Por: Jaime Flores
La insurrección popular iniciada es el camino escogido por el pueblo hondureño para derrocar al tirano juan Orlando (a propósito) y deshacerse de esta cavernaria oligarquía, que por defender sus sacrosantos intereses y su estado patrimonial no le importa apuntalar la dictadura.
Las luchas sociales no son fáciles, pero no hay otra opción si queremos derrocar al tirano y a la oligarquía y deshacernos para siempre de este estado patrimonial, casi feudal, fuente de inagotables privilegios para los oligarcas.
La insurrección ha empezado a dar sus frutos; el sistema no funciona con la normalidad. La banca ha tenido que cerrar y contratar más carros blindados para proteger sus valores, las importaciones y exportaciones han sido afectadas y algunas redes eléctricas han sido saboteadas.
Esto se ha logrado gracias a los focos insurreccionales; las tomas de carreteras, puentes, quema de llantas, que si bien no ha sido generalizado en todo el país, han afectado zonas productivas y han provocado caos e inestabilidad. Se ha golpeado al poder político y económico en donde más les duele, no entienden otro lenguaje.
Estas manifestaciones bañadas de juventud, han obligado a la oligarquía a colocar láminas en sus negocios aunque se miren horribles, a encerrarse, a generarle gastos, a que demuestre miedo y nerviosismo a que saquen a sus hijos al extranjero a que se inyecten más neurobión.
Ahora los jóvenes solo protegidos de su audacia, valentía, dignidad, astucia y creatividad se enfrentan a fieras de acero y fusil, les gritan, los desafían no se dejan golpear, ni capturar: Este arrojo no es más que insurrección popular.
Que se cumpla la consigna: ¡Si no hay justicia para todos, que no haya paz para nadie! ésta no debe ser excluyente.
Los dirigentes, que los hay dentro de la oposición, saben que no hay otra salida. Se debe continuar con la organización de las masas; con la conformación de colectivos, células y círculos, se debe estar en todos lados y en ninguno.
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Otro componente infaltable es la formación a la población, la cual a través del abordaje de ciertos temas históricos, debe generar odio de clase en las masas hacia sus opresores. Sin odio al tirano, y a la oligarquía no hay insurrección posible.
No hay otra salida; el diálogo y las reformas es caer en la trampa como sucedió en el 2009 y seguirle el juego al sistema y al tirano, al de la Honduras de aquí y al de la Honduras de allá. Se debe continuar, generalizar y profundizar los focos insurreccionales; en temas sociales, no hay regreso.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas