Por: Gustavo Zelaya
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A partir del 25 de mayo la propaganda electoral oficial va a mostrarse con mayor bajeza: tramposa, haciendo uso de dineros públicos y otros no tan públicos contra la oposición, tanto verdadera como fingida.
Es probable que desde tiempo atrás los “perdedores” negociaran prebendas, concesiones, contratos con el futuro gobierno para aliviar el dolor, los recursos invertidos y la respectiva porción del pastel. Cualquiera que sea el proclamado, entre ellos no hay diferencias significativas y esa identidad se expresa con más claridad en los agraciados candidatos del Opus Dei y de la ultraderecha golpista, valga la redundancia: Luís Zelaya y Juan Hernández. Todo el derroche propagandístico que se ha desplegado alrededor de estos sujetos los posiciona como mesías que van a salvar el país de la amenaza chavista representada por supuestos radicalismos infiltrados en la oposición. Esto no disminuye el carácter igualmente conservador de las candidaturas de otros grupos, llámense alianzas o frentes amplios, etc.
Pero el signo principal está inscrito en la frente del viejo bipartidismo en forma de fundamentalismos religiosos de toda calaña. Sobre todo el Opus Dei con representantes entre liberales y cachirecos.
El Opus Dei debuta en Honduras con el gobierno liberal de Roberto Suazo Córdova, desde 1982 a 1986. Ese reconocido encantador de serpientes y jugador de naipes casi logra que Honduras cambiara de nombre; la noción de soberanía la convirtió en asunto anticuado que podía ventilarse en cualquier club nocturno de Miami. El aporte más revelador de ese período fue hacer del país una gigantesca plataforma de intervención militar contra el pueblo de El Salvador y de Nicaragua.
A nivel interno desató una durísima represión provocando desapariciones temporales y permanentes de cientos de hombres y mujeres. Sin la mínima idea del respeto y de las formas diplomáticas declaró que esas personas se movían entre Saturno y Júpiter, que cualquier denuncia de violación a los derechos humanos era falsa. Por esas atrocidades no existió condena alguna, más bien algunos torturadores han sido premiados con cargos en los gobiernos y ahora son parte de listas electorales. Desde entonces, de hecho, se institucionalizó la ley fundamental de los grupos gobernantes: la corrupción y la impunidad. Inseparables siameses de los poderosos.
Suazo Córdova concedió pasaporte diplomático al español y miembro del Opus Dei, José María Ruiz-Mateos, acusado de delitos financieros. De esa red religiosa fueron parte el canciller Edgardo Paz Barnica y el entonces embajador en España Andrés Alvarado Puerto; ambos facilitaron las gestiones de Ruiz-Mateos. El embajador era el padre de Martha Lorena Alvarado, fanática religiosa, dirigente de Provida y vicecanciller del golpista Roberto Micheletti, ahora entusiastas impulsores de la candidatura del liberal Luís Zelaya. Entrañables supernumerarios del Opus Dei junto a Mauricio Villeda y Ricardo Álvarez. La refinada pacotilla se arropa con la palabra de dios y ahora embaucadores de ciertos opositores al continuismo de Juan Hernández.
Esos sujetos activaron demencialmente en pro de la ruptura constitucional de junio de 2009, justificaron la represión del mismo modo que otros tétricos personajes como Federico Álvarez, Arturo Corrales, Alfredo Saavedra, Romeo Vásquez, Oscar Andrés Rodríguez, Jimmy Dacaret y otros especímenes menores como Juan Ramón Martínez y Jorge Ilescas. En forma y contenido son idénticos. Bribones que hacen creer que su trabajo es por la dignidad de la familia hondureña, así se meten en política y en negocios para garantizar inversionesy obtener máximas ganancias gracias a las conexiones con el poder político. Tienen bien claro en qué invertir por ello son cónsules honorarios, diputados, funcionarios, representantes de marcas internacionales, contratistas, diplomáticos que ponen mucho dinero para manipular y controlar ideas. No es raro que sean propietarios de centros de enseñanza en todos los niveles del sistema educativo y que participen en juntas directivas de medios de comunicación.
Ya vemos caras retocadas en la propagan electoral, hermosas sonrisas, poses ensayadas que rápidamente pueden convertirse en amenazas contra la vida con tal de asegurar prebendas, privilegios y su necesaria impunidad. Ellos son parte del grupo de poder que pretende perpetuar el bipartidismo y con el suficiente cinismo para simular acercamientos a la oposición.
Sin el afán de señalar tendencias en el momento electoral ni posibles consecuencias en cualquier negociación, nadie ignora que la aspiración de los dueños del país es detener intentos de cambio, apenas podrán aceptar simples reformas; incluso, tienen capacidad de hacer a un lado a Juan Hernández y presionar para que Luis Zelaya sea el ungido por obra y gracia divina. Pero cualquier paso importante que se de sólo podrá hacerse con el visto bueno de los militares y, en primera instancia, autorizados por el departamento de estado norteamericano.
18 de mayo de 2017.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas