Coyuntura Electoral: elecciones y el encubrimiento de lo social

Parte 9

Por: Engels Bladimir López Sánchez

Honduras atraviesa un proceso electoral turbulento y atípico. Turbulento, por las disputas partidarias en el seno de la institucionalidad electoral y atípico, porque se respira un clima cotidiano electoral con poca efervescencia, en comparación a procesos electorales anteriores. Como lo indican estudios desde la ciencia política, en diferentes países los procesos electorales van perdiendo interés entre la población y la desafección política va en aumento. La polarización, la desideologización y la despolitización, son la nueva normalidad democrática en diferentes países del Norte y Sur Global, dando paso a nuevas formas de regímenes políticos: populismos (izquierda y derecha), autoritarismos, autocracias y sin dejar de mencionar la global ola conservadora de las derechas libertarias.

En el análisis anterior mencionaba que en la actual coyuntura electoral ha irrumpido con fuerza dos mitos: el mito refundacional y el mito libertario (Véase Criterio.hn Coyuntura, parte 8). Ambos con tendencias ideológicas distintas y una proyección futura muy diferente sobre la sociedad. Al analizar de manera rápida las principales propuestas de los presidenciables, existe un elemento que los caracteriza: la poca relevancia de lo social. Comprendo por lo social, aquellos elementos que promueven la integración y cohesión social en una sociedad que busca el bienestar social, económico y la prosperidad colectiva. Defiendo la idea de lo social como la base material de la sociedad, sobre la cual se funda su sistema de creencias compartidas (hegemonía cultural en términos gramscianos) y se fundamenta su sistema económico y político (la superestructura en términos marxistas).

En Honduras una comprensión de lo social remite a un compromiso ético y subversivo por nombrar la realidad desde otros marcos conceptuales y vivenciales. En ese compromiso es importante partir del supuesto que plantea David Harvey y Ángel Miguel (en mi opinión dos grandes referentes marxistas en el estudio teórico del neoliberalismo), quienes establecen que en el neoliberalismo el individuo esta desconectado simbólica y cognitivamente del punto de vista del todo, y no tendría sentido ubicarse en el conjunto de la sociedad, en un amplio marco de desrealización de lo social.

¿Como nos ubicamos sociológicamente para hablar sobre lo social en Honduras? En clave electoral considero que consiste movernos de manera relacional en el discurso y la propuesta bajo un supuesto clave: dimensionar de manera dialéctica y critica el encubrimiento de lo social. Ese encubrimiento comienza con la Doctrina de Seguridad Nacional implementada en la década de los 80 del siglo 20, que tuvo como telón de fondo eliminar el imaginario de la revolución. Uno de los campos donde este encubrimiento se dio con fuerza fue en la UNAH, en el marco de una campaña amplia de persecución y desaparición del liderazgo sindical y estudiantil. La UNAH no solo fue secuestrada por la derecha militar y conservadora representada por Oswaldo Raos Soto, sino que también, desconectó a la UNAH de los grandes problemas sociales del país. De ahí que no sea casual que la sociedad hondureña no cuente con un espacio académico que represente y movilice lo social desde una perspectiva académica, cultural y artística. Este encubrimiento de lo social dio origen a las políticas de la crueldad.

El encubrimiento de lo social se profundizo con el impacto del Huracán Mitch. En un análisis desarrollado hace años atrás, exponía la forma en la cual el Mitch, en vez de ser una oportunidad para transformar las bases estructurales del país, dio origen a amplias redes de corrupción política-partidaria, a los extractivismos y al asistencialismo en el marco de la Estrategia de Reducción Contra la Pobreza. Sin embargo, como bien ha sido expuesto por el Maestro Mario Posas y Eugenio Sosa, en este contexto surgieron importantes organizaciones de sociedad civil y movimientos sociales que pusieron en relieve la importancia de lo social. Este encubrimiento de lo social dio origen a las políticas poli- extractivistas salvajes.

En el marco del Golpe de Estado del 2009 lo social tuvo un giro reivindicativo de suma importancia para comprender los retos actuales de los programas de gobierno en general y las políticas públicas sociales en particular. Por un lado, la derecha golpista representó lo social mediante una excesiva política asistencialista, debilitamiento de las instituciones públicas y la supra militarización de la sociedad. Por otro lado, irrumpieron en el espacio público nuevas demandas de carácter de género, indigenistas, laborales, estudiantiles, campesinas y ambientalistas (que se venían posicionando en el marco de la reconstrucción nacional del Mitch), dando paso a lo que en el caso hondureño he denominado como la nueva cuestión social. Este encubrimiento de lo social dio paso al origen de las políticas de militarización y autoritarismo social.

Por último, la Pandemia de la COVID19. Como el Mitch, se esperaba que fuese una oportunidad para transformar la sociedad hondureña. No fue así. Las políticas de los tres periodos anteriores no solo se radicalizaron y se instauraron como un nuevo orden social (i)legítimo: estado de excepción, militarización, políticas de vigilancia, corrupción e individualismo social. Asimismo, aparecieron con mayor fuerza nuevos problemas sociales: desplazamiento forzado por violencia y crisis climática, capitalismo agrario renovado (en el caso del Bajo Aguán), feminicidios, juvenicidios y una economía política del crimen organizado con alta presencia territorial. En su momento expuse la forma en la cual la Pandemia de la COVID19 generó una fractura importante en el campo de los derechos humanos y de la imposibilidad de este campo en seguir representando lo social.

El período anterior coincide con la llegada de LIBRE al Gobierno, el cual ha hecho esfuerzos grandes por revertir los encubrimientos de lo social a través de una mayor presencia del gobierno en la sociedad. El gobierno de LIBRE a través de la Refundación ha hecho un esfuerzo por poner en escena lo social, a través de los siguientes aspectos de coordinación social: política, mercado y de redes, parafraseando al Maestro Norbert. Lechner. La coordinación política, impulsa el retorno del Estado en la gestión economía, política y social a través de la política pública social. La coordinación social a través del mercado incita a asumir en la práctica las dimensiones de reproducción y de conducción, que el neoliberalismo desplazó hacia la empresa privada y el mercado. La coordinación social mediante redes se refiere, más que la eliminación de todo centro, a la importancia de concebir a la sociedad como una constelación multicéntrica en la cual la coordinación social habrá de ser internalizada dentro de cada campo social.

En la actual coyuntura electoral el gran ausente en la propuesta y el debate electoral es lo social y de manera precisa, propuestas deseables, viables y factibles para revertir las políticas implementadas por la derecha y el bipartidismo en el marco del encubrimiento de lo social desde la década de los 80, hasta la Pandemia de la COVID19. No es de nuestro interés en este análisis entrar en un debate de porqué lo social está ausente, aunque me gustaría plantear la siguiente hipótesis: la élite política hondureña carece de una mirada ética y subversiva sobre la realidad nacional, sus Marcos analíticos e interpretativos están cargados de dogmas, poca consistencia teórica-conceptual endógena y limitada mirada prospectiva sobre la sociedad y un futuro compartido.  En el marco del mito refundacional en Rixi Moncada existe un esfuerzo por revalorizar lo social, aunque con cierto determinismo económico, y en el marco del mito libertario, Salvador Nasrrala y Tito Asfura, lo social se sigue enmarcando en una órbita meramente empresarial e individual.

Entonces, ¿como poner en el centro lo social en la actual coyuntura electoral? Sin pretensión de hacer de lo social un elemento mesiánico, los programas de gobierno y las propuestas electorales deberían de tener la capacidad de introducir al menos 6 generaciones de políticas que tengan como característica general: la revalorización de lo social. Bajo el supuesto analítico y político que se trata de fundar un nuevo modelo de justicia social que impulse la creación de marcos regulatorios y políticas que promuevan la igualdad y cierren las fracturas sociales. Este nuevo modelo de justicia social deberá de partir de una fuerte crítica a los modelos de justicia de la igualdad de posiciones (igualdad, democracia y comunitarismo) y la igualdad de oportunidades (propietarista, empresarial y meritocrático), que, en el marco del neoliberalismo, mayormente la segunda, se han utilizado para reforzar las desigualdades y las violencias mediante mecanismos excluyentes bajo el discurso de la libertad individual y el emprendedurismo económico.

