Por: Galel Cárdenas
En Centroamérica han existido en este tiempo contemporáneo dos autoridades católicas reconocidas: Oscar Arnulfo Romero y Oscar Andrés Rodríguez, uno salvadoreño, otro hondureño. Uno es el orgullo continental, el otro es la vergüenza popular.
Oscar Arnulfo Romero (1917-1980), fue conocido ampliamente como monseñor Romero, dedicado completamente al ejercicio de la solidaridad cristiana con los pobres, ocupó su atril sacerdotal para denunciar constantemente las violaciones a los derechos humanos cometidos por los gobiernos dictatoriales despóticos de El salvador y por las Fuerzas Armadas de este país. De algún modo fue un practicante de la Teología de la Liberación de la Iglesia latinoamericana.
Fue asesinado el 24 de marzo de 1980, hace ya 37 años de su vil muerte causada por el odio anticomunista de las fuerzas retrógradas salvadoreñas.
Por su palabra mística de praxis cristiana en favor de los oprimidos y su muerte violentada causada por su pensamiento liberador, el 24 de marzo de 1990 se inició su canonización, se le denominó durante el proceso de nominación a tal distinción como el “Siervo de Dios”.
Y el 3 de febrero (día de la Virgen de Suyapa en Honduras) de 2015 fue reconocido como Mártir de la Iglesia católica al ser víctima del odio contra la fe cristiana.
Ahora es conocido como San Romero de América y constituye uno de los diez mártires del siglo XX correspondiente a la iglesia católica. Un año antes de morir, había sido propuesto como candidato apremio Nobel de la Paz y la iniciativa había sido tomada por el Parlamento Británico.
Debido a su recia personalidad de grandioso amor por los pobres y la solidaridad social más activa mostrada por sacerdote alguno en América Latina, el día 23 de mayo de 2015 fue beatificado en la Plaza Salvador del Mundo.
Antes de su muerte, el 2 de febrero de 1980, recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad católica de Lovaina, en tal oportunidad pronunció un discurso que en sus partes medulares decía:“…Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden el justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en el país. […]
El mundo de los pobres nos enseña que la sublimidad del amor cristiano debe pasar por la imperante necesidad de la justicia para las mayorías y no debe rehuir la lucha honrada. El mundo de los pobres nos enseña que la liberación llegará no sólo cuando los pobres sean puros destinatarios de los beneficios de gobiernos o de la misma Iglesia, sino actores y protagonistas ellos mismos de su lucha y de su liberación desenmascarando así la raíz última de falsos paternalismos aun eclesiales. Y también el mundo real de los pobres nos enseña de qué se trata en la esperanza cristiana…”
El mundo de los pobres con características sociales y políticas bien concretas, nos enseña dónde debe encarnarse la Iglesia para evitar la falsa universalización que termina siempre en connivencia con los poderosos. El mundo de los pobres nos enseña cómo ha de ser el amor cristiano, que busca ciertamente la paz, pero desenmascara el falso pacifismo, la resignación y la inactividad; que debe ser ciertamente gratuito pero debe buscar la eficacia histórica.”
El sacerdote Oscar Arnulfo Romero enfrentó la dictadura salvadoreña de la clase dominante que junto con las Fuerzas Armadas del país, realizaron todos los complots necesarios para darle muerte a quien posteriormente sería canonizado, declarado beato mártir.
Su pensamiento cristiano de apoyo a los pobres fue una praxis continua y solidaria. Actualmente es considerado el santo de los pobres de América Latina. Un ser extraordinario de amor por la humanidad sin parangón y fundamentalmente un místico de la edad moderna donde se contraponen el humanismo socialista y el capitalismo salvaje.
Oscar Andrés Rodríguez (1942), es un sacerdote que ha manejado una agenda de desarrollo personal muy distinto al arzobispo de El Salvador, el beato Oscar Arnulfo Romero, el místico cristiano, ligado a la lucha social de los pobres por su liberación.
Rodríguez ha sido muy celebrado por autoridades vaticanas por su habilidad políglota (domina español como lengua materna, y como lengua complementarias inglés, francés, italiano, alemán y portugués).
Ha poseído una vocación hacia el arte de la música, ya que estudió piano, saxofón, armonía y composición; es además poseedor de un doctorado en teología, incluso posee estudios de psicología clínica y psicoterapia.
Ha poseído una trayectoria muy positiva ante la dirigencia vaticana y por ello ha ocupado cargos bastante distinguidos tales como formar parte del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, de la Pontificia Comisión para América Latina y del Consejo Especial para América de la Secretaría General del Sínodo de Obispos; el 5 de junio de 2007 Benedicto XVI le nombró presidente cuatrienal de Caritas Internationalis. Desde 1996 dirige la Conferencia Episcopal Hondureña.
Recibió en 2008 el premio Frankl del Ayuntamiento de Viena por su compromiso con los pobres.
Por sus innumerables cargos obtenidos a lo largo de su carrera sacerdotal ha sido mencionado como uno de los sucesores del papado de Roma. Con el papa Francisco I obtuvo uno de los ocho cargos cardenalicios para presidir el Consejo de Cardenales a fin de reformar la curia romana en el gobierno eclesiástico.
A nivel nación al se ha distinguido en la última década por su apoyo a las estructuras conservadoras y reaccionarias de los gobiernos de corte neofascista como el de Roberto Micheletti, el de Porfirio Lobo Sosa y el del dictador actual de Honduras, Juan Orlando Hernández.
Ha recibido del gobierno actual nacionalista, millones de lempiras en cheques que se han publicado en la prensa alternativa para realizar supuestas obras caritativas o sacerdotales.
En el año 2009 se dedicó a fustigar al presidente Manuel Zelaya Rosales por la convocatoria realizada para la consulta popular. En realidad su disgusto surgió por haber cortado el Presidente del Poder Ciudadano, la ayuda financiera que desde casa presidencial se le otorgaba mensualmente, dádiva que había sido adjudicada por el presidente liberal Carlos Flores Facussé.
Desde esa época se ha convertido, junto a los pastores que reciben millonarias cantidades de lempiras para sus iglesias evangélicas, en vocero de una dictadura que persigue, reprime y asesina a los jóvenes que protestan contra las arbitrariedades del dictador JOH, quien ha violado las veces que ha deseado la Constitución de la República, con el visto bueno de las autoridades católicas y evangélicas.
Sin embargo, parece ser que su obsesión por el dinero lo ha llevado a un escándalo muy grave que ha sido denunciado desde la administración de la Universidad Católica, desde donde ha sido acusado de haber recibido una cantidad enorme de dinero para su peculio personal, motivo por el cual en el Vaticano, el mismo Papa Francisco I, ha ordenado una investigación sobre el barullo producido por su nefasta actitud anti ética al interior de esa máxima casa de estudios universitarios.
A raíz de la re elección presidencial de JOH y todas las violaciones cometidas contra la Constitución de la República, la concentración de todas los poderes republicanos en las manos dictatoriales, y con ello toda la institucionalidad distorsionada junto al saqueo sistemático de todos los presupuestos gubernamentales, adherido a la sumisión de las Fuerzas Armadas, convertidas en el gran instrumento de represión y muerte, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez en vez de denunciar internacionalmente estos hechos criminales de Estado, se ha dedicado a fustigar la insurrección del pueblo, condenando las acciones de protesta que incluyen quemas de llantas y obstrucción de las vías públicas a nivel nacional.
Como se puede observar, mientras Monseñor Oscar Arnulfo Romero dedicó su vida a apoyar la lucha de los pobres y a solidarizarse con sus aspiraciones sociales y políticas en El Salvador, ofrendando finalmente su vida, en el más puro misticismo cristiano, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez se ha dedicado a apoyar las políticas neoliberales dictatoriales y fraudulentas electorales, callando su voz ante la tropelía descomunal de un proceso tramposo que ha sido motivo de escándalo mundial.
En tal sentido podemos concluir la hipótesis que mientras el monseñor Romero se convirtió en Santo, el Cardenal Rodríguez se ha colocado como vocero de la perfidia dictatorial.
Uno usó el camino del cielo, el otro prosigue su calvario abandonando la lucha popular en contra de la dictadura, contra la perfidia y contra la represión des humanizante que padece el pueblo.
En el primer sendero suenan las trompetas de los ángeles de la cristiandad, en el otro suenan las trompetas de la guerra sucia y fascista.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
3 respuestas
No hay punto de comparación. Monseñor Romero defendió al pueblo Salvadoreño.Cardenal Madariaga lo vende a Satanás por billete.
Totalmente antagonicos
No se puede establecer una parangón entre los dos. Romero puso su cargo para caminar con el pueblo sufriente, el Cristo crucificado, mientras el señor Rodriguez todos los días le rinde tributo al becerro de oro.