Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Yo –Severo- reconozco mi patria desde de mi balcón como otro criollo cualquiera. Recuerdo -en el extranjero, es una experiencia común- el haber derramado una lágrima furtiva cantando el himno con un nudo en la garganta y con la vista fija en la bandera de la patria remota, imaginada como madre frondosa. Pero ¿como podría gozar la mía sin que tuvieran alguna mis vecinos? De algún modo ambas cosas responden a una educación. Pero desde hace mucho tiempo, he odiado con casi secreta pasión el patrioterismo, sentimentalista que reclama carta de ciudadanania como genuino patriotismo y más bien es una falsificación, un decoy. Precisamente una mentira. Que no se la creen la mitad de sus hijos, desnutrida, ni los jóvenes sin trabajo ni escuela, que claro que son partidarios nuestros, ni sus asesinos los francotiradores de la P.M. No se la creen las maltratadas, los ancianos abandonados, los deportados, ni los extraditados. Odiosa mentira. Escuálida madrastra.
¿Cuál Patria asoma en las escuelas y colegios, en donde por ignorancia los maestros enseñan a cantar mal el himno, porque es una marcha de guerra y cantan un vals cadencioso y anémico? Exhiben y pisotean la bandera los soldados asesinos en sus paradas. Los magnates decoran sus edificios con el lábaro patrio, de colores alterados para ser los del partido, que también usan los invasores que reivindican un lugar para estar y abusan sentimental y sexualmente de la patria los políticos cínicos, parásitos de la inevitabilidad de lo público y depredadores del símbolo.
La manía patriotera pasa por ciclos críticos y crónicos, por curvas rutinarias y momentos estelares de exacerbación para fines bélicos o de partidarismo feroz embrutecedor, como declama JOH antier sentado delante de tres banderas ajadas de azul falseado dando una conferencia en que culpa a la oposición política que lo derrotó pese a todo, de haber conspirado para robarse las elecciones que él se robo. Da vasca y grima y sobre todo la impresión de que nunca lo va a superar, nunca podrá volver a ser gobernante porque va a seguir siendo hasta el final inminente de su mandato un candidato derrotado fingiéndose vencedor. Grave porque este país nuestro, esta dura patria esta en grave peligro. Se balancea sin institucionalidad al borde de un abismo.
No digo que así vaya a ser y ojala que no. Pero si como pareciera por la renuncia de Nealon, luego del plazo anunciado -de ya solo 5 meses- para quizás cancelar el TPS, los EUA nos deportan unos 200 mil migrantes que mandan $4.5 mil millones en remesas anuales, que constituyen el principal ingreso del país y al mismo tiempo nos suspenden la ayuda porque ya no somos amigos, y somos corruptos cínicos que nos reímos de ellos en sus narices, como ha dicho Donaldo que la suspenderá, no seriamos un país económicamente viable. Especialmente en esta coyuntura en que otra vez se han desplomado los precios del café, principal exportación y de la fruta y han subido los del petróleo, que es nuestra importación estratégica. ¿Quién invertirá aquí?
Porque el problema es político. No sirve hablar de lo contrafactual pero otro gallo nos cantara si estuviéramos despegando un gobierno que dejara de ahorcarnos con impuestos, para dejarnos trabajar, que no tuviera que gastar para reprimir al pueblo estéril e inútilmente cientos de millones de dólares y dispusiera de ellos –entonces- para la creación de empleo masivo, en conservar y aprovechar nuestro recursos básicos, que son el bosque y el litoral. Que reformara los aparatos de servicios sociales básicos para volverlos amistosos con los gremios y eficientes para el usuario, concentrados y avocados -ahora si- a proteger a los débiles y mejorar sus condiciones y capacidades.
Es casi seguro que también se empeñaría Trump en deportárnosla pero nuestra gente tendría adonde regresar. Seguro que nos suspendería la ayuda también, y tendríamos que reducir otras compras y buscar petróleo mas barato y manufacturas. Pues claro que habría que abrirnos más directamente a otros clientes y socios Promover allá la venta del mejor café y el mejor cacao del mundo, de la fruta que les lleva el sol y el agua del trópico, la carne magra y sana de nuestras praderas, las finas maderas. ¿Eran apátridas?
Pero de repente eran más previsores los notables de APROH, que en tiempos de Álvarez Martínez, a inicio de los 1980s le pedían a H. Kissinger que EUA considerase la posibilidad de otorgarle a Honduras la condición de estado libre asociado. Eso –ya se ve– no habría sido suficiente para garantizarnos servicios públicos de luz y agua, luego de una catástrofe, pero al menos nos garantizaría el derecho a la libre migración y elección, con o sin pregnant ballots, de un gobernador que fuera del agrado de la mayoría. Porque aquí simplemente, si no se corrige esta cuestión y me cuesta entender como, habría que decirle a Álvaro Colom, enviado por la OEA a reformar el sistema, que mas bien habría que suprimir -con su gasto- el costo de ir a elecciones, y simplemente pedirle al presidente en funciones de los EUA que escoja entre los que fueran de su agrado. ¿Otra cosa merece?
¡Un país en que se llama a si mismo patriota cualquier chafarote vendido que defiende una dictadura innombrable! Honduras es única sin duda. No tiene petróleo, ni más recursos. (Dicen que ya se llevaron el oro que habían dejado los españoles) Después de grandes gastos en educación nuestra población sigue gozando de 5 años de escolaridad promedio la mitad de la que tienen los ticos que aun podrían sucumbir a un merolico. Aunque es más grande nos hacemos la ilusión de un orgullo nacional y una identidad.
Me gustó un comunicado que escuche el día antes de La Cancillería respondiendo a las acusaciones de Trump (a quien el gobierno debe su existencia) que gastamos $4 por cada $2 dólares que recibimos de ayuda para combatir una industria criminal que pasa por aquí únicamente para satisfacer la voraz demanda de alienantes de los estadounidenses. ¿Que habrá dicho la Teniente Coronel Fulton? ¿O habrá sido de compadre hablado? Pero inmediatamente después tengo que avergonzarme de ver otra vez antier profanada la misma bandera, en Lima, donde se viene de desarticular el meticulosamente forjado acuerdo entre contrarios –ayudados de diestros negociadores– que hubiera podido resolver la crisis en Venezuela. Porque al gringo no le interesa, resolver, si no usar la crisis. ¿Cuál Patria, Simón? ¿Quién nos robó la Patria?
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas