Por: Kweilin Ellingrud, Kevin Russell y Suhayl Chettih
Portada: Centro de Buenos Aires, Argentina. Foto Jorge Burgos/Criterio.hn
MINNEAPOLIS/NUEVA YORK – Según la opinión generalizada, para que las predicciones se cumplan, es mejor evitar el exceso de detalles -especialmente plazos específicos-. Sin embargo, el McKinsey Global Institute ha adoptado la estrategia opuesta al identificar 18 “sectores” dinámicos y de alto crecimiento, listos para transformar la economía global en los próximos 15 años.
Estos sectores incluyen industrias digitales como el comercio electrónico, la IA, los servicios en la nube, la publicidad digital, el streaming y los videojuegos; tecnologías avanzadas como los vehículos eléctricos, los vehículos autónomos, las baterías, los semiconductores, la robótica y la fisión nuclear; campos emergentes como el espacio y la biotecnología; y avances en ciberseguridad, movilidad aérea, construcción modular y medicamentos contra la obesidad. En conjunto, podrían representar el 16% del PIB mundial para 2040, cuadruplicar su participación actual e impulsar el crecimiento económico, la productividad y el nivel de vida en todo el mundo.
Los vehículos eléctricos y autónomos, por ejemplo, podrían reducir las muertes por accidentes de tráfico y ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Del mismo modo, la construcción modular promete viviendas de mayor calidad a menor costo.
A primera vista, estos avances pueden parecer relevantes solo para las economías avanzadas. Después de todo, las principales empresas de estos sectores se concentran en Estados Unidos, Europa y China. Pero el impacto se sentirá en todas partes, y en algunos ámbitos, las economías en desarrollo están especialmente bien posicionadas para liderar.
Por ejemplo, a medida que se amplíe el acceso a Internet, es probable que el comercio electrónico, la publicidad en línea y el streaming crezcan con mayor rapidez en los países de ingresos bajos y medios. Al carecer de una infraestructura tradicional consolidada, las economías en desarrollo podrían dar el salto directamente a las tecnologías emergentes, del mismo modo que muchas de ellas, en su momento, superaron la telefonía fija en favor de la tecnología celular y se convirtieron en las primeras en adoptar la banca digital.
India es un buen ejemplo. Su mercado de comercio electrónico es el de más rápido crecimiento del mundo, con ingresos que pasaron de 3.900 millones de dólares en 2009 a 200.000 millones de dólares en 2024. Para 2030, se prevé que el porcentaje del comercio minorista en línea de las ventas totales aumente del 25% al 37%. Si bien en la actualidad el mercado está dominado por los consumidores urbanos, el acceso rural está mejorando, lo que le permite acceder a cientos de millones de personas a bienes y servicios de mayor calidad.
India también aporta un capital humano excepcional, con una creciente reserva de talento que podría impulsar el crecimiento global en IA, servicios en la nube y ciberseguridad. Como innovador de bajo costo, ha demostrado que puede competir en campos sofisticados. El país ya es uno de los principales fabricantes de vehículos eléctricos de dos y tres ruedas, y en 2013 su programa espacial alcanzó los titulares al lanzar el orbitador de Marte Mangalyaan por una fracción del costo de misiones estadounidenses y europeas comparables. En conjunto, estas fortalezas posicionan a India para expandirse en nueve de los 18 sectores, generando hasta 2 billones de dólares en ingresos adicionales para 2030.
Otros países de bajos y medianos ingresos tienen el potencial para forjar sus propios caminos. Brasil, por ejemplo, está invirtiendo en aviación de nueva generación, mientras que Marruecos e Indonesia se han convertido en centros de fabricación de baterías para vehículos eléctricos aprovechando sus reservas de materias primas críticas.
El crecimiento de estos sectores no solo está generando nuevas industrias, sino también reactivando las tradicionales. Los robots, los drones de reparto y la IA generativa, por ejemplo, están transformando aceleradamente sectores establecidos como la fabricación, el comercio minorista y la atención sanitaria.
Más allá de su impacto económico, muchos sectores podrían mejorar los servicios públicos. La IA puede ayudar a los gobiernos a recopilar y analizar datos de todo tipo, desde el clima y los patrones de tránsito hasta los resultados de exámenes. Y los nuevos tratamientos contra la obesidad están produciendo resultados sanitarios positivos tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.
Sin embargo, pocos países en desarrollo están preparados para un futuro determinado por estos sectores. Para reforzar su posición, se destacan tres prioridades. La primera es crear un entorno empresarial favorable ajustando las políticas comerciales, regulatorias y macroeconómicas para darles a las industrias vitales el espacio necesario para crecer. La construcción modular, por ejemplo, solo puede mejorar la calidad y asequibilidad de la vivienda si los códigos de construcción, las leyes de zonificación y las regulaciones relacionadas fomentan la innovación y la inversión.
La segunda prioridad es atraer inversión extranjera directa. Las empresas de China, Europa y Estados Unidos actualmente representan la mayor parte de los 18 sectores y buscan activamente los mejores mercados en los cuales expandirse. Pero desde 2022, el porcentaje de IED anunciada que fluye hacia las economías emergentes ha disminuido, representando apenas alrededor del 30% en áreas como la fabricación avanzada, la infraestructura de IA y los servicios de software.
La tercera prioridad, y la más importante, son las personas. En el siglo XX, muchos países en desarrollo comenzaron su ascenso económico con manufactura de bajo costo antes de ascender gradualmente en la escala de valor. En cambio, la mayoría de los sectores de crecimiento del siglo XXI están impulsados por la tecnología, lo que hace esencial una fuerza laboral bien educada y capacitada, incluso para oportunidades en las etapas iniciales.
A medida que se intensifica la competencia global, los países que cultiven una gran reserva de talento productivo estarán mejor posicionados para lograr un crecimiento y una prosperidad sostenidos. Si bien esto también es válido para las economías avanzadas, lo que está en juego es especialmente importante para los mercados emergentes que aún tienen dificultades para recuperar terreno.
También hay que tener en cuenta que podrían surgir industrias y tecnologías completamente nuevas. Al fin y al cabo, pocos habían oído hablar de la IA generativa hace apenas cinco años. Asimismo, no todos los sectores avanzarán al mismo ritmo; la trayectoria de sectores como la energía nuclear y los vehículos eléctricos dependerá, en gran medida, de las decisiones políticas. Aun así, es probable que impulsen el crecimiento global en los próximos años, y los países en desarrollo que no se adapten corren el riesgo de quedar rezagados.
Kweilin Ellingrud es director del McKinsey Global Institute. Kevin Russell es investigador principal del McKinsey Global Institute. Suhayl Chettih es miembro del McKinsey Global Institute.





