Edwin Espinal

Después de tanto rogar y exigir, la visita a  Edwin Espinal se hizo realidad

 

Texto y fotos de Jorge Burgos

jorgeburgos@criterio.hn

Tegucigalpa.- La misión de visitar al preso político Edwin Espinal, que parecía imposible, comenzó el pasado jueves a las 9:30 de la mañana cuando junto a un grupo de defensores de derechos humanos del condado de Simcoe, Canadá, un estadounidense y la suegra y esposa del privado de libertad, nos trasladamos a las oficinas del Instituto Nacional Penitenciario (INP), para buscar el pase que les permitiera visitarlo en la cárcel de La Tolva en el municipio de Morocelí, en el departamento de El Paraíso,  a unos 60 kilómetros al oriente de Tegucigalpa.

La delegación visita a las autoridades del Instituto Nacional Penitenciario, quienes al parecer

no trabajan porque en tres días que se les buscó nunca estuvieron para dar respuesta

Llegamos a las oficinas del INP alrededor de las 10:00 de la mañana y Grahahame Russell, como vocero de la misión pidió hablar con la directora Rosa Irene Gudiel, y de inmediato apareció un hombre que,  dijo ser el jefe de seguridad quien de manera amable accedió a dialogar con la comitiva, sin pasarnos al interior de las oficinas y la conversación se dio en la calle, situación que para nosotros no tenía ninguna relevancia.

Russell le explicó que dos días atrás habían enviado sus pasaportes y la solicitud para visitar al preso político Edwin Espinal. Nuestro interlocutor manifestó que no se encontraba nadie del mando de la institución y que por lo tanto, nadie podría resolver su petición y que volviéramos cuando estuviese la directora o alguien que pudiese resolvernos y firmar los pases de entrada, pero la comisión no aceptaba un no como respuesta, y nos quedamos ahí, esperando por una respuesta positiva porque la misión era visitar a Edwin Espinal a como diera lugar. ¡Vinieron desde Canadá para verlo y no ser irían sin lograr su propósito!.

Janet Spring, suegra de Edwin y Karen Spring,  esposa del mismo, al igual que sus acompañantes tenían el firme propósito de verlo, de hablar con él, abrazarlo y constatar cuál es su estado físico y emocional.

Primera negativa

Tras amplias explicaciones por parte de Grahahame y demás miembros de la comitiva sobre la petición y los recursos legales nacionales e internacionales que señalan que no les pueden negar la visita al privado de libertad, el jefe de seguridad aceptó que haría unas llamadas, para ver si era posible que alguien nos diese una respuesta.

El hombre entró a sus oficinas, no sin antes pedir los pasaportes de los visitantes para, según él, constatar que eran los mismos pasaportes que habían enviado en la petición anterior.

Unos cuantos minutos después salió y pidió que los siete integrantes de la comitiva entraran para sacar una copia de sus pasaportes y ver si le autorizaban la visita.

Aunque sabíamos que era una táctica dilatoria y que no recibiríamos una respuesta positiva, se hizo todo lo que el pidió y al cabo de unos minutos, su respuesta fue: “Nadie me contesta y les pido que vuelvan más tarde para ver si las personas encargadas les pueden firmar el permiso, aunque como puede ser hoy, también puede ser mañana”.

Tras una breve conversación de quienes integrábamos el grupo visitante, sobre qué hacer si nos esperábamos o si nos íbamos para La Tolva, se tomó la decisión que en Honduras las cosas no funcionan si no se hace presión sobre las autoridades y que nos iríamos a La Tolva.

Edwin Espinal

Ante la negativa, la delegación tomó la decisión de ir a La Tolva

El viaje

Alrededor de las 11:00 de la mañana a bordo de un “busito” mediano emprendimos el viaje hacia La Tolva, bastante pesimistas que no íbamos a lograr entrar a ver a Edwin, pero firmes en el propósito que la lucha debía hacerse.

Los comentarios eran que sabiendo cómo está Honduras con un mando militarizado y sin llevar una autorización del INP,  lo más seguro era que no nos iban a permitir entrar.

Entre bromas comenté: “vamos a hacer un “reality show” que será filmado por Jesse Freeston y Benjamin Powless, porque no nos dejarán entrar”.

Grahahame Russell dijo: “bueno quizás no nos dejen entrar, pero vamos a evidenciar cómo funcionan las cosas en Honduras, pero debemos ser optimistas y es posible que nos dejen entrar, la cuestión es ir y presentarnos allá para presionar”, dijo en tono firme.

Entre bromas,  y el análisis de si lograríamos entrar, llegamos a un restaurante donde hubo tiempo para almorzar, conocernos un poco más entre los cinco periodistas hondureños que cubríamos la visita y la delegación canadiense integrada por: Russell Grahahame, Janet y Karen Spring, Benjamin Powless, Meg Jordan y William Reeves con quienes dialogamos sobre la situación de los presos políticos y el trabajo que se está haciendo para lograr la liberación de los mismos.

Cerca de la una y treinta de la tarde,  reanudamos el viaje estando muy cerca de nuestro destino al cual llegamos cerca de las dos de la tarde y de inmediato desabordamos el bus y nos encaminamos hacia el centro penitenciario denominado La Tolva, donde fuimos recibidos por los guardias de seguridad que pertenecen al INP.

Como siempre,  Grahahame Russell llevó la voz cantante y explicó que llegábamos ahí para hacer una visita a Edwin Espinal y que entre los visitantes se encontraba su esposa y su suegra que llegaban para verlo y poder dialogar con él.

Grahame Russell explica la misión en este vídeo…

Como era de esperarse,  el agente de seguridad pidió los pases de entrada y Russell le explicó que veníamos del INP y que allá nos dijeron que ellos llamarían para autorizar la entrada de la delegación a lo que los guardias respondieron no tener ninguna comunicación y que sin una orden explicita ellos no podían dejar ingresar a nadie.

La segunda negativa

Russell nuevamente volvió a explicar que desde hace tres días estaban solicitando la entrada y que el INP no había respondido y que solo eran negativas y no brindaban una respuesta concreta y que esto era una violación a las normas internacionales y a los derechos humanos, tanto del privado de libertad, como de los defensores de derechos humanos.

Los policías penitenciarios manifestaban que ellos solo cumplían órdenes y que no podían hacer nada por nosotros, porque sin una orden superior ellos no podían proceder y que el ingreso sería imposible.

Los rostros se desencajaron en los miembros de la comitiva, sobre todos los de la suegra y la esposa de Edwin, pero no perdíamos la esperanza y Grahahame y sus acompañantes seguían insistiendo que debían comunicarse con sus superiores para que los dejaran pasar.

Ante tanta insistencia,  y al ver que no flaqueábamos en nuestra petición de ingreso, el oficial a cargo, que cubría su rostro con un gorro pasamontañas, accedió a retirarse del plantel e ir hasta un lugar cercano donde pudiese tener acceso a la señal de teléfono móvil para comunicarse con su superior y poder darnos una respuesta definitiva.

Edwin Espinal

Los guardias estaban cerrados en su posición de no permitir la entrada de la delegación

Tras unos 25 a 30 minutos de espera, el oficial regresó, pero seguía manifestando que no podía dejarlos pasar, porque no había logrado comunicarse con su oficial superior.

Esta constante negativa no logró calmar las ansias de entrar y seguimos insistiendo a que por lo menos se dejara entrar a la señora Janet Spring, que vino desde Canadá.

Ese primer objetivo se logró, y al cabo de unos minutos el oficial anunció que ella podría ingresar, lo cual representaba una victoria a medias de la batalla que nos habíamos encomendado, que era lograr ver a Edwin Espinal.

Janet entró, y con su ingreso se vino una fuerte tormenta que empapó a varios de los integrantes de la comitiva. Los periodistas corrimos  hasta una caseta de madera rústica— donde montan guardias dos efectivos del ejército hondureño— para poder proteger nuestros equipos de la lluvia.

La caseta es una coladera, porque está construida con láminas de zinc que han sido reutilizadas y tienen una enorme cantidad de hoyos, producto de los clavos que las han perforado tantas veces. Ahí espera y aguarda—como suelen decir nuestros campesinos tierra adentro—esperábamos la salida de Janet a quien solo le habían dado diez cortos minutos para permanecer junto a su yerno.

El ingreso total y la victoria de la misión emprendida

La lluvia seguía cayendo fuerte sobre La Tolva, cuando el oficial apareció nuevamente y manifestó que todos los integrantes podían entrar, que dejaran celulares y todo tipo de objetos de metal para que ingresaran.

La alegría se dibujó en los rostros de todos los que ahí andábamos, ¡habíamos logrado nuestro objetivo! Uno que otro, u otra gritó “si se pudo” al mero estilo futbolero. Los que quedamos afuera, esperamos con paciencia y alegría, pues lo que nos había llevado a la tenebrosa cárcel, se había logrado. Ahora solo faltaba esperar para ver que nos contaban los que lograron ingresar.

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Tras casi un poco más de una hora de espera, los primeros en salir fueron los periodistas Jesse y Benjamin que salieron corriendo para poder recoger sus equipos fotográficos y de vídeo para no perderse la salida de sus acompañantes. Los periodistas que quedamos a la espera tampoco nos dormimos y salimos en veloz carrera para poder también nosotros hacer nuestras fotos, videos y recoger las impresiones y detalles que aquí les estoy contando.

Edwin Espinal

La gráfica es más que evidente, Karen Spring, esposa de Edwin sonríe tras haberlo visto en las celdas de La Tolva

Los miembros de la delegación venían con sus rostros llenos de sonrisas y de cierta nostalgia por las condiciones en que está Edwin, pero había más felicidad que tristeza, pues habían logrado estar con él, abrazarlo expresarle su cariño y hacerle sentir que afuera hay gente que lo ama y que está luchando por él y por conseguir su libertad definitiva y la de otros hondureños que sufren la misma ilegal detención por el simple hecho de protestar contra el régimen.

Alrededor de las cinco de la tarde y con el objetivo logrado, nuevamente Grahahame Russell tomó la palabra para informar de su visita y dijo lo que a continuación se ve en este vídeo en donde también habla Janet Spring relatando su encuentro con su yerno…

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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