Nueva ola de movilizaciones

México

Por: Marlin Oscar Avila

En cada momento coyuntural donde, después del golpe de Estado del 2009, en que la población del país se anima a salir a las calles para protestar se presentan condiciones particulares que provocan a la ciudadanía perder el miedo creado por el gobierno. Esta vez se incluye un factor que no había estado en los escenarios anteriores de manera determinante. En días pasados, después de mucha evidencia de la corrupción dentro del Estado, a niveles internacionales, se ha creído que, sin mucho esfuerzo nacional, el actual círculo gobernante va a caer, por intervenciones extranjeras, particularmente desde las fuerzas imperiales de Washington. Algo así como, “dejemos que Tío Sam tome cartas en el asunto, dejándonos el espacio del poder libre para que nosotros decidamos qué hacer con él”. Algo muy iluso e inconveniente.

No obstante, esos deseos, que parten más de un estado emocional ingenuo, no han hecho más que acumular frustraciones colectivas y dispersión en las organizaciones sociales y políticas del país. Sin un proyecto político alternativo que persuada a las grandes mayorías para volver a tratar de cambiar las condiciones a su favor, mediante el uso del voto electoral, varias veces usurpados, se ha perdido no solamente el deseo de la protesta masiva, pero el de entrar en procesos electorales democráticos.

El poder se sostiene por varios factores, sí uno de ellos se mueve y sale, puede provocar que otros de esos factores se debiliten y produzcan una caída del poder establecido o, si más bien se fortalecen unos, aunque otro se debilite, no se provoca ese cambio del poder. Uno de los factores es la opinión de las mayorías. Por más que las mayorías así lo deseen y lo exijan un gobierno, como el hondureño, puede mantenerse sin inmutarse por su impopularidad Es lo que ha venido sucediendo desde el 2010.

Además de tener o no el apoyo de los votantes y pobladores, un gobierno debe mantener el apoyo de su Ejército. Sin ese apoyo, (segundo factor) es factible que otros sostenes se debiliten. Para que el gobierno estadounidense haya logrado derrocar tantos gobiernos extranjeros como lo ha hecho, siempre ha buscado resquebrajar la confianza y apoyo que el Ejército del tercer país mantiene con el gobernante a derrotar. Es evidente que el Ejército hondureño mantiene su apoyo al círculo gobernante, por las razones que sean. Incluso, por estar coludido en los mismos movimientos de mercado irregular, por haberse dejado chantajear con prebendas extraordinarias y, hasta porque la promoción militar amiga del Comandante General, sea la que finalmente gobierne el cuerpo militar, dejando a las otras en rezago. Desde luego, esto puede llevar a un despeñadero a la misma institución castrense en lo moral, como en su misión y razón de existencia.

Desde luego, en un país, y región, tan “cristiana” como ésta, el apoyo de los líderes religiosos es importante (tercer factor). Tanto el apoyo del Cardenal, como el de algunos pastores en las iglesias protestantes, es crucial. Estas iglesias mueven la opinión general y, últimamente están introduciéndose en la política partidaria, estimulados por fuerzas internacionales para vencer las fuerzas consideradas por sus líderes como “comunistas, socialistas, izquierdistas”, sintiéndose fuertes por el apoyo activo que reciben de las corrientes ideológicas que encabeza Mike Pence desde la Casa Blanca en Washington.

Desde luego, el factor económico pesa, (cuarto factor) pero este como otros gobiernos dictatoriales se sostienen con las mayores grabaciones al mercado y movimientos financieros que hacen al gran empresariado, a las pequeñas y medianas empresas, como a los empleados que reciben salarios regularmente. Aumentan los precios de los servicios que brinda el Estado, asegurando que nadie evada impuesto “por cumplimiento a la ley”, aunque los gobernantes y sus buenos amigos sí los evadan o se los disculpen. Los dictadores de aquí y de allá, se convierten en empresarios, competidores fuertes de otros empresarios, e incluso de otros carteles. Esto sin contar con las ayudas, donaciones y créditos de la cooperación internacional.

Estos gobiernos se consolidan y se aseguran tanto, que no escatiman en comprar hasta la voluntad de altos funcionarios extranjeros, jerarcas y gerentes de empresas transnacionales, para ser inmovibles, y buscar gobernar vitaliciamente. Así que cuentan con la bendición de las “santas” iglesias y sectas que negocian con el Señor de los Cielos y cuentan con la protección del mayor poder militar global como el Pentágono. Esto sin contar que dirigen las organizaciones del crimen y grupos paramilitares nacionales e internacionales.

Sabemos que el pueblo de los Estados Unidos de América se ha mantenido en constantes debates políticos desde las últimas elecciones generales en donde se impuso el peor de los presidentes de su historia. El impacto que esto tiene para los países que son “su patio trasero”, es significativo. Así que los gobiernos progresistas han sucumbido ante la astucia y el manejo inmoral de la ultraderecha en todo el continente, liderado desde Washington.

En este momento, los cuestionamientos de la Congresista por California, Norma Torres, de origen guatemalteco, han dado un suspiro de esperanza al pueblo empobrecido y sometido de Honduras. Sus comentarios y lo que ha dejado entrever con sus cuidadosas palabras, dejan al descubierto la complicidad de la Casa Blanca con la dictadura con cara de “democracia” que vive Honduras. Esto está animando a las organizaciones sociales y políticas del país para movilizarse en protesta, a pesar del miedo que se ha impuesto desde las fuerzas represivas gobernantes, la impunidad y los altos niveles del

crimen organizado quien selectivamente asesina a líderes sociales, periodistas y abogados que resaltan los hechos de corrupción y crímenes del Estado contra su pueblo.

Son dos factores que más están evidenciando debilitamiento en el régimen que gobierna Honduras. Su desprestigio internacional, más ahora con las expresiones del presidente electo de El Salvador, El empresario Nayib Armando Bukele Ortez, y con la intervención pública de la Senadora, Norma Torres. La Unión Europea que también ha estado sosteniendo su apoyo al actual gobernante, no sabemos si se va a mantener en esa actitud, como tampoco sabemos del apoyo mantenido por el Grupo de Lima. La OEA seguirá igual con los dictados de su jefe en la Casa Blanca. Pero habrá que saber cómo está la ONU ahora con tales denuncias internacionales contra el presidente Juan Orlando Hernández. Muchos de estos actores esperan el juicio del hermano del presidente, Antonio Hernández, en septiembre, para saber cómo actuar.

El segundo factor es la creciente impopularidad del actual régimen a nivel nacional. El último sondeo realizado por el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) lo demuestra con datos.

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Lo que faltaría confirmar es, si los otros factores se mantienen en la misma posición del 2018, si están variando a favor o en contra de mantener el poder político actual y, cuánto podrán los Demócratas estadounidenses, forzar al poder ejecutivo neofascista estadounidense, a quitar el apoyo que le brinda al gobernante hondureño.

No deja de preocupar el hecho de que la oposición no tenga más que ofrecer al pueblo sino caras y figuras de candidatos para llegar a la presidencia. No se ve una propuesta de lo que sucedería si la oposición toma el poder, no se ve un proyecto y menos un programa que persuada a la inteligencia social, confiados en que este pueblo no exige tales propuestas, sin otra cosa más que dictar consignas y seguir con personas que se presentan como modelos para gobernar. Nada garantiza que, si cayera el presidente actual, un nuevo gobierno logre reacomodar y reparar tantos daños sufridos, no solamente en las instituciones del Estado, pero en su cultura, economía, ecología (recursos naturales) y al tejido social que hubo antes del golpe de Estado.

Será que este pueblo religioso, crea que el nuevo partido de los pastores, salvarán al pueblo, de la mano del Señor… será el señor dinero, porque no pareciera que el Dios de los religiosos quiera meterse en estos líos de poder terrenal.

  • Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
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