El 28 de septiembre de 1821, llegaron a Tegucigalpa los Pliegos de Independencia procedentes de Guatemala, marcando formalmente el inicio del proceso de separación del dominio español en el territorio que hoy es Honduras.
El Acta de Independencia fue firmada en la Ciudad de Guatemala el 15 de septiembre de 1821. Luego fue enviada a las distintas provincias del Reino de Guatemala. En Honduras, los documentos llegaron primero a la ciudad de Comayagua el 26 de septiembre, y posteriormente a Tegucigalpa el 28 del mismo mes.

En Tegucigalpa, los Pliegos de Independencia fueron presentados ante el cabildo presidido por Dionisio de Herrera, quien aceptó la independencia de manera oficial. En ambos casos, la decisión se tomó sin la realización de procesos consultivos amplios.
Tras la aceptación del documento, las instituciones existentes continuaron funcionando con pocos cambios. Las familias criollas que habían tenido cargos de autoridad durante el período colonial mantuvieron sus funciones dentro del sistema político y económico.
Las comunidades indígenas continuaron desempeñando un papel importante en la economía local, especialmente en actividades vinculadas a la producción y extracción de recursos. El trabajo forzado y el pago de tributos siguieron siendo prácticas comunes en varias regiones. La distribución de tierras permaneció en manos de quienes ya eran propietarios antes del proceso de independencia.
Y en regiones como Gracias, Intibucá y otras zonas del occidente del país, la proclamación de independencia no produjo cambios inmediatos. Para muchas comunidades rurales, la vida cotidiana continuó de forma similar a como se desarrollaba antes de 1821.
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En enero de 1822, Honduras fue anexada al Primer Imperio Mexicano, liderado por Agustín de Iturbide. Esta unión se mantuvo hasta 1823, cuando el Imperio colapsó y las provincias centroamericanas decidieron formar la Federación de Provincias Unidas del Centro de América.

En 1825, se promulgó una Constitución promovida por Dionisio de Herrera. Este documento estableció principios de organización republicana y buscó adaptar el marco legal al nuevo contexto político. Aunque representó una nueva etapa jurídica, muchos elementos de la estructura social continuaron en funcionamiento de manera similar a los del periodo anterior.
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INDEPENDENCIA INCONCLUSA Y LOS DESAFÍOS SOCIALES QUE PERSISTEN EN HONDURAS
A lo largo del tiempo, la llegada de los Pliegos de Independencia ha sido recordada como un acontecimiento importante dentro del proceso de formación del Estado hondureño. Más de dos siglos después, este hecho sigue siendo una referencia histórica en el país.
Aunque Honduras se declaró independiente en 1821, el país aún enfrenta desafíos que reflejan una independencia incompleta en aspectos económicos, sociales y políticos. La soberanía formal se logró con la separación de España, pero no la dependencia económica de potencias extranjeras.
La desigualdad en la distribución de los recursos y la falta de acceso equitativo al poder político siguen presentes en distintos sectores. Esto ha llevado a que, más de 200 años después, se continúe trabajando hacia una independencia que no solo sea legal, sino también efectiva en todos los ámbitos de la vida nacional.
En resumen, La independencia de Honduras en 1821 representó un cambio formal que no modificó las estructuras sociales ni políticas existentes, porque las élites mantuvieron el poder, mientras las comunidades indígenas siguieron en condiciones desiguales y el país continuó con dependencia económica y desigualdad social, lo que evidencia que la independencia fue legal pero no efectiva, y que aún persisten desafíos para lograr una verdadera soberanía y justicia social.





