En la Biblia se hace la siguiente e importante pregunta: ¿Qué es el hombre para que tanto de él te ocupes, para que pongas en él tu corazón, para que le escrutes todas las mañanas y a cada instante le escudriñes? (Job: 7,17).
Cuando en 1776, Adam Smith, el que es considerado por algunos especialistas, como el padre de la economía política moderna; escribió su influyente obra, “Una investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” (o simplemente la Riqueza de las naciones); con la tesis central, que la clave del bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a través de la división del trabajo; lo hizo desde la perspectiva del “utilitarismo de las cosas’’, o sea, ‘’dame lo que necesito y tendrás lo que deseas’’.
Sin embargo, tal enfoque dio lugar al surgimiento de toda una teoría filosófica, fundamentada en que la economía supera al simple mercantilismo que, dicho sea de paso, constituyó una corriente heterogénea, que venía desarrollando nociones económicas, desde el siglo XV, más vinculada a los imperios coloniales, que a la naciente revolución industrial.
Aunque Adam Smith –considerado también el padre de la economía moderna- tardó doce años en concluir su obra, La riqueza de las naciones (1764-1776); llama la atención que dicha obra fue precedida por otra obra suya titulada: ‘’Teoría de los sentimientos morales”; lo que de alguna manera le facilitó llegar a la conclusión, que gracias a la apelación al egoísmo de los particulares se logra el bienestar general”.
‘’Esto es muchas veces interpretado de forma imprecisa, como que simplemente el egoísmo lleva al bienestar general. Sin embargo, pasajes tanto de su obra Los sentimientos morales, como la de su otra obra, La riqueza de las naciones, dejan en claro, que la empatía con el egoísmo del otro y, el reconocimiento de sus necesidades, es la mejor forma de satisfacer las necesidades propias”.
Así pues, aunque parezca inmoral y cínico admitirlo, se puede concluir que el ser humano es egoísta por naturaleza y, que por lo tanto, la forma de producción capitalista, es la que más se adapta a la forma natural de ser y actuar del ser humano, hasta el actual momento evolutivo de la sociedad, sin descartar que en la medida en que la humanidad evolucione hacia niveles superiores de conciencia y convivencia humana, vaya conformando todo un sentimiento de solidaridad que lo convierta en un ser superior trascendente. En tal sentido, puede verse con agrado y esperanza que, en una oportunidad, 40 multimillonarios estadounidenses con Bill Gates a la cabeza, dispusieron donar la mitad de su fortuna, para hacer un total de $230,000 millones en beneficio de la colectividad.
Ahora bien, tiene algún sentido preguntarse, ¿son simplemente las cosas materiales, lo que constituye la principal riqueza de los países, o son sus habitantes como recurso humano lo más valioso? En ese sentido, actualmente, autores como David Wessel, afirman que “el factor demográfico es muy importante en la riqueza de los países, porque naciones con poblaciones enormes como China, se benefician de grandes ideas que conducen a un mayor desarrollo”; claro está, que para que el factor demográfico sea positivo como tal, debe acompañarse de políticas de Estado, y acciones de gobierno que conduzcan a una real y efectiva educación de la población, orientadas a fortalecer el aparato productivo, es decir, haciendo énfasis principalmente en ciencia y tecnología, carreras técnicas cortas o simplemente en cualificar y certificar la mano de obra en su más amplia dimensión; pero sin descuidar todas las otras carreras universitarias ya existentes.
El mismo autor, hace énfasis que mientras haya más personas habrá más ideas y, a diferencia de la tierra y el petróleo, por ejemplo, las ideas pueden ser usadas por más de una persona a la vez.
El autor David Wessel, en su ensayo El factor demográfico en la riqueza de los países, afirmó en el 2018, que, en los próximos 40 años, las poblaciones en edad productiva de Japón y Europa, se contraerán en 30 y 37 millones respectivamente, según proyecciones de Naciones Unidas.
En dicho sentido, naciones como China, –Debido a que antes del 2015 tenía establecida la política demográfica de un sólo hijo-, en los próximos 40 años, tendrá aproximadamente, 100 millones de trabajadores menos que hoy en día; en cambio, India tendrá aproximadamente, 300 millones más, que, aunada a la expansión de la frontera tecnológica, la convertirá en uno de los países más desarrollados.
Así, mientras Europa y Japón envejecen demográficamente, vislumbrándose un panorama oscuro en el futuro, con relación a la pensión y jubilación de una creciente población económicamente inactiva en la tercera edad; en cambio, los EEUU se favorecerán de la inmigración proveniente de otros países y especialmente de América latina, que por su idiosincrasia favorece o incrementa la tasa de natalidad en los EE.UU., rejuveneciendo a dicha gran nación del norte. Es por eso, que el actual gobierno de EE.UU., deberá implementar los más pronto posible, una visionaria, profunda y ambiciosa reforma en política inmigratoria.
En los momentos actuales, esto debe ser muy tomado en cuenta por la clase política estadounidense de los Partidos Republicano y Demócrata, para permitir que aproximadamente 800,000 jóvenes “soñadores” que ingresaron a EE. UU ilegalmente con sus padres, cuando ellos tenían 16 o menos años de vida; sean amparados por la acción diferida DACA.
Muchos de esos jóvenes en su transición hacia la vida adulta; han demostrado gran espíritu de superación personal, al grado tal, que un número muy importante de ellos destacan por sus talentos como investigadores científicos y maestros en los distintos colegios y universidades de EE. UU, o como empresarios en todos los niveles.
En el continente americano los antropólogos e historiadores reconocen que en la antigüedad florecieron dos grandes civilizaciones: una en América Central y otra en América del Sur; por lo tanto, resulta lógico pensar científicamente que muchos de esos jóvenes, han heredado genes de inteligencia que, al mezclarse con los genes de inteligencia de origen anglosajón, darán como resultado en un futuro cercano un grupo de población mucho más inteligente en los EE.UU.
El futuro y destino de EE.UU., por circunstancias geográficas e históricas, está indisolublemente ligado al destino y futuro de América Latina, la cual ha demostrado que también produce personas talentosas, que por falta de oportunidades en sus respectivos países se ven obligados a emigrar hacia los EE.UU.
Así pues, en un sentido más amplio, resulta lógico pensar que el actual gobierno de los EE.UU., con la implementación de una pragmática reforma en política inmigratoria, deberá alentar el ingreso legal al país, de mano de obra calificada y certificada proveniente de América Latina, que ellos mismos podrían coadyuvar a formar in situ en sus respectivos países, principalmente en aquellas actividades productivas que los mismos estadounidenses no desean realizar.
En América Latina, países como México y Brasil, -en un futuro próximo-, se favorecerán por el factor demográfico positivo, ya que según Dominique Strauss-Kahn, ex director del Fondo Monetario Internacional; ‘’el poder es sinónimo de números’’, afirmando también, que “en las próximas décadas debido a internet, y otros muchos cambios que han encogido al mundo, es casi imposible que un solo país mantenga la propiedad de una tecnología para sí mismo’’.
Esto es contrario a lo que proponía Thomas Roberto Malthus en el siglo XIX, en su Ensayo sobre el principio de la población, “en el que, dado el aumento constante de la población, aconseja la limitación de los matrimonios y nacimientos para evitar un empobrecimiento progresivo de las clases sociales, producido por la escasez de los medios de subsistencia, afirmando que mientras la producción de alimentos crecía aritméticamente la población crecía geométricamente’’.
Esto ha sido así, hasta el momento, porque la economía mundial de las grandes potencias está fundamentada principalmente en la industria bélica, que implica mucho gasto en armamento y tecnología de guerra, que paradójicamente deja muy poco recurso económico, para atender la urgente necesidad de alimentos y otro tipo de necesidades básicas del ser humano, que sufren las naciones más pobres del mundo, constituyéndose en una especie de bomba social, que es la causa principal del surgimiento de la delincuencia y el terrorismo, que tanto amenaza la forma de vida principalmente en potencias como EE.UU.
Se puede concluir que, si el factor científico, económico y tecnológico, se usara para generar vida y no muerte en nuestra madre tierra; el factor demográfico no sería una especie de maldición, sino una bendición que Dios nos da a través de nuestra madre naturaleza.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas