Coyuntura Electoral: mito libertario versus mito refundacional

Parte 8

Por: Engels López

En el período del 1 al 7 de septiembre del 2025, la coyuntura electoral ha girado alrededor del inicio de la campaña electoral. Lo anterior acontece en un marco de país, donde las tres principales fuerzas políticas se enfrentan a una triple polarización: cerradas, abiertas y cruzadas, a través de la conformación de dos grandes mitos: el mito libertario y el mito refundacional.

En la polarización cerrada, los electores se identifican con un bando y consideran al otro como un enemigo que amenaza la sociedad. En la polarización abierta, la sociedad se ve confrontada en dos bloques ideológicos y con visiones del mundo antagónicas. En la polarización cruzada, los electores definen su preferencia política, no por el trazo de un enemigo o por visiones ideológicas, sino, por la fuerza política que mejor representa su futuro inmediato: sea de derecha o de izquierda. La política electoral se juega en la inmediatez del tiempo y en la certidumbre del futuro. La polarización cruzada es un campo disruptivo que puede encausar de manera hegemónica un proyecto político electoral y generar mayor identidad y afinidad política entre los electores, a la vez que puede ocurrir todo lo contrario.

En el caso hondureño la polarización cruzada órbita alrededor de dos extremos políticos ideológicos: el conservadurismo-libertario y el liberalismo-progresista. El primero se ha venido enmarcando en lo que se conoce como la Nueva Derecha, parafraseando a Agustín Laje, su máximo exponente. En el caso hondureño la principal característica de esta nueva derecha ha sido su capacidad de adoptar marcos narrativos globales a niveles locales, como ser: ideología de género, reformismo de mercado, el punitivismo en la seguridad ciudadana y los recortes en la inversión pública. Una nueva derecha en odres viejos, es fácil ubicarla en Salvador Nasralla y en un extremo más distante, en Tito Asfura.

Salvador Nasralla ha pasado de ser un outsider, a convertirse en un “mito libertario”. En su discurso despliega cinco narrativas libertarias: crítica a la élite política tradicional corrupta, promueve una intervención renovada de EEUU en los asuntos nacionales, alza la bandera anti- derechos en sus diferentes expresiones identitarias y culturales, promociona la expansión de un nuevo modelo empresarial, con rasgos económicos libertarios y la construcción de un enemigo interno, que va desde las maras, hasta las disidencias políticas y sexuales. El mito libertario se funda en la figura moral (el pueblo empobrecido por la élite), en la figura de líder (como el salvador del país ante la amenaza comunista) y en la figura redentora (la religión y la familia como forma de regresar a un pasado que fue mejor).

Sitúo al mito libertario en el campo de estudio de las derechas radicales, que como bien sostiene Miguel Urban, por naturaleza son autoritarias y reaccionarias. El mito libertario que alza Nasralla tienen una particularidad especial: politiza la angustia social y la desesperanza colectiva, utilizando el orden, la seguridad y los valores tradicionales como los pilares fundamentales que deben orientar el desarrollo de la sociedad hondureña. Lo más preocupante del mito libertario, es el ataque neoliberal que hace Nasralla hacia lo social, pues funda su mito en la pureza de la moral política y una fe ciega en los valores tradicionales familiares y religiosos, que como bien decía Hegel, son dos movimientos para volver la religión en un fundamento ético del Estado con la finalidad de perpetuar el fanatismo y fundamentalismo religioso. Del fundamentalismo de mercado, se busca transitar a un fundamentalismo religioso de nuevo cuño.

El segundo extremo al que llamo liberalismo-progresista, es un hibrido entre las tradiciones del pensamiento liberal y socialista, parafraseando a Bobbio. En el caso hondureño este liberalismo-progresista, intenta reconciliar dos tradiciones del pensamiento de izquierda (si se me permite el atrevimiento), como ser, la revolucionaria y la reformista: sobre la cual surge la idea de Refundación. La Refundación (no entraremos aquí en detalles), persigue fines que podrían considerarse reformistas y revolucionarios, en tanto sus propuestas buscan rupturas políticas y cambios estructurales en el Estado, mediante demandas constituyentes que van más allá de un simple recambio de élites o de gobierno, por vía electoral.

Considero que el principal limite de la Refundación en Honduras, es su deriva populista, la cual ha sido incapaz de generar identidad popular, fortalecer las instituciones públicas y promover la democracia participativa. En contraposición se observa una marcada frontera entre amigo (nosotros, el pueblo) y enemigo (ellos, la élite política tradicional), que ha profundizado la polarización (tampoco es responsabilidad exclusiva de LIBRE), un acentuado amiguismo y nepotismo en la conducción de la institucionalidad pública y una serie de prácticas clientelares y corruptas que transgreden el imaginario ético de la Refundación, parafraseando a Daniel Vásquez y Andreane Brunet, cuando analizar el caso del populismo en Honduras.

Lo anterior acontece (quizás sea la principal contradicción de LIBRE en el Gobierno), en el marco de un Partido que quiere ser hegemónico (representar los diferentes intereses económicos y políticos de la sociedad) y a la vez, no perder su especificidad política e ideológica. ¿Será posible en un campo político que se caracteriza por un sistema político de competidores por el poder?

En ese marco, Rixi Moncada encara el “mito refundacional”, que, en términos ideológicos y programáticos, se distancia en gran medida del posicionamiento que sostuvo la presidenta Xiomara Castro, en su campaña electoral. Rixi Moncada en su discurso despliega cinco narrativas refundacionales: la defensa de lo público, la lucha contra la corrupción pública-privada, la justicia tributaria, desarrollo económico interno y el reconocimiento y distribución de derechos en beneficio de las clases subalternas.

El mito refundacional se funda en la figura moral (el pueblo promotor de la transformación), en la figura de líder (mujer honesta y con trayectoria en la administración pública) y en la figura redentora (forjar el futuro y desarrollo del país fortaleciendo lo público).

En lo personal considero que tanto Nasralla, como Rixi, se están alejando del planteamiento tradicional y programático de sus partidos políticos. Nasralla, forma parte del Partido Liberal, que su carta de presentación ha sido implantar la justicia, garantizar la paz y el bienestar ciudadano, lejos de los actuales ideales libertarios de Nasralla.

Mientras que Rixi, está tomando distancia de la deriva populista (Melista y Chavista) y se acerca más a la idea del Poder Popular, que implica, mayor democratización partidaria y democratización política. Entre el Liberalismo y la propuesta Libertaria, entre el Populismo y el Poder Popular, existe una marcada distancia política, ideológica y programática que es importante estudiar y analizar profundamente en el caso del Partido Liberal y LIBRE.

La coyuntura electora alrededor de los dos mitos aquí planteados, intenta decir lo siguiente: las polarizaciones son cruzadas y multiformes precisamente porque estamos en un momento de reconstrucción de los campos políticos. En ese proceso de reconstrucción el electorado se encuentra en un estado de metamorfosis permanente, mientras que las fuerzas políticas partidarias buscan distanciarse de las polarizaciones cerradas y abiertas (entre la desideologización del discurso y el reconocimiento del otro como enemigo legítimo), el interregno se apodera del campo electoral: cualquiera de los dos mitos puede imponerse.

¡Hasta la próxima!

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