Por: Doris Sánchez
Tegucigalpa Honduras—. La historia de la moneda hondureña es una crónica de improvisaciones, degradaciones y ajustes forzados que reflejan más las crisis económicas del país que su desarrollo. Desde el trueque precolombino hasta los sistemas digitales explorados por el Banco Central de Honduras (BCH) en años recientes, el trayecto ha sido menos una evolución planificada que una serie de respuestas tardías a problemas estructurales.
Desde la época prehispánica, en Honduras se usaba el trueque para intercambiar productos, como cacao, plumas y jade, durante la colonia española no existía moneda propia y se usaban monedas extranjeras como el real español y el peso de plata principalmente de España, México y Guatemala. Fue hasta después de la independencia que se acuñó el real hondureño, una moneda que al inicio tenía buen valor, pero con el tiempo se fue deteriorando al fabricarse con materiales de baja calidad, esto generó desconfianza en la población, ya que las monedas valían cada vez menos y dejaron de cumplir su función de forma efectiva.
Fue en 1832 cuando Honduras comenzó a acuñar su primera moneda propia: el real hondureño, que con el tiempo perdió valor y fue reemplazado en 1862 por el peso hondureño, a razón de 8 reales por peso, no fue hasta 1926, bajo el gobierno de Miguel Paz Barahona, que Honduras adoptó el lempira como moneda oficial, con una paridad inicial de 2 lempiras por 1 dólar. Nombrado en honor al cacique indígena, el lempira ha enfrentado su propia guerra silenciosa: devaluación progresiva, pérdida de poder adquisitivo, y una economía dolarizada de facto en varios sectores.

La creación del (BCH) en 1950, durante el gobierno de Juan Manuel Gálvez, marcó un intento serio de centralizar y ordenar la política monetaria. Sin embargo, el impacto del huracán Mitch en 1998 y la liberalización del mercado cambiario en los años 90 expusieron la vulnerabilidad de la moneda frente al dólar, hoy, el lempira sigue siendo la moneda oficial, pero su historia evidencia una constante: la falta de una política monetaria estable y sostenida que responda más allá de las emergencias.
Desde que Honduras adoptó el lempira como moneda oficial en 1926, comenzaron a circular monedas fraccionarias llamadas centavos, empezando por las de 1 centavo, seguidas por las de 2, 3, 5, 10, 20 y 50 centavos, siendo esta última la de mayor valor en su época. Estas monedas ayudaban a facilitar las compras pequeñas y el comercio cotidiano, con el tiempo, y debido a los cambios en la economía, también se fueron introduciendo billetes de mayor denominación.
Historia del Lempira de Plata

Origen y contexto histórico: La emisión del Lempira de plata inició en 1931, durante la presidencia de Vicente Mejía Colindres (1929-1933), en el marco de una reforma monetaria impulsada por la Gran Depresión. Este cambio —que sustituyó el peso hondureño por el Lempira— buscaba estabilizar la economía, aunque Honduras seguía dependiendo de la exportación bananera controlada por empresas extranjeras, como la United Fruit Company. La moneda, acuñada en la Casa de Moneda de Filadelfia (EE.UU.), incorporó la efigie estilizada del cacique Lempira, líder indígena lenca que resistió a los españoles en el siglo XVI. Si bien su imagen fue idealizada como símbolo de unidad y orgullo nacional en el siglo XX (sin basarse en retratos reales), su uso en la moneda reflejó un esfuerzo por construir una identidad patriótica postcolonial, en un contexto de fragilidad económica y búsqueda de soberanía simbólica. Las series de 1 Lempira se emitieron en años específicos (1931, 1932, 1933, 1934, 1935 y 1937), con composición de 0.900 plata, proyectando una imagen de solidez monetaria pese a las limitaciones estructurales del país.
Motivos del cese de producción en 1937: La acuñación del Lempira de plata cesó en 1937, influenciada por la devaluación global de la plata y políticas como el Silver Purchase Act estadounidense (1934), que encareció el metal y fomentó su fundición. Aunque Honduras introdujo monedas de menor valor en níquel o cuproníquel (ej: 20 y 50 centavos desde 1932), el 1 Lempira de plata no fue reemplazado por una denominación equivalente hasta 1967, cuando se emitieron piezas en cuproníquel. Estas monedas de plata siguieron circulando hasta los años 1960-1970, cuando su valor intrínseco superó el nominal, llevando a su retiro oficial.
El primero fue el billete de 1 lempira, luego vinieron los de 2, 5, 10, 20, 50 y 100 lempiras. Más adelante, por necesidad del mercado y el aumento del costo de vida, aparecieron nuevos billetes de mayor valor y fue el billete de 500 lempiras, luego en el año de 2021 apareció el de 200 lempiras esta evolución refleja cómo ha cambiado el poder adquisitivo con el paso del tiempo y cómo la economía ha obligado a emitir billetes de mayor valor para mantenerse al ritmo de los precios.
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Billete de 1 lempiras el primer billete que sale al mercado fue el de 1 lempira emitido por el Banco Central de Honduras el 9 de junio de 1951, con fecha impresa del 16 de marzo de 1951, un año después de que la institución comenzara a operar en 1950. El diseño fue creado por Arturo López Rodezno, quien incluyó un motivo maya y, como figura principal, al cacique Lempira, en honor al líder indígena que resistió la conquista española y que representa la valentía y la identidad nacional. Su imagen fue elegida como símbolo de soberanía, convirtiéndolo en el rostro del billete más representativo del país.

Billete de 2 lempiras el billete de 2 lempiras fue emitido por primera vez el 4 de enero de 1978, con una impresión de 30 millones de piezas encargadas a la casa inglesa Thomas De La Rue. Fue diseñado para conmemorar el centenario del establecimiento del gobierno del Dr. Marco Aurelio Soto, en el anverso aparece el retrato del expresidente Marco Aurelio Soto (quien gobernó entre 1876-1883) y en el reverso una vista panorámica de la Isla del Tigre, en el Golfo de Fonseca.

Billete de 5 lempiras este fue el primer billete que emitió el Banco Central de Honduras (BCH) al ponerse en marcha, el 1 de julio de 1950. Se imprimieron 100,000 piezas como parte de su inicio operativo Llevaba en el anverso al General Francisco Morazán, figura muy importante en la historia centroamericana; en el reverso la Batalla de la Trinidad, siendo presidente en ese entonces Juan Manuel Gálvez (1949‑1954).

Billete de 10 lempiras el billete de 10 lempiras fue autorizado en la etapa inicial de emisiones del BCH, en 1951. En ese concurso de diseño ganó Arturo López Rodezno, quien ideó el motivo agrícola para esa denominación, el personaje del anverso es José Trinidad Cabañas, héroe nacional hondureño, en 1951, presidente era Juan Manuel Gálvez también, dentro de su primer mandato.

Billete de 20 lempiras se emitió por primera vez también en 1951, con motivo ganadero diseñado por la firma Waterlow y Sons En el anverso aparece el héroe nacional Dionisio de Herrera, primer Jefe de Estado de Honduras siendo presidente Juan Manuel Gálvez en 1951.

Billete de 50 lempiras el billete de 50 lempiras fue emitido por primera vez el 8 de junio de 1956, impreso por Thomas De La Rue. En el anverso llevaba el retrato del Dr. José Trinidad Reyes dedicado a la filosofía, el derecho y la teología, y en el reverso la imagen del primer edificio de la Universidad de Honduras, siendo presidente Julio Lozano Díaz (1954‑1956).

Billete de 100 lempiras se emitió inicialmente en 1951 también, uno de los billetes incluidos al inicio del Banco Central. En el anverso aparece José Cecilio del Valle, considerado prócer centroamericano intelectual, y en el reverso se usó una fotografía de la antigua Casa Presidencial, con vistas al Río Choluteca, siendo presidente en ese año: Juan Manuel Gálvez. (1949-1954)

Billete de 200 lempiras este billete es más reciente: fue aprobado en 2019 por el Banco Central de Honduras BCH como parte de la estructura monetaria y entró en circulación en septiembre de 2021. Fue hecho en conmemoración del bicentenario de la Independencia de Honduras (200 años) y con motivos que incluyen la educación de jóvenes y conservación ambientalistas. En ese momento el presidente de Honduras era Juan Orlando Hernández (en su segundo mandato, 2014‑2022).
Sobre el personaje: este billete no lleva un personaje histórico en términos de héroe individual como otros, más bien, incorpora imágenes simbólicas relacionadas con naturaleza, educación, medio ambiente, y elementos nacionales alusivos al bicentenario.

Billete de 500 lempiras se emitió por primera vez el 29 de diciembre de 1997, impreso por Thomas De La Rue, y se presentó al público en 1998. En el frente aparece el retrato del Dr. Ramón Rosa, intelectual y político hondureño, y en el reverso una vista ambientalista de las minas del Rosario de San Juancito. En 1997 el presidente era Carlos Roberto Reina (1994‑1998).
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LA DEVALUACIÓN DEL LEMPIRA ES CULPA DEL ESTADO, NO DEL MERCADO
Honduras entre 1990 y 2025, la mayor devaluación del lempira ocurrió en la década de los 90, cuando pasó de L 4.00 a L 13.80 por dólar, con una pérdida de valor superior al 240 %. En los años 2000, la devaluación fue más moderada subiendo a L 18.90 en 2010; en 2020 llegó a L 24.00, y entre 2020 y 2025 el cambio se ha mantenido relativamente estable, rondando los L 26.40.
La historia monetaria de Honduras no es una línea de progreso, sino una cronología de omisiones, improvisaciones y falta de voluntad política, desde la instauración del lempira en 1926 hasta la actualidad, los gobiernos de turno han fallado sistemáticamente en establecer una política monetaria coherente y sostenible. En lugar de fortalecer la moneda nacional, han optado por medidas reactivas, parcheando los síntomas sin atender las causas estructurales que empujan al lempira hacia su constante devaluación.

Pese a la creación del Banco Central de Honduras (BCH) en 1950, que representaba una oportunidad para ordenar la política financiera del país, los sucesivos gobiernos han demostrado una incapacidad crónica para blindar la economía frente a la volatilidad externa y al dominio progresivo del dólar en sectores clave. La liberalización del mercado cambiario en los años 90 fue ejecutada sin protecciones reales para la moneda nacional, y desde entonces, el lempira ha quedado a la deriva, sostenido más por la costumbre que por la confianza ciudadana o el respaldo económico.
Los datos hablan por sí solos: entre 1990 y 2025 el Lempira perdió más del 500% de su valor frente al dólar, y ni un solo gobierno en esas tres décadas ha planteado una reforma seria para revertir esa tendencia. Más allá de discursos patrióticos o campañas con imágenes de próceres en los billetes, la realidad es que la moneda hondureña es hoy un símbolo de abandono estatal. Su debilitamiento no es un accidente histórico, es una consecuencia directa de decisiones políticas cortoplacistas, de una visión económica frágil y de una estructura gubernamental que sigue sin asumir su responsabilidad con el futuro financiero del país.
En resumen, la historia del Lempira no refleja progreso, sino la negligencia constante de los gobiernos hondureños que, durante décadas, han evadido su responsabilidad de proteger el valor de la moneda. La falta de políticas económicas sostenibles, el abandono del Banco Central como herramienta de control y la permisividad frente a la dolarización son factores que han llevado al lempira a perder más del 500% de su valor en 35 años, esta devaluación no es inevitable, es el resultado directo del desgobierno.






Un comentario
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