Coyuntura Electoral: CNE y la contrainsurgencia del bipartidismo

Parte 6

Por Engels López

En el período del 21 de julio al 3 de agosto la coyuntura electoral giró alrededor de cinco acontecimientos: i) Movilización realizada por el Partido Nacional (PN), ii) Aprobación del Sistema de Transmisión de Resultados Electorales (TREP) iv) La visita de la Misión Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) y, v) Apertura de investigación hacia consejeros del CNE, por parte del Ministerio Público (MP). Lo anterior acontece en un marco de país donde las tensiones en el CNE se han apaciguado. Sin embargo, la actual crisis hegemónica que atraviesa el bipartidismo se convierte en una amenaza latente para la deteriorada y frágil democracia hondureña. Sería ingenuo pensar que la crisis en el CNE se ha superado.

Como bien he expuesto en los análisis anteriores, la crisis política electoral que se abrió semanas atrás es de carácter histórica y estructural. Su antecedente hay que buscarlo en la llamada “Transición Democrática” que despolitizó la democracia y la subordinó al mercado y al derecho, en el marco de una serie de políticas neoliberales que privatizaron el espacio público y mercantilizaron el campo politico partidario. Asimismo, una crisis que se radicalizó con el Golpe de Estado del 2009, que como bien expuso en su momento el maestro Ernesto Paz Aguilar, conllevó a un proceso de reconfiguración del sistema de partido y a la estructura de un bipartidismo de nuevo tipo.

En la actual coyuntura electoral ha existido una especie de “error politico”, parafraseando a Rosa Luxemburgo, al momento analizar y dimensionar la actual crisis, por un lado, los que la califican como un conflicto electoral y, por otro lado, los que la tipifican como disputas caudillistas partidarias. Considero que la actual coyuntura rebasa con creces dichos calificativos y las tensiones en el CNE lo evidencian. Este error teórico- politico se debe a la falta de elaboración de conceptos capaces de captar la naturaleza de la “contrainsurgencia autoritaria antidemocrática” que se abrió en el marco del Golpe de Estado del 2009 y que cambió de manera profunda la esfera política y la esfera civil, centralizando la primera y debilitando de manera aterradora la segunda, que como elementos centrales para la constitución de la Democracia, según Alain Touraine, deben estar conectadas, ya que la legitimidad de la primera depende de la segunda.

¿Cuál ha sido la característica de esa contrainsurgencia autoritaria antidemocrática? Planteo lo anterior con base a las ideas desarrolladas por el Sociólogo Ruy Mauro Marini, cuando expone que la contrainsurgencia es un estado politico que presenta una hipertrofia (aumento de tamaño) del Poder Ejecutivo, a través de sus diversos órganos mediante el control de las ramas legislativas, militares y judiciales, en una alianza intima con las burguesías monopólicas. Considero que han sido tres los tipos de contrainsurgencia antidemocráticas que han asaltado el campo politico hondureño luego del Golpe y que los alertan sobre el riesgo de la democracia en la actual coyuntura electoral.

Por un lado, la contrainsurgencia constitucional. Empieza con el Golpe de Estado, se afianza con el Golpe Técnico a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y se consolida con el proceso de hemorragia legislativa, que genero la centralización de poder absoluto en manos de JOH. Esta contrainsurgencia acabó con el constitucionalismo moderno o en términos prácticos, con el estado de derecho y la separación de poderes.

Por otro lado, la contrainsurgencia política se perfiló con el Fraude Electoral del 2013, se profundizó con una alianza renovada entre el bipartidismo en el primer período presidencial de JOH, se consolida con la creación del enemigo interno que el Partido Nacional (PN) ubicò en los extremos del movimiento social y en los linderos de la dirigencia política de LIBRE y se cierra con el Golpe Electoral del 2017. Esta contrainsurgencia acabó con las reglas del juego democrático e instauró una especie de autoritarismo electoral que persiste hasta la fecha y que no permite que el bipartidismo respete las reglas mínimas del juego electoral.

Por último, la contrainsurgencia cultural. Promovida desde una triple centralización: militar, periodística y religiosa. Esta contrarrevolución simulo los tiempos de la guerra fría y generó la perdida de autonomía del campo politico en general y el campo intelectual en particular, aunque logró sobrevivir el pensamiento crítico de corte indigenista, feminista y ambientalista, con poca vinculación con la esfera política partidaria. Esta contrainsurgencia a la vez que desideologizó y mercantilizó los partidos políticos, alejo del campo politico a los movimientos democráticos subalternos que se consolidaron en el marco del Golpe de Estado del 2009 y que apostaban por la construcción de un nuevo Estado y por la democratización de la democracia.

En ese sentido la actual crisis política electoral es un recordatorio directo de las implicaciones de las contrainsurgencias autoritarias antidemocráticas, que como bien plantea el Maestro Ernesto Paz, conllevó a la formación del Estado Degradado (débil y precario) y a la consolidación de Democracia de Fachada (patrimonial, elitista y corrupta), como procesos históricos que se han venido desarrollando desde el siglo 20 y que encuentran su concreción en el siglo 21.

Lo anterior es clave para comprender por qué las fuerzas políticas partidarias en disputa se mantienen en una tensión permanente alrededor de las elecciones generales, ya que los problemas no son propios del campo electoral, sino que se encuentran en la estructura del campo político, el cual ha sido desestructurado, debilitado e individualizado. El actual campo político hondureño, me recuerda a un planteamiento de Pierre Bourdieu, cuando expone que la política es un ministerio del misterio, en el cual el Estado Dinástico Republicano y la Democracia Liberal son una expresión de un acto solitario, silencioso y secreto, sin espíritu ni arraigo colectivo y del grupo, es decir, es una antinomia.

En ese sentido una de las principales características del bipartidismo de nuevo tipo que definió el maestro Aguilar, es precisamente ese proceso de antinomia que se mueve alrededor de tres elementos. Primero, la democracia como consenso único. La democracia que defiende el bipartidismo atenta contra la pluralidad política y la diversidad ideológica, su esencia es positivista y su lógica funcionalista.

Segundo, la democracia como forma de libertad. Este tipo de democracia privilegia los valores individuales, ante que los principios colectivos, negando la importancia de la igualdad y generando una totalización individual en el cual las elecciones empiezan y terminan con el voto, de ahí que el proceso de desideologización del bipartidismo sea una amenaza para la democracia.

Y tercero, la democracia como garantista del derecho. El derecho que defiende el bipartidismo es el constitucionalismo moderno liberal que ellos mismos fraccionaron con el Golpe de Estado y que en el contexto electoral lo han tratado de revivir y convertirlo en su coraza, sin embargo, los cimientos sobre cual este constitucionalismo se asentó han desaparecido.

En conclusión, lo que ha estado ocurriendo estas semanas en el CNE pone en perspectiva la necesidad de abrir el debate sobre la refundación del Estado, ya que considero que el campo politico hondureño necesita reconfigurarse y asentarse sobre otras bases, si no, el riesgo de caer en una crisis irreversible es latente. Si de algo está sirviendo esta coyuntura electoral, es que nos está permitiendo ver en tiempo real y con mayor detenimiento las fisuras profundas del campo político hondureño.

¡Hasta la próxima semana!