“Lucem et Sensu
Por: Julio Raudales
El mundo ha cambiado y para bien, afortunadamente. El último estertor del imperialismo terminó cuando en 1918, la llamada “Triple Alianza”, conformada por tres imperios de occidente, fue derrotada por la “Triple Entente” encabezada por Inglaterra, Francia y Rusia. La Gran Guerra fue, en efecto, la última confrontación imperial del mundo. ¿O no?
Aunque en teoría esa visión imperialista entró en declive después de la Primera Guerra Mundial, en muchos sentidos quedan aún resquicios culturales -morales- de esa visión anacrónica del mundo.
A pesar que el siglo XXI nos provee oportunidades insospechadas para lograr el desarrollo y bienestar del planeta y sus habitantes mediante las ideas y la tecnología, pareciera que hay aún algunas mentes ambiciosas que no entienden que los tiempos de Julio César, Bonaparte o el Gran Khan ya terminaron.
Todo esto a propósito del afán contumaz por parte del Reino Unido en mantener el dominio y control de un territorio que no le corresponde, ni por geografía, historia, jurisdicción o cultura. Es tiempo entonces de dejar las cosas en claro: Las Malvinas pertenecen a la República Argentina y defender este principio va más allá de una simple negociación política.
Es cuestión de valores, de principios, de entendimiento claro sobre la manera en la que el mundo debe marchar después de este primer cuarto del siglo del conocimiento.
Hace pocos días, el 16 de diciembre, se conmemoró el 60 aniversario de la Resolución 2065 de las Naciones Unidas. En ella, se reconoce la posibilidad del restablecimiento, vía negociación, de los derechos que históricamente corresponden al hermano país sudamericano sobre el territorio de las islas.
Esto fue un gran logro diplomático, no solo para los argentinos, pero también para todos los países que, de alguna u otra forma hemos sido agraviados por potencias extranjeras que persisten aun en mantener una hegemonía territorial a todas luces obsoleta. No dar una apropiada lectura a este hecho es caminar al lado inverso de la historia.
Es, sin duda, un buen momento para pensar y actuar en consecuencia con la realidad que el mundo vive. Es fundamental que la comunidad internacional arrecie en la presión para que los británicos se sienten y negocien en el marco de la Resolución 2065. Es, sobre todo, menester de la comunidad latinoamericana el no dejar sola a la República Argentina en esta lucha.
El asunto va más allá de la disputa territorial entre dos estados que ni siquiera son vecinos. El tema tiene un cariz más bien de apego a los valores que caractericen al mundo contemporáneo. Se trata entonces de dar un paso firme, quizás el más firme que se ha dado hasta ahora, para enterrar de una vez al vetusto colonialismo y dejarlo únicamente en los anales de los libros de historia.
Desde Honduras, la ciudadanía activa, la academia y el resto de las fuerzas vivas, continuamos atentos a la lucha de un país que sigue firme en su determinación por hacer valer la historia y los derechos que le otorgan la historia y la cultura. Ojalá y el mundo, que ha cambiado para bien, continúe en esa deriva y con ello continuemos construyendo un mejor planeta para todos y todas.”





