Por: Carlos Roberto Zelaya
El veredicto condenatorio del jueves anterior en la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York, contra el hermano del dictador Juan Orlando Hernández Alvarado, Juan Antonio “Tony” Hernández Alvarado, abrió la verdadera Caja de Pandora en el día a día de este empobrecido país.
En el campo político deja un abanico de posibles vías que van de tonos claros a tono oscuros; desde caminos oscuros y ominosos, a las más grandes y hermosas gestas de un pueblo que quiere ser el dueño de su historia.
Sin duda que se viene un choque de poderes que entremezclan un bloque político-social de oposición que dé lugar a la salida del régimen actual, para lo cual el nuevo contexto político alzó el banderillazo inicial a partir de este lunes 21 de octubre, con tomas y actos de protestas indefinidas hasta obligar a la salida del régimen.
Cabe en el escenario la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente, o un profundo proceso de democratización económica, social y política, del que Washington pretenderá mantener en la agenda de un disloco presidente como Donald Trump, que a su vez enfrenta problemas en casa, por lo que una asociación en defensa de Juan Hernández Alvarado le es políticamente inconveniente pues suma piedras a su camino por la reelección.
La sociedad hondureña, con una muchedumbre de mansos e indiferentes y otra menor de ardorosos contestatarios, se muestra indolente y parece no darse cuenta del momento histórico que vivimos.
No hay consciencia que la coyuntura pinta también a un posible golpe de Estado militar del lado más oscuro y cercano al oficialismo, a pesar de que si sucede empeorará la situación económico- social en el país.
Habrá mayor inseguridad jurídica que ahuyenta la inversión local y extranjera, que al primer semestre del año mostró una merma de 39 por ciento con respecto al año anterior; que se reduce la creación de empleo y abre de par en par las puertas a que el “tío Sam” meta directa y descaradamente las manos lo que a su vez precipita aún más la desaparición física del Estado nacional.
La obra trágica en esta etapa de la historia de Honduras tuvo su prólogo en el golpe de Estado del 2 de junio de 2009 contra el presidente liberal progresista José Manuel Zelaya Rosales, a causa de su alejamiento de Washington y aproximación a las naciones más soberanas del continente como los son Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Cuba y Brasil, en la época de Lula Da Silva, todo un cóctel de dolores de cabeza para la Casa Blanca.
La hecatombe político-social y económica tras el golpe de estado de Roberto Micheletti Bain y el Partido Nacional, continuó con regímenes nacionalistas corruptos y fraudulentos de Porfirio Lobo Sosa, Juan Hernández Alvarado, que parió su cuota de malestar en el país con la ilegal e inconstitucional reelección presidencial, camino natural de la debilidad institucional y la indiferencia social.
“Tony Hernández pudrió las instituciones públicas de Honduras. Su Partido Nacional perdió las elecciones en 2005. Prometieron no volver a perder. Dedicaron dinero de las drogas a las campañas del Partido Nacional, 2009, 2013, 2017”, dijo entre sus conclusiones el fiscal Emil Bove.
Además, que “a partir de 2010. El presidente de Honduras desplegó a los militares en la frontera de Guatemala para proteger el narcotráfico”, añadió, para los agobiados oídos de Tony Hernández y sus familiares.
Frases del paso clave que coronó la concreción de los verdaderos fines de las aspiraciones políticas, si es que se pueden llamar así, del dictador en marras, algunos de sus familiares y la sarta de individuos que hoy lo acompañan, la instalación de una dictadura ramificada en la corrupción, el narcotráfico, la cooptación institucional y la impunidad perenne.
El veredicto de Tony Hernández, no sé, pero la trama, sus actores y hechos me recuerdan tanto a los personajes de “El Padrino”, la obra magistral de Mario Puzzo sobre la vida, lenguaje y hábitos de la mafia siciliana de Nueva York, caramba, Nueva York otra vez, en la década de los años 50’.
Fue la decisión de un jurado abre puertas a una sentencia ejemplar que a su vez envía un poderoso mensaje a los mafiosos enquistados en la política bipartidista, liberales y nacionalistas, de que la corrupción y el crimen organizado instaurados tras el golpe de Estado no será tolerada y tendrá su castigo.
Con guirnaldas en los hombros el mandante, su camarilla de adeptos y su partido nacional reaccionan tal como se esperaba, visceralmente, con torpeza, miopía y violencia; no viendo más allá de sus narices. Impotentes en no poder reconocer que su camino es su perdición definitiva, lo que también será una bendición para este país.
Como el alba que rompe la oscuridad se aprecia la iniciativa, por fin, por fin de verdad, de un movimiento de coalición política para acabar con la dictadura formada por Libertad y Refundación, Salvador Nasralla y su formación partidista “Salvemos Honduras” y el segmento rojiblanco que sigue a Luis Zelaya, ex candidato presidencial y titular del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal.
Esa es la única y mejor opción que vemos hoy para la patria, que urge de sus hijos para ponerla a salvo y rescatarla de las garras de los que hoy mancillan su presente y futuro, su honra y dignidad.
Debemos despertar, tenemos que despertar…mañana será demasiado tarde, nos heredó como parte de su legado Berta Isabel Cáceres Flores, líder del pueblo Lenca y defensora del patrimonio natural de los pueblos. Sigamos sus pasos…
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas