Día a día las 84 personas a bordo están a la espera de que se confirme un caso positivo más, luego de que el último reporte registrara 36 casos. Muchos temen no poder regresar a sus casas y abrazar a sus familias. La dantesca escena no parece conmover a la compañía o a las autoridades hondureñas que hacen caso omiso del clamor por salvaguardar sus vidas.
Marvin Fernando Paz (51): Hondureño a bordo del Greg Mortimer
“Estamos en el Greg Mortimer de la Compañía CMI. Yo aborde el 15 de febrero este barco, estamos haciendo cruceros hacia la Antártica, lo abordé en Ushuaia, Argentina hace un mes y regresamos el 15 de marzo a Ushuaia.
Cuando veníamos de nuevo a Argentina se oían las alarmas de la pandemia. La organización Marítima Internacional había advertido que no recomendaba hacer más cruceros porque ya había puertos que iban a cerrar y nosotros creímos que íbamos a quedarnos en Argentina, que ya no íbamos a embarcar más pasajeros por todo lo que se decía, pero como no tenemos acceso a toda la información, no lo sabíamos.
Desembarcamos a los pasajeros que habían completado el crucero y comenzamos a meter las cargas de las provisiones, a eso de las 3:00 de la tarde comenzaron a llegar los pasajeros que venían de Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda y otros países. Se hizo la embarcación con el protocolo habitual y partimos. Sin embargo, Mauricio Usme Arango, médico abordo, le pareció extraño que esos pasajeros habían pasado todos los aeropuertos, cuando ya estaba toda la alerta del Coronavirus.
En la Antártida, aparecen los primeros casos
Luego de una la semana estábamos en la Antártida, el 22 de marzo y apareció la primera persona con síntomas. El pasajero australiano que días después estaría hospitalizado en Uruguay, comenzó con los síntomas. Inmediatamente el doctor activó el protocolo de sanidad del barco. Lo aisló en su cabina y él advirtió al capitán y a todos que eran síntomas de Coronavirus, pero como no se sabía a ciencia cierta, porque no había a bordo pruebas para confirmarlo.
Siguió corriendo el crucero y cada día aparecían más pasajeros y más tripulantes con síntomas. Comenzaron a aislar a los pasajeros. Se aislaron a todos los pasajeros, después no podían salir de la cabina, inclusive los tripulantes presentaban con síntomas.
La situación en el buque se complicó aún más cuando 128 de 217 pasajeros y miembros de la tripulación dieron positivo al virus.
Ni siquiera fueron recibidos en las Islas Malvinas/Falklands, un territorio no autónomo administrado por Reino Unido, ya que las autoridades locales dijeron no tener capacidad para lidiar con el alto número de infectados.
De retorno a Ushuaia
La compañía australiana Aurora Expeditions, dueña del crucero de lujo Greg Mortimer, decidió retornar a Ushuaia, Argentina para ver si se podían desabordar los pasajeros porque ya les habían advertido que Australia podría cerrar sus puertos. Retornamos a Argentina el 28 y fue imposible desembarcarlos porque ya los puertos estaban cerrados.
Es así que el Greg Mortimer, que había zarpado el 14 de marzo cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) había reportado 142.000 casos y 5.400 muertes, terminaría fondeando en aguas uruguayas el 27 de marzo.
Se tomó la decisión de salir a donde estamos anclados en la Punta del Este de Uruguay, en el río de la Plata, un estuario formado por la unión de los ríos Paraná y Uruguay, en el Cono Sur de América, a 20 kilómetros de Montevideo. Tampoco fue posible que anclara el barco porque las autoridades del puerto tenían la alerta por la pandemia y no lo permitieron.
Se extiende el contagio
El 31 de marzo, hasta esa fecha había al menos 22 personas infectadas, -recuerda Marvin- comencé con síntomas (fiebre, dolor de cabeza, dolor de cuerpo). Fui al médico y me aislé en mi cabina. Desde esa fecha estoy aislado en la cabina. Hoy ya tengo 34 días.
El Greg Mortimer, un crucero de 104 metros de largo con capacidad promedio de 126 pasajeros, que tenía previsto un recorrido por la Antártida y las Islas Georgias del Sur, iba a navegar, pese las recomendaciones sanitarias a raíz de la pandemia del COVID-19.
El barco solo tiene a su tripulación a bordo, ya que los pasajeros fueron repatriados a sus respectivos países. “El gobierno australiano mandó un avión. Hicieron un cordón humanitario y desembarcaron los pasajeros estadounidenses y de otros países. Algunos iban infectados, otros no positivos, pero eran pocos los que no estaban infectados”, explicó.
El gobierno uruguayo mandó una comisión médica antes de que desembarcaran los pasajeros para hicieran la prueba y a los tres días mandaron los resultados, casi toda la población estaba positiva. Lograron desembarcar a los pasajeros en dos viajes y salieron del barco hacía los buses que los llevaron directamente al aeropuerto con sus respectivas máscaras y guantes.
La espera se vuelve infinita, más casos positivos
La compañía anunció que la tripulación sería desembarcada, pero no ocurrió así. Se han hecho tres rondas de pruebas y las tres han salido positivas y cada vez que nos hacen una prueba salen más casos negativos.
De 84 tripulantes que quedaron en el barco, 30 dieron positivos antes de la tercera prueba, realizada el 30 de marzo, “nos la entregaron el 3 de abril y volvió a salir positiva y el 17 de abril falleció un compañero” quién omitimos su nombre.
“Lo sacaron del barco y lo llevaron a un hospital aquí en Uruguay donde murió. El doctor también se puso mal. Se lo llevaron, pero pudo recuperarse y lo volvieron a traer al barco, así como cinco personas más de otras nacionalidades”.
Hasta ahora la compañía no ha decidido que va a hacer con la tripulación. “La infección sigue porque la carga viral que hay dentro del barco es mucha. Tal vez nuestro cuerpo expulse el virus, pero vuelve a entrar porque todos respiramos el mismo aire, lo que significa que el virus sigue ahí y la enfermedad se extenderá a otros que no habían sido afectados todavía”.
Filipino fallece tras permanecer hospitalizado
El 17 de abril, un ciudadano filipino, que integraba la tripulación del crucero, murió de COVID-19 tras permanecer varios días hospitalizado en la capital de Uruguay, informó el canciller Ernesto Talvi.
“Un ciudadano filipino, miembro de la tripulación del buque Greg Mortimer, falleció hoy a causa del coronavirus. Les hacemos llegar a su familia y seres queridos nuestras condolencias. Lo lamentamos mucho”, sostuvo Talvi en Twitter.
El ministro reportó que De las 11 personas del buque que fueron internadas en el Casmu y en el HB (Hospital Británico) quedan solo tres. ¡Un gracias enorme al personal de la salud!”, indicó el ministro según el portal de noticias Sputnik.
“De los que quedamos, desde el fallecimiento del compañero de nacionalidad filipina, 72 estamos aislados y los demás están trabajando encargados de carga y repartir la comida. La comida la recogemos en la puerta de la cabina cuando ellos ya se han ido, la recogemos del piso. Y la basura la tenemos bolsas adentro. Nos han traído cloro y pasamos sanitizado la cabina, pero el virus no cede”, lamentó Marvin.
“Una invitación al desastre”
El médico Mauricio Usme originario Medellín, Colombia viajó a Ushuaia para un trabajo más como oficial médico a bordo de un crucero, pero cuando el COVID-19 llegó al Greg Mortimer tuvo que actuar rápido, asistió a todos como pudo y resultó infectado. Tras estar hospitalizado, confesó en declaraciones a la agencia de noticias EFE que aquel viaje “era una invitación al desastre“.
“Llegamos a Ushuaia convencidos de que no íbamos a tener más viajes porque las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, de los gobiernos, era parar todos los viajes, desembarcar los pasajeros y estar ‘stand by’ (en espera)”, afirma.
A raíz de ello, el oficial médico dice que fue una sorpresa cuando ese día se embarcaron los pasajeros provenientes de Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y algunos países europeos que, aunque estaban asintomáticos, podían haber contraído la enfermedad.
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“Si voy a morir que me lleve estando en mi país”
“En el último test que hicieron aparecieron seis nuevos casos. Es decir que la curva ascendente del virus dentro del barco sigue subiendo y eso es lo que tememos porque el doctor Arango ha dicho que es más dura la reinfección que la infección, es decir que estamos en peligro de morir aquí dentro”.
“Ya murió uno, hay compañeros que aún tienen síntomas y otros asintomáticos como yo que sólo tuve un día los síntomas, gracias a mi Dios. Aquí sólo tenemos a Dios porque él nos cuida y nos protege. El capitán nos entregó los resultados anteayer y no nos ha dicho nada más. La compañía nos envió una carta donde nos dice que ya no va a haber trabajo para nosotros hasta en el mes de octubre y nosotros entendemos porque esto afectó a nivel mundial a todos los países, todo se ha detenido”.
Hay 13 hondureños aquí a bordo, pero también han nicaragüenses, guatemaltecos, colombianos, filipinos y de otras nacionalidades a bordo. Como hondureño creo que merezco ser repatriado a mi país, allá tengo mi familia allá, a mis hijos.
“Si voy a morir, le pido mucho a Dios que no pase eso porque Dios me cuida y me protege pero que el día que me lleve, es mejor que me lleve estando en mi país y esa es la petición de los demás hondureños que estamos a bordo, que por favor nos ayuden a volver a nuestro país. Entendemos a la compañía, no va a haber trabajo ahorita con los barcos cruceros, lo entendemos. Lo entendemos porque es un problema a nivel mundial pero lo que no entendemos es por qué no nos repatrían, así como hicieron con los pasajeros de diferentes nacionalidades”.
Entre los pasajeros evacuados se encontraba una pareja de australianos de 59 y 60 años. “Ambos con neumonía y coronavirus” según informó por la Armada (Marina) en su cuenta oficial de Twitter, junto a una foto de la lancha que realizó la operación.
“Queremos regresar a Honduras, sabemos que la situación en Honduras está difícil y sabemos que hay que respetar los protocolos de seguridad y sanidad que ha puesto el gobierno lo vamos a hacer, que nos hagan la prueba, pero sabemos que fuera del barco tenemos la posibilidad de negativizarnos porque ya no vamos a estar infectándonos, así como lo estamos aquí.
De acuerdo con su relato, hay provisiones de comida y nos han dado el tiempo de desayuno, almuerzo y cena, pero la incertidumbre de saber qué va a pasar o si alguno sufre complicaciones respiratorias les ha afectado emocionalmente, el confinamiento se reduce a una cabina que mide dos metros.
Consulado hondureño niega su retorno
La tripulación logró contactar al cónsul, Kenia Sofía Ortiz, en Argentina. Sin embargo, pese a conocer la actuación de otros países indicó que las personas con COVID-19 no podrían retornar al país. Por otro lado, el gobierno uruguayo no permite en desembarco al puerto y anunció que permitiría que un vuelo sanitario los saque directamente.
“No ha habido hasta ahorita una respuesta, o una solución. El cónsul contestó ahora que lo sentía mucho, que no puede desembarcarnos porque estamos positivos y que iba a seguir gestionando, cosa que todos los que estamos a bordo. Le agradecemos al gobierno uruguayo porque nos han atendido muy bien y han hecho muchas cosas por nosotros. La única comunicación que tenemos nosotros es por Whatsapp y el internet es tan bajo que se va y viene, es muy poca la comunicación casi sólo es por los mensajes de chat”.
Actualmente hay dos médicos venezolanos a bordo, pero se van porque sólo los contrataron por un mes y no les quieren renovar el contrato. La compañía no ha dado una respuesta de pagar el vuelo Chárter. Ya el cónsul mandó una carta a la compañía, pero no ha tenido una respuesta.
En un comunicado del Instituto Nacional de Migración (INM), emitido el 29 de abril, se anunció que todos los hondureños pueden regresar a su país, inclusive con pasaporte vencido.
Javier Enrique Perez Alvarado; Crew del Greg Mortimer
“Nosotros estamos pasando un momento muy difícil y delicado de salud y queremos una ayuda porque aquí la compañía no nos da ninguna solución de desembarque y hasta que estén normalizados los vuelos comerciales van a sacarnos de aquí. Pero hay un problema porque ha aumentado la cantidad de personas infectadas y queremos que nos saquen de aquí, porque esto es demasiado. Tenemos un mes y tres días de estar cumpliendo cuarentena y un compañero de Filipinas ya falleció a causa de eso”.
“Estamos dentro de un barco con espacios muy reducidos y el virus está completamente encerrado, pero cumplimos los protocolos de sanidad. Estamos pidiendo que nos ayuden porque ya no soportamos estar aquí. Sabemos que se puede hacer la ayuda porque ya desembarcaron y queremos que nos hagan eso, pero la compañía no quiere pagar el vuelo Chárter, sino que está esperando que abran líneas aéreas, pero y nosotros estamos preocupados en realidad, más el encierro y el virus y todo eso, nosotros no soportamos más”.
Edward Martínez; Crew del Barco Greg Mortimer
“Estoy varado en el Greg Mortimer aquí en Montevideo, Uruguay. La situación nos ha hecho ya tres pruebas y en los tres he salido positivo del COVID-19. Siento que no hay un avance debido a las condiciones del barco, no son las requeridas, si no nos bajamos del barco nunca nos vamos a curar. Es feo estar encerrado en estas condiciones y siento que la mejor opción es que nos ayuden a podernos bajar del barco”.
Johan Ortiz; Crew del Greg Mortimer
“Ahorita mismo estamos en Montevideo, Uruguay, en el barco llamado Greg Mortimer. En mi caso en particular, ya tengo un mes de estar encerrado en una cabina debido a que estoy contagiado con el Coronavirus. En mi caso un mes, en otros un mes y medio casi y va para largo. Y la situación aquí es que uno no se puede recuperar ya que el barco está totalmente contagiado, hay personas que se han vuelto a reinfectar y no tenemos los medicamentos necesarios y si seguimos aquí no creo que haya una recuperación pronta, que el virus pueda desaparecer de este barco. Estamos desesperados, hay personas que tienen ataques de ansiedad, que no pueden comer, dormir, que se sienten frustradas de tanto encierro y no se sabe hasta cuándo esto va a terminar porque en lugar de bajar los casos, van aumentando porque el barco está completamente infectado”. (Tomado de:Conexhion.hn)
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas