Alejandro Espinosa Fuentes es un escritor mexicano joven, que, más que una promesa de la literatura mexicana es ya toda una realidad. Ha ganado premios importantes en México de novela y cuento, pero, sobre todo, es una voz fresca, ingeniosa y que a través de sus letras interpela de forma sutil los grandes rasgos de la conducta humana urbana y posmoderna. Nos sentamos en un café cerca del imponente Palacio de Minería en el corazón de la urbe azteca, el sol amenazaba con esconder sus pestañas cobrizas y conversamos, sobre su obra, su visión de la literatura y el panorama editorial a nivel regional.
Erick Tejada Carbajal, columnista de Criterio.hn dialogó con él en tierras aztecas y aquí presentamos su entrevista:
– ¿Es posible hablar de una “tradición literaria” en México? ¿O sea, pensar en una especie de canon al cual se ha suscrito en su mayoría la literatura mexicana?
– Sí se puede hablar de una tradición de la literatura mexicana, pero corres el riesgo de dejar a muchos autores fuera. A principios del siglo XX, con la novela de la revolución, se empieza a moldear una especie de tradición. La sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán o Los de abajo de Azuela son ejemplos tangibles. Esto hablando de prosa narrativa. A partir de ahí, se va construyendo un canon, pero se tiene que independizar de muchas cosas, primero: de su pasado colonial, luego de la influencia francesa que viene del porfiriato en los movimientos modernistas y luego de la influencia estadounidense. Todo el tiempo ha habido un coqueteo entre asimilarse a los países de primer mundo y rechazarlos. Creo que en algún lado de ese combate habita nuestra tradición literaria, que ha dado muy buenas obras tanto de un lado como del otro.
– ¿Cuál es tu opinión de literatura de guerra -ligada al fenómeno del narcotráfico-? ¿sí crees que domina el amplio espectro de lo que se está escribiendo en México actualmente?
Creo que la literatura del narco dominó las décadas pasadas, pero, en cierta manera ya caducó. Dio muy buenas obras como la de Yuri Herrera, Juan Pablo Villalobos, César López Cuadras o Fernanda Melchor, pero se ha vuelto un tema repetitivo y una especie de competencia de sadismo. Mucha de la literatura del narco que se escribe en este país, se escribe desde una comodidad condescendiente, con una documentación a veces paródica o caricaturesca, un poco estilo western. Yo no he sentido una obra en la cual vea realmente reflejado lo que ocurrió en ciudades de las que yo provengo, como Chilapa Guerrero o Saltillo Coahuila, no siento que reflejen muy bien el trastorno nacional. Generalmente este tipo de obras se desvían hacia una tragedia indigesta o hacia el humor paródico. Eso sucede porque la realidad los rebasa, una y otra vez. La realidad en México es mucho más interesante que la literatura, pero la literatura tiene la ventaja de contar con una brújula interna, una dirección, que guía hacia un determinado fin. Y ese fin, aunque no deba de tener moraleja, está un poco desdibujado porque se queda en la caricatura. Pocos proyectos narrativos logran alcanzar un tono más universal.
-Veo en Sonámbulos algunas ideas que habitan con frecuencia en tus textos: la memoria, los recuerdos, la relación que tenemos con el lenguaje. ¿Cómo incorporas esa relación a tu obra?
-Creo que México tiene uno de los motores inventivos del lenguaje más potentes, pero también he conocido su degradación por medio de los fanatismos o los lugares comunes. Esa degradación le quita un poco el significado a las palabras. Mis personajes se cuestionan qué significa su dolor, enunciándolo, pero no lo sufren hasta que no lo nombran y, no lo resuelven hasta que lo acaban de nombrar en todas sus formas. Es una suerte de trabalenguas para buscar la claridad. Obviamente la claridad no existe, ese silogismo perfecto que condense todas las verdades del mundo no existe, pero, al buscarlo, descubren medias verdades, otras historias posibles que los estancan en la tragedia.
Libros de Alejandro Espinosa
– ¿Cómo crees que han asignado al mexicano la relación que tiene con la muerte, tanto ritualmente como lingüísticamente? Veo que lo abordas sobre todo en el cuento Aguayo
-A los mexicanos, sobre todo a los que vamos al extranjero, nos encasillan mucho con esta idea que se ha popularizado de la muerte mexicana: “el mexicano se ríe de la muerte” y blablablá., A mí este discurso me cansa, me molestaba que México estuviera inmediatamente relacionado con este imaginario. Pero que no se cuestionara que en la vida real no necesariamente es así, de hecho, hay muchísimas aproximaciones a la muerte desde la literatura y la cultura mexicana que son diametralmente opuestas. Por ejemplo, no es lo mismo la concepción de muerte de Rulfo que la de Carlos Fuentes. Pedro Páramo y La muerte de Artemio Cruz tienen ideas completamente distintas -complementarias tal vez-. A mí me interesaba crear personajes que no estuvieran en esa corriente, en esa moda de: “yo me río del peligro, tuve una tragedia, pero la supero bailando”. Yo pretendí hacer todo lo contrario.
– ¿Cómo concebiste la idea de la novela? Sabemos que Agenbite of Inwit es una frase del Ulises, pero ¿qué te motivó a escribirla y qué te planteaste al hacerlo?
-Estaba cansado de la parafernalia del mundillo literario, pero no quería escribir una novela de parodia y de denuncia como se han hecho muchos desde La novela de un literato de Rafael Cansino Assens hasta Los detectives salvajes de Bolaño. Quería ver más los procesos de un autor intentando adaptarse o metamorfosearse en lo que le exige el mercado editorial para pertenecer a un catálogo. Entonces, tenemos una suerte de alebrije narrativo que se está reescribiendo en una dualidad Jekyll y Hyde, en la cual Jekyll es el gran ser público, coherente, y que ordena las ideas de cara a la prensa y los cafés literarios. Y Hyde es este monstruo poético que hace carnicería lírica en la suciedad de su hogar. La idea era ver cómo se contraponen estas dos figuras en la mente de un creador.
-Mencionaste que la literatura es el lenguaje desautomatizado. ¿Tratan tus personajes de escapar del imaginario de productividad y eficiencia posmoderno?
– Mis personajes son ociosos. Casi todos son solteros, desempleados y están abandonados. No tienen amigos ni son muy sociables. En esos puntos de convergencia social trato de encontrar esas dinámicas automáticas que nos permiten convivir y las pongo en tela de juicio, no por lastimar o parodiar, sino por buscar complicidad con otra persona que vea el mismo resquicio de mundo. Creo que la literatura actualmente es un homenaje al ocio, a la vida ociosa. La literatura debe leerse como una forma de cuestionar la realidad.
– ¿Qué perspectivas le ves a las editoriales independientes en Hispanoamérica, cuando parece que los monstruos editoriales son cada vez más poderosos y que van dictando la pauta sobre qué libros se comercializan y sobre qué se debe de leer?
– Las editoriales independientes son importantes ya que captan las voces que no encuentran foros de exposición, sobre todo las propuestas más arriesgadas. Sin embargo, se sigue viendo como una escalera de ascenso, para luego acceder a las editoriales transnacionales. Eso es el sueño de cualquier escritor. En México, sin embargo, hay un abismo entre las editoriales grandes y las chicas. Ya que las pequeñas tienen muy poca repercusión y son generalmente círculos minúsculos donde se alaban y aplauden entre ellos. Y las editoriales grandes es en donde está el verdadero podio rimbombante. En España, las editoriales independientes están haciendo un papel impresionante encontrando voces diferentes y publicando propuestas raras y geniales de autores no sólo españoles sino latinoamericanos, lo cual se está volviendo una plataforma muy importante. Yo pienso que las editoriales independientes podrían ser el futuro de la literatura, pero necesitan alguna subvención porque no son sostenibles.
Erick Tejada Carbajal (Tegucigalpa,1980). Académico, columnista y escritor hondureño. Ha publicado columnas de opinión para Diario Tiempo, Confidencial.hn.com, Criterio.hn y otros portales en Honduras y Latinoamérica. Ha publicado cuento, crónica y artículos en México, España, Venezuela y Argentina. El 2018 lanzó con 12 editorial de México el libro “Secreciones urbanas y otros textos”. Estudió el diplomado en escritura literaria en Literaria Centro mexicano de escritores.
Alejandro Espinosa Fuentes (Ciudad de México, 1991) Estudió la licenciatura de Letras Hispánicas en la UNAM, la maestría de Escritura en la Universidad Complutense y el doctorado en Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido recibido, entre otros, el Premio Nacional de Cuento Sergio Pitol, el Premio Nacional de Novela “José Revueltas” 2015 por la novela Nuestro mismo idioma y el Premio Nacional de Cuento Breve “Julio Torri” 2019. Su segunda novela, “Agenbite of inwit”, fue publicada en España. Ha escrito cuentos, poemas, traducciones y ensayos en El Universal, Quimera, Excélsior, Tierra Adentro, Luvina y diversas publicaciones.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Editoriales independientes de que o de quien ,me suena a fantasia ,cuando a lo mas que llegamos para informacion es a medios alternativos como este que llega a un grupo privilegiado de los que tenemos al alcance la tecnologia ,lo ideal me parece seria comenzar con incentivar y motivar a las personas a leer,en Honduras la gran mayoria no tiene el habito de leer ,la pesima television junto a los telefonos moviles y los pasivos y casi nulos programas de educacion hacen mas lejana esta vision ,las grandes editoriales vuelven incomprables ,inalcansables por sus precios los libros a los pocos que nos gusta leer ,sigo soñando con un gobierno ,que en lugar de tener presupuestos millonarios para armas los tenga para educacion ,para la literatura que nos permita matar la ignorancia y no personas !