Por: Pedro Morazán
El encuentro de primavera de las instituciones de Breton Woods de este año tuvo en la agenda temas de mucha relevancia para los países del Sur Global. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, nominó en febrero de 2023 a Ajay Banga, de 63 años, para reemplazar a David Malpass, como presidente del Banco Mundial. Banga, el único candidato ante el directorio de dicha institución, ha sido electo con el fuerte apoyo de los 20 miembros del directorio provenientes de los países de mayor poder financiero en el mundo, organizaciones de la sociedad civil y tres premios Nóbel de Economía entre los cuales destaca Joseph Stiglitz. Otro tema que estaba en las mesas de debate de la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, es la llamada criptomonetización, es decir la rápida difusión de los criptoactivos y sus respectivas criptomonedas en el sistema financiero global. También la crisis de la deuda externa y las perspectivas de crecimiento aparecían en las pantallas de las diferentes salas de conferencia.
¿NUEVO PRESIDENTE, NUEVOS VIENTOS?
Como es bien sabido tanto el FMI como el Banco Mundial son uno de los cuatro pilares fundamentales del Orden Liberal Internacional surgido bajo la hegemonía de los Estados Unidos. Las otras dos son la Organización Mundial de Comercio (WTO) y el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB). Este último surgido como consecuencia de la crisis financiera internacional de 2008, en el marco del Grupo de las 20 economías más fuertes del mundo (G20).
Desde sus inicios los Estados Unidos aportaban el mayor capital al Banco Mundial y tienen la voz cantante, con una proporción desmesurada de votos en el directorio de dicha institución. Esto significa que, como es común en tales casos, son ellos los que proponen a la persona que habrá de dirigir dicha institución. En el caso del FMI se había creado la costumbre que eran los europeos los que proponían el candidato a la dirección de dicha institución. Las cuotas de poder, dependían de las cuotas de capital. Esto tuvo sentido después de la Segunda Guerra Mundial. Como todo en la vida, la situación ha cambiado con el tiempo y, especialmente China, cuestiona, junto con otras economías emergentes las estructuras de poder surgidas en la postguerra. Dichos cuestionamientos ya provocaron cambios, que reflejan mejor la nueva correlación de fuerzas.
Ya el Banco Mundial no es el actor más relevante en la dinámica de financiamiento global. Lejos están los tiempos en que las instituciones gemelas levantaban el bastón de mando para dirigir la sinfonía de la globalización, con los programas de ajuste estructural de las economías en los países de menores ingresos. Todo lo contrario, en los últimos veinte años el Banco Mundial ha tenido el combate a la pobreza como tarea central mientras que para el FMI las tareas del financiamiento macroeconómico están ahora más bien vinculadas a garantizar el crecimiento económico y no a estrangularlo, como en el pasado.
Ajay Banga, fue el candidato propuesto por Joe Biden el pasado febrero para la presidencia del Banco Mundial. Banga nació en 1959 en Khadki, una pequeña ciudad al suroeste de la India en el seno de una familia sij. Se licenció en Economía en el St. Stephen’s College de la Universidad de Delhi y un máster en el Instituto Indio de Administración de Ahmedabad. Aunque con Ajay Banga como nuevo presidente el énfasis del Banco ya no será solamente el combate a la pobreza, los vientos vienen acompañados ahora de una brisa más sostenible. Banga quiere ahora combatir también el cambio climático, sin descuidar el combate a la pobreza. Esas son buenas noticias. Una mejor partitura, especialmente si lo comparamos con la desastrosa política de su predecesor David Malpass, quien compartía el negacionismo climático de su padrino Donald Trump, entre muchos otros disturbios ideológicos, sino mentales.
Banga es, evidentemente, un ciudadano estadounidense. Sin embargo, el haber nacido en la India lo acerca en mucho a los dilemas del Sur Global, quizá por ello obtuvo el apoyo casi inmediato de India, Kenia, Ghana y Bangladesh. Por su decidida iniciativa de hacer mucho más contra el cambio climático recibió igualmente la aceptación de de Francia y Alemania en la reunión del Grupo de los 20 funcionarios financieros en marzo del 2023 pasado. Desde la perspectiva de los países de menores ingresos, se trata de que logre que el Banco Mundial pueda servir como un catalizador que vincule la acción entre los gobiernos, el sector privado, los bancos multilaterales de desarrollo y la sociedad civil. No es tarea fácil, definitivamente.
UN RECETARIO PARA COMBATIR LOS RIESGOS DE LOS CRIPTOACTIVOS
Otro tema que acaparó la atención de los asistentes a tan importante evento fueron los criptoactivos. Como bien se sabe la preocupación por el auge de las criptomonedas y los llamados para su regulación están aumentando. Tuve la oportunidad de presenciar vía online al panel bajo el título, “El futuro del ecosistema de criptoactivos”, en el que participaron personalidades importantes. Por un lado Rupert Thorne del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) e Arif Ismail de la División de Pagos e Infraestructura del FMI, claves por su función como potenciales reguladores. Por el otro Linda Jeng como Consejera general del Crypto Council for Innovation.
En su estudio “Elements of effective policies for crypto assets”, el FMI propone tres niveles de intervención para manejar los riesgos de los criptoactivos: estabilidad macroeconómica, protección del consumidor e integridad financiera y de mercado. El estudio hace hincapié que los nueve elementos a tener en cuenta a la hora de regular los criptoactivos dependerán del contexto nacional. Especialmente para los países con sistemas financieros débiles la criptomonetización puede reducir considerablemente la capacidad de los bancos centrales para implementar una política monetaria efectiva.
En general se puede decir que muchos de las causas de las crisis producidas en los ecosistemas de criptoactivos son las mismas que las de las crisis en el sistema financiero real. La quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y Credit Suisse no son más que una parte de los innumerables ejemplos de la fragilidad de sistema financiero global. Por eso el debate queda abierto. En vista de que las criptomonedas llegaron para quedarse y las debilidades del sistema financiero parecen no querer irse, la urgencia de un enfoque sistémico para la reforma del sistema financiero internacional es evidente.
MENOS DEUDAS, MÁS FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO
Los llamados a reformar el Banco Mundial otorgándole una mayor presencia en el financiamiento climático no han hecho más que multiplicarse. Muchos países de ingresos bajos y medianos se están endeudando cada vez más y enfrentando costos crecientes a medida que los impactos del cambio climático aumentan en severidad. El reciente informe del G20 instando al Banco Mundial y a otros bancos multilaterales de desarrollo a relajar sus restricciones crediticias para que fluya más dinero a los países que lo necesitan, no es más que una muestra de ello.
Una comisión dirigida por los economistas Nicholas Stern Amar Bhattacharya y Vera Songwe pidió un impulso de inversión rápido y sostenido que priorice la transición hacia una energía más limpia, el logro de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU y la satisfacción de las necesidades de los países cada vez más vulnerables. El informe concluyó que la inversión anual de estos países en acción climática debe aumentar de inmediato, de aproximadamente $ 500 mil millones en 2019 a $ 1 billón para 2025 y a $ 2,4 billones para 2030. Esa inversión no solo cumplirá con el acuerdo de París; también impulsará esta nueva forma de crecimiento y promoverá el progreso hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Según los autores del estudio, tanto el Banco Mundial como los otros bancos multilaterales de desarrollo tienen un papel fundamental que desempeñar para lograr los objetivos de París. Sus inversiones anuales en acción climática deberán triplicarse a $ 180 mil millones para 2025, de alrededor de $ 60 mil millones en la actualidad, para lograr el cofinanciamiento con el sector privado en la escala necesaria, combinado con el apoyo a la infraestructura pública.
Los ministros de finanzas africanos han anunciado que pronto presentarán su propia lista de «cosas por hacer» para el Banco Mundial. No estaría mal que la secretaria de Integración Centroamericana (SICA), junto con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), asumieran su compromiso de hacer propuestas concretas para una región que está entre las más frágiles frente al cambio climático a nivel mundial. Sería importante para la región invitar a Banga a apoyar la elaboración de una lista en base a las tres prioridades definidas en el mencionado estudio: 1) Financiamiento de la transformación energética; 2.) Inversiones en la resiliencia de las comunidades más pobres contra los impactos del cambio climático y 3.) Mejorar la diversidad y los ecosistemas vitales.
REFORMAS PROFUNDAS EN LA ARQUITECTURA FINANCIERA INTERNACIONAL
Tanto los Estados Unidos como sus socios europeos y Japón están abiertos a una reforma del Banco Mundial y el FMI para adecuarlos a los nuevos tiempos. La propuesta formulada por el Banco Mundial hace unos meses parece, sin embargo, insuficiente para hacerle frente a los retos que enfrenta la humanidad y el planeta.
Existe un mínimo consenso internacional en torno a las exigencias. Una de las más importantes se refiere a que el Banco Mundial debería proporcionar más dinero para la protección del clima. Dicha exigencia adquirió mayor relevancia en la COP27 en Egipto. También debería prestarse más atención a las pandemias, la migración y el desarrollo regional. En resumen: el Banco Mundial debería posicionarse con más fuerza para abordar los “desafíos globales”. Para ello es necesario renovar el modelo vigente de financiación. Además de ello habrá que cambiar el modelo de dirección y gerencia. Habrá que formular condiciones crediticias más favorables, entre otras medidas, que fomenten las inversiones en bienes públicos. El Banco Mundial debería mostrarse más dispuesto a asumir riesgos. Esto implica poner menos atención en la calificación y más énfasis en las exigencias de la transformación.
Ya no es posible ignorar que muchos países del Sur Global exigen alivio de la deuda. Hasta ahora ha habido poco movimiento hacia la creación de un marco global para la reestructuración de la deuda y los procedimientos de manejo de insolvencia soberana. Este es también un tema en la conferencia de primavera. Como lo afirma la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ya no cumplen el propósito en el siglo XXI que cumplieron en el siglo XX y, por lo tanto, continuamos reiterando nuestro llamado a reformas de la arquitectura financiera mundial.
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Doctor en Economía e investigador del Instituto SUEDWIND de Bonn, Alemania. especializado en desarrollo y deuda externa, y ha realizado estudios para el EDD en África y América Latina Ver todas las entradas