica del pasado, sino también un reflejo de la realidad actual del país, aunque se proclama independiente desde 1821, Honduras en 2025 sigue siendo una nación marcada por la dependencia: de organismos financieros internacionales, de agendas extranjeras, y de élites económicas internas que controlan los principales sectores del poder.

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LIBRE EN LOS DESFILES PATRIOS

Desde el otro extremo el partido Libertad y Refundación (LIBRE) ha emergido en los últimos años como un actor que desafía la visión tradicional de los desfiles patrios, fundado en 2012 tras el golpe de Estado de 2009, LIBRE se define como un movimiento de izquierda progresista, orientado hacia la refundación del Estado hondureño y la transformación estructural de la sociedad.

Desde que se fundó el partido LIBRE en 2012 desfilaban de manera paralela empezando en el bulevar Morazán y terminando en el Parque Central de Tegucigalpa con mantas y pancartas con mensajes políticos y con discursos de líderes del partido desde sus escenarios.

Pero con la llegada de LIBRE al poder en 2022, encabezado por la presidente Xiomara Castro, la participación de grupos afines al partido en los desfiles patrios se ha intensificado, a través de marchas paralelas o eventos alternativos, liderados principalmente por organizaciones sociales, movimientos estudiantiles y colectivos políticos vinculados a LIBRE ganando protagonismo y haciendo sus presentaciones en el Estadio Nacional a pesar de que muchos ciudadanos estén en contra.

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La participación de la comunidad LGTBIQ+ es permitida en los desfiles a pesar de las posiciones en contra de personas e instituciones homofóbicas que ven mal que los gais y transexuales desfiles exhibiendo su cuerpos o sacando palillonas y porristas.

La marcha de LIBRE se diferencia del desfile oficial por su carácter popular y no protocolario, incluye consignas políticas, expresiones culturales y demandas sociales, los manifestantes exigen justicia económica, defensa del medio ambiente y rechazan la injerencia extranjera, especialmente de EE. UU ganando cada vez más fuerza en ciudades como Tegucigalpa, San Pedro Sula y La Ceiba.

Pero este nuevo protagonismo de LIBRE no ha sido bien recibido por todos los sectores de la sociedad, muchos ciudadanos expresan su inconformidad y molestia, ya que consideran que el 15 de septiembre es una fecha para la unidad nacional, no para la división política, para ellos, los desfiles patrios deben ser una celebración cívica, con la participación de escuelas, bandas estudiantiles y fuerzas armadas, no un escenario para consignas partidarias, mientras LIBRE argumenta que su marcha es una forma legítima de expresión popular.

En resumen, a pesar de proclamar independencia, Honduras sigue enfrentando profundas dependencias de organismos financieros internacionales, la influencia de potencias extranjeras y el dominio de élites económicas internas, esta realidad limita la verdadera soberanía del país, haciendo que la rigidez y marcialidad de los desfiles sean una metáfora de una independencia más simbólica que real.

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