Por: Jaime A Flores
El observatorio de la violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) registra los hechos violentos que se suceden en el país con lentes policiales, por ende la afirmación de que estos han bajado en un 11% no resulta creíble, dado que la secretaría de Seguridad se ha dedicado en los últimos años a esconder, tergiversar y falsear la información.
Una de las debilidades del observatorio de la violencia es que no es fuente, tampoco tiene la capacidad ni le corresponde; su trabajo se circunscribe en avalar las cifras que le brinda la secretaría de Seguridad pero además, carece de un mecanismo para saber a ciencia cierta si los datos que le proporcionan son todos los que se sucedieron durante el término a estudiar.
Desde que asumió como secretario de Seguridad el mitómano supremo del país, Carlos Arturo Corrales Álvarez los datos que brinda esa Secretaría no son confiables, porque el aprendiz de dictador lo puso en ese puesto no para implementar una estrategia de seguridad, sino para falsear y ocultar información, ya que esa es parte de su experticia profesional.
Y es que en ese momento el aprendiz de dictador estaba desesperado, porque su estrategia militarista de seguridad no había dado los resultados esperados, ni los está dando, a pesar de la gran inyección de recursos al Ejército Nacional para la creación de una inservible Policía Militar del Orden Público (PMOP).
Esa tendencia de ocultar cifras por parte de la secretaría de Seguridad continúa y para darse cuenta sólo basta entrar a la página del Sistema de Estadísticas Policiales (SEPOL), en donde se asombrará de las cifras que aporta. No es un invento, entre y confírmelo. No hay asaltos, no hay violaciones, en suma casi no hay delitos.
Y es aquí en donde entra en juego la ex rectora de mirada fiera, torva y esquizofrénica, Julieta Gonzalina Castellanos Ruíz, quien tiene que pagarle el favor al aprendiz de dictador por haberla sostenido en el puesto de rectora, a pesar del desprecio de la comunidad universitaria y de la ciudadanía en general.
Y la mejor forma de pagar ese gran favor, es hacerlo a través del observatorio, que sin lugar a dudas había ganado credibilidad por la rigurosidad científica con la que manejaba las cifras, aunque fuera avalando los datos que esa Secretaría le proporcionaba.
El gran dilema es, si el observatorio no es fuente y sólo avala los datos falseados que ahora le da la secretaría de Seguridad, ¿Cómo creer que los hechos violentos han bajado? ¿Qué otra fuente de datos tiene el observatorio para afirmar que hay menos hechos violentos hoy que ayer?
Los que dirigen el observatorio no deberían de afirmar que los hechos violentos han bajado en un determinado porcentaje, deberían de decir que la secretaría Seguridad les proporcionó 11% menos de información hoy que ayer y todo para justificar que la inservible estrategia militarista, que más bien ha sido un foco de corrupción.
Es lamentable que el Observatorio de la Violencia se haya rebajado tanto, como se rebajó a la categoría de esbirra la ex rectora, ya que se priva de información creíble a la ciudadanía y a las organizaciones, ya sea para estudio o para análisis.
El favor fue bien pagado y bien puede recitarle Juan Orlando a la señora de mirada fierta, torva y esquizofrénica: “Nada me debes, estamos en paz”, pero qué triste para una académica estar al servicio de un corrupto; Julieta no tiene nada que envidiarle a Oswaldo Ramos Soto, quien estuvo al servicio de un asesino.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
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Un articulo veraz sobre el Observatorio de la Violencia de la UNAH,pero las organizaciones de la sociedad civil, que no estan controladas por la CIA, deben crear un observatorio a partir del 2018,creo que es posible.
La Secretaria de Seguridad no es creible, y felicitar a Jaime un excelente analisis sobre el bajon de la criminalidad en Honduras