Primero, políticas de la memoria, para enfrentar las políticas de la crueldad. La violencia en sus diferentes manifestaciones enfatiza Judith Butler, es un acto que consiste en determinar (mediante instrumentos de poder) las vidas que importan y las que no importan. Para el Neoliberalismo recuerda Bauman, las vidas son desechables. La sociedad hondureña no se puede desarrollar sin fuertes mecanismos que promuevan integración y cohesión social, como elementos claves para generar confianza, solidaridad, empatía, reciprocidad y comunidad. Las políticas de la memoria deben enfocar sus esfuerzos en reconstruir las relaciones sociales y fomentar una vida libre de violencias, con el objetivo de hacerle frente al generalizado desarraigo social, polarización política y desideologización.

Segundo, las políticas del cuidado, para enfrentar las políticas hiper-individualistas del neoliberalismo y el patriarcado. Para la feminista hondureña Bella Carrillo, las políticas de los cuidados implica poner la vida en el centro y reconocer las diferentes desigualdades de las personas en el espacio público y privado. Las políticas del cuidado buscan revalorizar lo común y la colectividad como elementos claves de las nuevas políticas de prosperidad colectiva. En el caso hondureño traer al centro a la vida es revalorizar las diferentes existencias y disidencias que componen el tejido social y que disputan en los diferentes campos formas alternativas de vida frente al capitalismo, colonialismo, extractivismo y patriarcado.

Tercero, las políticas de los comunes, frente a las políticas vaciadoras del territorio y el cuerpo. En el campo de la ecología y el agrarismo las políticas de lo común problematizan la idea de un nuevo orden civilizatorio y del postdesarrollo, parafraseando a Arturo Escobar, con capacidad de disputarle al neoliberalismo y al capitalismo la centralidad sobre la tierra, el territorio y los cuerpos hechos memorias, corporalidades y espiritualidades. En el caso hondureño lo anterior indica recuperar la tierra y el territorio como la primera impronta histórica del nuevo modelo de desarrollo económico, reconociendo las autonomías territoriales, feministas, campesinas e indígenas. Las políticas de los comunes son la base material sobre la cual se tiene que construir la hegemonía política y el nuevo ideal de desarrollo económico de base urbana, rural, agraria y ecológica.

Cuarto, las políticas de igualdad y de solidaridad, frente a la privatización de la riqueza y de la vida. Menciona Francois Dubett, que el problema al momento de hablar de las desigualdades es su excesivo uso de la palabra economía y fiscalidad. Crítica a gran parte de la clase política y les recuerda que las desigualdades solo se pueden erradicar con políticas que refuercen la solidaridad. Menciona Dubbet que preferimos las desigualdades, porque no es posible ser solidarios debido a la competencia individual que impera en la sociedad. Es importante redistribuir la riqueza, obtener mayor recaudación fiscal y generar empleos dignos y de calidad, pero sin políticas que refuercen la solidaridad y la cohesión social la igualdad económica por sí sola no es capaz de generar bienestar y paz social.

Quinto, políticas de justicia redistributiva, frente al punitivismo jurídico. El acceso a justicia es clave para fortalecer el estado de derecho y garantizar la paz ciudadana. En Honduras urge la puesta en escena de un nuevo constitucionalismo transmoderno que dialogue con otras formas de derecho y justicia, recuerdan Sousa Santos y Dussel, como imperativo encaminado a consolidar un orden democrático social equilibrado y fundando en la razón jurídica de los derechos humanos y no en la vigilancia y el castigo, diría Foucault

Sexto, las políticas del poder popular, frente al populismo que desmoviliza y polariza a niveles inimaginables el campo político. La concreción de las políticas anteriores solo será posible, si en Honduras se rediseña el actual campo político y se conforma una nueva correlación de fuerzas que dialogue de manera democrática con las diferentes expresiones organizativas y con los subsistemas de la institucionalidad pública. Es un imperativo radicalizar la revolución pasiva, como diría Gramsci, no es otra cosa que ir refundando el Estado desde adentro y expandirlo hacia afuera, mediante expresiones orgánicas de poder popular que refuercen una nueva cultura política centrada en la vida, en la memoria, en la esperanza, en la justicia y en el reconocimiento de las diversidades ideológicas y las disidencias sexuales y religiosas.

¡Hasta la próxima!

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