Por: Hazel Soriano
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Tegucigalpa.-“Yo quisiera ser civilizado como los animales”, dice el cantautor brasileño Roberto Carlos en su canción El Progreso (1988).
Esta memorable melodía debe inspirarnos para cuidar “nuestra casa”, como también nos lo indica el Papa Francisco, en su Carta Encíclica sobre el cuidado de la casa común.
Pero, también debemos empoderarnos de ese mensaje en nuestro propio entorno: pensar en nuestros vecinos.
Vivimos “aculturizados”, ocupados tan sólo por lo que del umbral hacia el interior de nuestros hogares existe. Y en ese afán, muchas veces quizá, ignoramos el daño inconsciente que provocamos. Tal es el caso del manejo que muchas familias hacen de las excretas de las mascotas en las colonias capitalinas, arrojándolas a la vía pública a que defequen, causando incomodidad, insalubridad y mal aspecto.
Recientes investigaciones nos permitieron conocer que los excrementos de los perros no son una amenaza ambiental, pero su incorrecto manejo “puede provocar graves enfermedades”.
Datos analizados nos refieren que en un parque público de Bogotá, capital de Colombia, unos 40 perros salen dos veces al día para correr, jugar y defecar. Y según un censo en esa misma ciudad, a pesar de campañas, muchos de los propietarios o paseadores de estos canes, no recogen su excremento.
Similar situación viven los estadounidenses donde se estima unos 83 millones de perros producen anualmente más de 10 millones de toneladas de excremento, cifra que atiborraría de estiércol a 900 estadios de fútbol.
En esos países, y en el nuestro donde escuchamos a defensores de animales que, incluso, dan asilo a perros en la calle, pero nadie repara sobre el impacto ambiental de esta práctica.
No obstante, un estudio de la Universidad Estatal Politécnica de California en Estados Unidos, ha establecido que “al menos el 10 por ciento de la Ecoli (bacteria del sistema digestivo) presente en fuentes de agua se debe al popó de perros y según el Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos, (CDC por sus siglas en inglés) el 12 por ciento de los niños estadounidenses se han infectado del parásito gastrointestinal TOXOCARA tan sólo por el contacto con excretas caninas.
Asimismo, con nuestros hallazgos identificamos que el excremento aludido, puede también transmitir otros parásitos y bacterias, como: Giardia y Salmonella que pone en riesgo la salud pública.
Encontramos, igualmente, que los norteamericanos exhiben un marcado interés en el abordaje de este singular tema, al grado de contar con la Asociación de Profesionales Especialistas en Desechos Animales, (APAWS), dedicada a capacitar a los recolectores de esos excrementos.
Dentro de nuestra legislación nacional, encontramos el Reglamento para el Manejo Integral de los Residuos Sólidos (acuerdo ejecutivo número 1567-2010) que trata aspectos sobre gestión integral y de responsabilidad compartida.
Establece qué son residuos sólidos domésticos; residuos sólidos inertes (desechos de construcción y demoliciones), entre otros que no son peligrosos.
La Ley General del Ambiente y este reglamento, recogen que las municipalidades organizan, contratan, y asumen la responsabilidad de la limpieza, recolección, tratamiento y disposición final de los residuos sólidos.
Señala el referido reglamento que las Unidades Municipales Ambientales (UMAs) promoverán “campañas de difusión, divulgación” para involucrar a las comunidades en la adecuada gestión de residuos sólidos.
Hasta la fecha, mediante ordenanzas municipales o convocatorias de la secretaría de Salud, se promueven campañas de vacunación contra la rabia, pero nunca a que se responsabilicen por lo que hacen los irracionales mamíferos domésticos.
De acuerdo a lo planteado: “yo quisiera ser civilizado como los animales”.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas