Por: Redacción CRITERIO.HN
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Tegucigalpa.-Ya son casi dos meses en los que el rubro del transporte está fuera de servicio a causa del Covid-19 y los taxistas lo empiezan a sentir fuerte y reclaman justicia, ya que no consideran correcto que otros sectores reciban permiso para trabajar y ellos no.
Ayer el Gobierno de Honduras autorizó la apertura de restaurantes cuyas ventas consisten en Hamburguesas, pizzas, platillos a base de marisco y crepas entre otras comidas que no forman parte de la cultura gastronómica o de la canasta básica de los hondureños.
De acuerdo a lo anunciado por funcionarios se ha autorizado la apertura de dichos negocios con la finalidad de “proteger el empleo de miles de hondureños que han sido afectados por la crisis económica que atraviesa Honduras a raíz de la emergencia sanitaria por el coronavirus”
De igual manera se abrieron hace tres semanas las ferreterías y desde el inicio de la cuarentena se habilitó el sistema bancario, farmacias y supermercados bajo el cumplimiento a las estrictas medidas de bioseguridad.
Bajo este contexto el sector transporte y en específico el rubro del taxi ha clamado equidad en el acceso al trabajo y por ende a la alimentación para ellos y su núcleo familiar.
Al respecto Critero.hn cuenta la historia de Gustavo, Carlos y Edwin, amigos de timón y de calles cuyos relatos son la realidad a escala de miles de trabajadores afectados por el Covid-19.
Gustavo: “vivo de lo ganó a diario en la calle y lo poco que tenía se acabó”
Son las 3:00 de la tarde, “Tavo” como le llaman sus compañeros del punto de taxi camina de un lado a otro, suelta su melena larga, luego la vuelve a recoger con una cola, algo le preocupa, se le nota a la distancia.
Y no es para menos, en casa le esperan dos hijas que alimentar, el día está llegando a su final y en su bolsa apenas 70 lempiras de una carrera con los que tiene que ajustar para la cena y el desayuno del día siguiente.
Don Gustavo Ordoñez, no solo tiene que medirse contra el coronavirus, encima debe buscar rutas alternas que le permitan evadir los retenes policiales ya que de ser sorprendido trabajando corre el riesgo que le decomisen su unidad por lo que debe elegir minuciosamente que carreras aceptar como si se tratase de un “delincuente” que busca evadir la justicia.
“Los primeros días me quedé en casa, sin embargo vivo de lo ganó a diario en la calle y lo poco que tenía se acabó, tengo dos hijas, Nazaret y Esperanza y ocupo trabajar para llevar de comer”.
“Nos está tocando muy duro, días como hoy apenas una carrera de 70 lempiras y con eso debemos hacer dos tiempos, no entiendo porque abren restaurantes, el mayoreo, comercios en general y a nosotros no nos permiten trabajar, perfectamente podemos llevar una persona en la parte trasera respetando las distancias y cuidándonos, nos van a matar de hambre si no nos dejan trabajar”.
“Ojalá que las autoridades encuentren una forma de apoyarnos o que encuentren una solución para que podamos trabajar”.
Pero el de Ordoñez es apenas un caso de muchos taxistas que ven como sus posibilidades de sobrevivir se reducen a infringir la ley impuesta por las autoridades corriendo el riesgo de ser detenidos.
Carlos: “Nadie me va llevar comida a la cama, debo salir”
La situación de Carlos Díaz, es aún más caótica y es que en su caso asume el riesgo de salir a trabajar sin ser dueño de la unidad, lo que implica que debe hacer plata suficiente para pagar tarifa y poder obtener ganancia para el sustento diario.
“La gente dice que somos burros porque no nos quedamos en casa, y qué me voy a quedar haciendo si no tengo que comer, nadie me va llevar comida a la cama, debo salir y ver cómo resuelvo mis problemas, no solo tengo que hacer pisto para comer, también debo pagar 300 lempiras de tarifa, combustible, en resumen debo recaudar al menos 700 lempiras para poder tener alguna ganancia y en estas circunstancias es imposible, hay día que nos vamos con una carrera de 50 lempiras”.
Díaz relata que tuvo que enviar a su hijo menor a donde sus abuelos afuera de la ciudad porque ahora mismo no tiene capacidad de mantenerlo ya que también enfrenta el pago de la renta.
“No podemos seguir en estas circunstancias, estamos condenados a la muerte si no nos permiten trabajar, voy atrasado con el alquiler, encima por ser diabético estoy más expuesto. Le pido a las autoridades que nos dejen trabajar o que busquen la manera de ayudarnos para sobrevivir, no están siendo justos con nosotros”.
Edwin: “Que el gobierno nos permita trabajar, no queremos que nos regalen nada”
Por su parte, Edwin Osorto relata que tuvo que dejar su vivienda para buscar algo más barato ya que el no poder trabajar es imposible hacerle frente a la situación.
“Solo vivo con mi hijo, él es mi gran preocupación y de momento tuve que sacarlo de donde ha vivido toda su vida, desde los cinco años porque ya no puedo pagar 3500 lempiras de alquiler, bueno ya ni mil lempiras se puede sin tener ingresos, pero estoy gastando los poquitos ahorros para poder salir adelante”.
“La petición que le hacemos al gobierno es que nos permita trabajar, no queremos que nos regalen nada, solo que busquen el mecanismo que nos dé la posibilidad de hacer dinero, han abierto restaurantes y otros negocios donde la gente de aglomera, nosotros apenas pedimos llevar una persona y con todas las medidas necesarias”.
En Tegucigalpa circulan más de 8,500 unidades registradas y a esto se debe sumar la modalidad de los taxis VIP que nadie los controla y que también están siendo afectados por el parón obligatorio de labores producto del Covid-19.
Hace unos días el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES), en conjunto con el sector privado, entre ellos Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), la Cámara Nacional de Turismo de Honduras (Canaturh), anunciaron que de acuerdo a un estudio realizado en los próximos meses se podría llegar a la cifra de 300 mil o hasta 500 mil nuevos desempleos, en consecuencia del covid-19.
Gustavo, Carlos y Edwin, se suben a sus unidades con la esperanza de poder encontrar pasajeros y finalmente poder llevar dinero a sus hogares.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas