Alejando Mayorkas y las formas en que pudiera ayudarnos

Corte y política, un balance de razón práctica

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

 

Razón pura decía Kant, es la de Dios. El sistema de elección de la Corte es político por supuesto, aunque democrático nunca quiso ser. ¿Cuántas de las otras seis organizaciones que conforman la Junta Nominadora representan al pueblo? Solo las Centrales Obreras, a medias, porque lastimosamente ayer fueron sujetas de inducción. ¿Cuántas representan a la élite y al sistema? El COHEP. La Corte que está ahí. El Colegio de Abogados, corruptísimo en el reciente pasado, aunque se entienda que el gremio juegue un papel. Los claustros de profesores de las universidades, que educan al 0,1% de la población pudieran sin duda ser buenos calificadores. Aunque tenga independencia formal, el Comisionado Nacional de DDHH que es un(a) funcionario(a) electo por poder público.

Las Organizaciones de Sociedad Civil también son burguesas y fácilmente influidas y hoy se alinean con Viera. Pero es la Constitución la que establece la Junta y legítimamente esa ley se reforma del mismo modo en que se hizo, por una representación originaria. Apenas el sistema permite un módico cambio. Y los hondureños no han querido hacer una Revolución, al menos aun no, según dicen, ¿ni siquiera quieren una constituyente? ¿Cómo entender entonces que los grandes opositores de la constituyente se oponen enojados a hacer estos cambios parciales, los cachurecos unidos y los PSH sin cabeza, los no deliberantes y empresarios, Canahuati y Bendeck y todos los santos, o casi? Dime con quién andas, y te diré quién eres, Juan.

Antes de decir más ¡quiero felicitar a Honduras, por las reformas legales que se promulgaron anoche a la ley para el proceso de nominación a la Corte Suprema. Felicitarla por una ley nueva para una Junta un poco más independiente, que establece parámetros de participación ciudadana y transparencia en el proceso, ¡y requisitos de competencia y honorabilidad para las propuestas! Al Congreso también, y a su presidente Redondo, que mostró consistencia, pero en primer lugar al gobierno de Xiomara, que envió el proyecto colegiado a través del Ministerio de Transparencia, que ojalá ahora sí, reciba los fondos.

Al ministro liberal Edmundo Orellana, que, aunque lo quieren hacer rehén de sus animosidades, ha recibido con la humildad del científico, con ponderación y sabiduría, los cambios que muchos hicieron a su anteproyecto los que, en rigor, afectan menos del 10% de su contenido y que no solo eran de esperar…. Por supuesto felicitar a la nueva ciudadanía activa, que, aunque voluble, percibe que hay un ambiente para hacerse oír e incidió y obligó a una recapacitación prometedora de fuerzas importantes, por ejemplo, el Partido Liberal, para que se abriera este espacio. ¡Con ello le han restado poder a las potestades foscas que dominaban el tema! Reformar siempre es difícil, decía (lo he recordado demasiadas veces) Machiavello, porque los beneficiarios del sistema saben exactamente lo que pierden, mientras que los de la reforma, no entienden bien lo que pueden ganar.

Porque entendieron esa fuerza, de esa viva opinión ciudadana, es que ahora la quieren manipular los enemigos del cambio contra la ley. Otra vez, alineando a los medios de comunicación, y al gallinero del twitter, para agrupar todo el que lleve agua a su molino, aunque sean los más marginales actores políticos que de diversas formas se han deslegitimado, o agentes infiltrados.

Parloteando al unísono en nombre de la moral. Llenándose la boca con las invocaciones a la ética pura personajes incalumniables de la vernácula como el documentado Tomas Zambrano, al mismo tiempo que y en la misma sintonía que el oráculo Beatriz Valle y otras afectadas con los gases tóxicos de la ambición y la tonta costumbre de elogiarse a sí mismos, que con tanta facilidad se ahogan en un vaso de limonada 30 20 20. (¿Cuándo vamos a entender los provincianos que la moralidad no se decreta, ni mucho menos se auto adscribe?  Es algo de lo que nadie debe presumir. Si no una virtud discreta que se practica en la sinceridad personal, la consideración, y el respeto.) Solamente unos pocos medios atienden las declaraciones maduras de quienes más saben, y de los sensatos, de un Orellana Mercado quien contundentemente afirma que la ley promulgada es una mejora, positiva, y cuenta con candados que aseguran mayor transparencia y que se escogerá a los mejores. Un paso importante para fortalecer un Estado de Derecho endeble, declara Alice Schakelford, Coordinadora de Naciones Unidas, que cooperó en la redacción del proyecto, cuya matriz de evaluación técnica que los adversos dicen que fue mutilada quedó casi intacta.

Votó en contra de la ley y no podrá reclamar paternidad de su virtud a la vez, pero la diputada Maribel Espinoza ha reconocido ante los medios que fue una mejora, y aun si se eliminó una alusión directa, nadie con proceso judicial podrá proponerse para magistrado como alega Foprideh. Se escandalizan, los puros, de entendimientos posibles, como si no fuera para eso que tenemos políticos, para que se entiendan y resuelvan. ¡Madurez! No generará automáticamente un resultado perfecto, la reforma, y es que las soluciones a los problemas políticos no son legales. Solo permitirán que la Nominadora labore con un poco más de marco y fuerza. Por eso es que ahora, aunque aún hay despistados que plantean desandar el paso y revertir lo consumado, la batalla real se ha trasladado a ese otro teatro. Ahí la lleva el COHEP que quiere que no sean del todo independientes sus miembros, sino que se allanen. ¿A quién? ¿Cuál es el miedo?

Lo que queda al final es la pretensión descriteriada, entre maximalista y naif, de marginar del proceso a ciudadanos comprometidos en la vida política. ¿Bajo el supuesto de que los políticos son los perversos? He vivido largamente por azar en EUA, en México, en España y he viajado por otra docena de países preguntando, y no conozco ninguno en que la judicatura sea un cuerpo técnico y profesional sin liga con la política. Asimismo, en todos los muchos tiempos históricos que conozco, interpretar las leyes e impartir justicia fueron siempre funciones políticas. Una alternativa a proponerle a Laura Dogu sería adoptar el sistema americano, más sencillo. Elijamos a los jueces de distrito -como ellos- en elección popular partidaria, que la presidenta escoja y nomine para magistrados supremos entre los jueces elevados por sus antecesores a los circuitos de apelación y que el Congreso los vote. Claro, para eso, hay que ir a la Constituyente.

O elíjanse aquí, bajo nuestra guardia, después de público examen de competencia e idoneidad, coherencia y pudor, como allá, haciendo a un lado la filiación partidaria, exigiendo a los prospectos suficientes explicaciones de sus hojas de vida y su compromiso con la justicia. En todo país moderno, de estirpe democrática, la candidatura del juez se dirime en público, como el cabildeo para nombrarlo, se publica, se escruta su trayectoria y, en su caso, no solo la actuación pública, sino también la privada y hasta la íntima, aunque sin prueba toxicológica, que es grosera humillación. Las cosas van a cambiar y eso es lo que buscábamos. Ahora con nuevos entendimientos.

Al final confieso que contemplar el drama mudo me confirma mi fe en el debate civilizado que genera resultados y avances razonados y me reconfirma mi desprecio por los maniqueísmos, que se hacen el juego entre sí, como las disputas ideológicas, que le dan la espalda a los resultados prácticos de la acción, y pretenden desconocer la historia. Vivimos en un mundo real. La razón social ha de ser práctica. Las utopías son referencias, no soluciones y la que no produce nada útil, es estéril.

 

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