Coyuntura Electoral: El CNE en reflujo electoral y la urgencia de una salida pactada a la crisis en Honduras

Parte 5

Por: Engels López

En el período del 14 al 20 de julio la coyuntura electoral giro alrededor de dos acontecimientos: i) Renuncia condicionada de la Consejera Ana Paola Hall, del Consejo Nacional Electoral (CNE) y, ii) Llamamiento a movilización nacional convocada por la Iglesia Católica y la Confraternidad Evangélica. Lo anterior acontece en un marco de país donde el CNE se ha convertido en el principal espacio de disputa política, mientras que en la esfera pública se van constituyendo dos esferas políticas: la esfera pública tradicional (movilizaciones del bipartidismo/sectores religiosos/conformación de frentes y plataformas) y la esfera pública plebeya (sectores afines al Partido LIBRE).

En el análisis anterior hacia énfasis que la crisis en el CNE obedecía a algunos elementos carácter estructural: el rasgo poco democrático de las leyes electorales, la oligarquización y burocratización de los partidos políticos y la débil institucionalidad del sistema de partido. La coyuntura indica que la renuncia de la Consejera responde a un vacío de poder y la existencia de una política sin poder en el CNE, ausencia de hegemonía partidaria y resquebrajamiento en el Partido Liberal (PL) y la polarización y conflictividad sociopolítica electoral. Estos aspectos están conllevando al CNE a un estado de reflujo electoral que pone en riesgo el desarrollo de las elecciones generales. El reflujo electoral es visible en la falta de consenso politico y la débil gobernabilidad democrática, en un marco profundo de vacío de poder y la existencia de una política sin poder.

Decía Daniel Innerarity, que la democracia es una forma de organización política de la sociedad en la cual el conflicto nunca se reabsorbe definitivamente en la unidad de una voluntad común. En ese sentido la crisis política en el CNE es reflejo de una manifestación propia del poder como lugar vacío, es decir, un poder liquido y gelatinoso que no pertenece a nadie.

Lo anterior no significa que el poder no exista, pues existe por todos lados. La expresión más visible del vacío de poder y la política sin poder, es el debilitamiento de la institucionalidad publica que se traduce en la incapacidad de generar consensos políticos, debido a la ausencia de la centralidad de la política hondureña. Estamos en una “sociedad políticamente desbocada”, parafraseando a Giddens, la distribución del poder politico es volátil y los interlocutores son inestables. De ahí que culpar a LIBRE de la actual situación en el CNE, además de carecer de sentido y de una aguda descontextualización de la coyuntura electoral, impide identificar las causas y los mecanismos para su resolución en los parámetros de la institucionalidad.

En ese marco de reflujo electoral y vacíos de poder, una de las principales formas de resolver la crisis política en el CNE es a través de una “salida pactada a la crisis”, la cual pasa por tres caminos. Por un lado, un pacto y/o acuerdo entre las fuerzas políticas en disputa electoral. Por otro lado, creación de un sentido común electoral en el Congreso Nacional (CN) para la elección de un nuevo Consejero (a). Y, por último, pacificar la escalada de conflictividad y polarización del CNE a través de una gobernanza relacional. Siguiendo la idea de Dalth y Schumpeter, es importante generar este tipo de consensos entre las “poliarquías partidarias”, para asegurar que compitan electoralmente en igualdad de condiciones, en el marco de una de sociedad con una débil centralidad política y literalmente enredada.

La salida pactada deberá de considerar mínimamente cuatro criterios vinculantes: i) garantizar el desarrollo de elecciones libres, democráticas y transparentes, ii) disminuir la escalada de polarización y conflictividad en el CNE, iii) mecanismos para generar cohesión a lo interno del CNE que asegure un funcionamiento adecuado y, iv) abrir espacios de veeduría nacional e internacional. ¿Existen condiciones para lo anterior? Considero que la correlación política le favorece a LIBRE por dos razones: hipotéticamente se ha dejado sin validez la enmienda que aprobó el CNE sobre el TREP y para la elección del nuevo Consejero (a) se necesita mayoría calificada, es decir, se necesitan de los votos de LIBRE en el CN. Sin embargo, también la coyuntura le favorece al bipartidismo por dos razones: el PL puede proponer la elección de una persona de confianza de su partido y el PN lo puede respaldar con el acuerdo de configurar un bloque unificado en el seno del CNE.

En términos coyunturales lo anterior abre la posibilidad de tres escenarios. El optimista, consiste en que los partidos políticos llegan a un acuerdo politico y resuelven la crisis inmediata en el CNE. El pesimista, la negociación del nuevo Consejero (a) divide a lo interno al PL y no se llega al CN con un Consejero (a) consensuado. El catastrófico, el PN y LIBRE no aceptan la propuesta del nuevo Consejero (a) para el CNE. La coyuntura ira indicando el desarrollo de estos escenarios y otros que puedan surgir, a través de la dinámica de los actores políticos en disputa.

Por ultimo y no menos importante, es el reciente llamado de la Iglesia Católica y la Confraternidad Evangélica a movilizarse por la paz, la unidad y la democracia. El llamamiento de la Iglesia es necesario, sin embargo, su actuar histórico pone en duda su intencionalidad. En un reciente programa el Maestro Eugenio Sosa, exponía (trato de sintetizar aquí su análisis) que alrededor de esta movilización hay dos puntos de fondo y yo le agregaría un tercero.

Primero, cuestionamiento de los liderazgos religiosos por sus posturas conservadoras sobre la situación del país. Segundo, el papel cómplice de la Iglesia en el Golpe de Estado del 2009 y en los Fraudes Electorales del 2013 y 2017. Tercero, la crisis de hegemonía en la sociedad hondureña, la cual se ha pretendido, desde el Golpe de Estado, construir un nuevo sentido común alrededor de las narrativas religiosas, que en lo politico son reaccionarias y en lo social son conservadores.

En Honduras diversos sectores de la Iglesia son defensoras del statu quo o en términos gramscianos, promueven los intereses de la clase hegemonía dominante y resguardan los valores de la sociedad tradicional. Sin embargo, que la Iglesia llame a su feligresía a movilizarse es un hecho importante que puede marcar diferentes tendencias en el proceso electoral, en un marco global donde diversos sectores de la Iglesia respaldan y promueven la ideología conservadora y reaccionaria de las nuevas derechas. Si le interesa profundizar en esta nueva deriva de la Iglesia, le recomiendo un artículo de Andrea Toriccella, titulado: La reacción cultural y la cuestión de género, disponible en el texto de Alejandro Grimson, Desquiciados: Los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha.

¡Hasta la próxima semana!

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