Por: Redacción CRITERIO
redaccion@criterio.hn
Tegucigalpa.- Nada justifica el asesinato de una niña. No sólo la asesinaron, la investigación de su muerte es una trama de mentiras, manipulación, estigmatización y destrucción de evidencia. Éste se investiga como si fuera un caso típico cometido por el crimen organizado.
Merelyn Abigaíl Espinoza Bustillo era muy activa, estudiante del segundo curso del colegio Zurisadai, mostraba su belleza en los perfiles de las redes sociales. Era una adolescente, de 14 años, que debía ser protegida. Su desaparición desde la noche del viernes 31 de octubre del año pasado y el hallazgo de su cuerpo sin vida en un barranco o botadero de basura, entre las colonias San Francisco y Los Laureles de Comayagüela, el domingo 2 de noviembre, se convirtieron en noticia de mayor difusión por tratarse de la hija del periodista de Radio Globo, Rony Espinoza.
Desde la noche del 31 de octubre, quienes intentaron comunicarse con ella creen que ya no le caían los mensajes a su WhatsApp. Sumado a eso, quien cometió el crimen está tan bien protegido, porque ni el vaciado telefónico ha arrojó evidencia suficiente en su contra. Más bien, la hipótesis preliminar policial va encaminada a revictimizar a la joven porque la describen como una menor que escapaba del control de sus padres en vez de admitir que era una niña enfrentando una situación de vulnerabilidad que cayó en “influyentes manos criminales” según la investigación oficial de los operadores de justicia.
Esa condición de fragilidad habría sido aprovechada por una banda de criminales que, estarían en complicidad de policías y al amparo de las autoridades estatales, reclutarían a mujeres que entran a programas preventivos de pandillas para luego obligarlos a cometer ilícitos.
El de Merelyn sería uno de varios casos, que investigan si la muerte de esta menor sería nada más el inicio del descubrimiento de una poderosa banda que hasta financiamiento oficial internacional recibe para proteger a la juventud hondureña, pero que se aprovechan de las circunstancias. Este caso, dada su naturaleza, se vuelve complejo, porque en el camino se ha detectado que borraron o trataron de dejar la menor cantidad de evidencias posibles. El 10 de noviembre de 2014, el periódico El Heraldo informó que la niña participaba en el Programa de Educación y Entrenamiento en Resistencia a Pandillas (Great), patrocinado por la Policía Nacional y la Embajada de Estados Unidos.
Múltiples hipótesis descartadas
Con el transcurso de la investigación criminal, varias hipótesis fueron descartándose aunque otras surgieron adelante. Aparentaba ser un crimen común de una niña que se marcha de casa y que cae víctima de sus compañías, lo que tiene mucha validez en la mente policial. Pero lo que la misma policía ha ido descubriendo es que habría sido obligada y esclavizada para supuestos ilícitos similares a la venta de drogas, cobro de extorsión y hasta tráfico de ilegales.
También autoridades desestimaron que estuviera siendo víctima de un grupo de traficantes de mujeres o de una red de prepagos o que miembros de la barra Ultrafiel la mataron. Personas y amigos de Merelyn consultados no negaron su condición de vulnerabilidad al tener poco control, entablar amistades y relaciones que al menos el personal docente conocía, pero que no se lo hizo saber a sus padres. En conclusión, era una niña desprotegida ante la vista y paciencia de quienes ahora pretenden condenarla para justificar su crimen.
Las fuentes consultadas también descartan que el crimen tenga relación con el ejercicio periodístico de su padre, pero al ser agentes del Estado los involucrados en el caso, sí sabrían quién era su padre.
Modifican evidencia
Agregado a que en la escena del crimen no se encontró evidencias y a que Medicina Forense tampoco ha sido capaz de establecer la causa de muerte, de manera contundente, se detectó que los criminales han intentado borrar pruebas o cerciorarse de que no hay rastros. Un ejemplo de eso es de que días después del crimen, desconocidos interceptaron al hermano de mayor de Merelyn, para revisarle el teléfono, luego lo liberaron.
Un elemento policial relató que el crimen pudo haber sido espontáneo, producto de una cita infortunada, tras una cena, pero esa versión más bien parece querer desviar las investigaciones, pues, otra hipótesis establece que fue planificado y que la lanzaron al lugar porque es un botadero de basura. Otro agente policial –que dijo trabajar en prevención de pandillas- contó que un testigo vio a la menor a unos 300 metros al sur de donde la encontraron muerta, justo a las 8:00 de la noche del viernes 31 de octubre anterior, presuntamente esperaba alguien.
Al parecer, con la persona o personas que se encontró, tuvieron alguna discusión, la golpearon con un objeto contundente, luego lanzaron su cuerpo al precipicio. Esa es una versión descartada por detectives porque temen que se trate de una coartada para desviar la información. Analistas explicaron que la escena del crimen o al menos donde lanzaron el cadáver era muy estudiada, sabían que no hay cámaras de vigilancia instaladas, pudo ser botada como se tira basura al lugar y que además hay pocas evidencias en el cadáver.
Además, la información preliminar no coincidió mucho con la real, pues fue reportada como una mujer de entre 20 a 25 años de edad, con unos dos a tres días de muerta y de forma pública se manejó la hipótesis que presuntamente estaba embarazada, lo que también se descartó. La policía investiga si hubo contaminación de la escena del crimen por personas de la prensa que llegaron antes que los operadores judiciales al lugar. La escena es una corriente de aguas residuales que llevan hasta el río Guacerique.
La autopsia tampoco revela hora exacta de muerte, ni la forma y pese a que transcurrieron cinco meses aún no se tiene el peritaje definitivo. También se detectó una falta de interés en los equipos policiales que investigan el caso aunque autoridades aseguran que hay más de cuatro unidades especializadas tras las huellas de los asesinos.
Un vaciado telefónico, que sería clave para conocer a los responsables del crimen, no aportó mayores descubrimientos y con la autopsia en la Dirección de Medicina Forense no fueron capaces de establecer la forma de muerte, aunque sí dejaron claro que la niña no había sido víctima de violencia sexual y tampoco había tenido experiencias sexuales previas.
En investigaciones de campo se ha establecido que la adolescente, a sus 14 años, recibió amenazas para no ingresar a algunas colonias de Comayagüela, tuvo un novio universitario y obtenía dinero fácilmente, que recuperaba luego de hacer préstamos, según un testigo protegido por la Fiscalía y que habló con Conexihon.hn.
Otros expertos que analizaron los perfiles de redes sociales y fotos de la menor, no denotan nada revelador en sus cuentas, aunque sí tenía muchos contactos, pero aparecen ocultos. De este caso las autoridades solo estiman que es muy complejo, difícil de esclarecer, pero mostraron su compromiso para evitar que quede en la impunidad.
En vista de las hipótesis investigadas, este medio localizó a un sicario y traficante de mujeres para que analizara el caso. Él relató como ellos manejan redes de menores de 13, 14 y 15 años, para que estén al servicio del crimen organizado, el comercio sexual o tráfico de drogas.
Los carteles solicitan mujeres bonitas para bandas que operan en Colombia, México y Honduras, es tarea de ellos reclutar menores para que consigan mujeres, a quienes les ofrecen buena paga y si se resisten, las amenazan con matarlas a ellas o sus padres y si no obedecen cumplen las amenazas.
Agregó que en estas redes estarían involucrados policías que desvían la atención en las investigaciones, haciendo que casos típicos, -como pudo haber sido el de Merelyn-, parezcan comunes ante la sociedad, ocultando evidencias o sembrando otras. Si es posible, hasta buscan inocentes como sospechosos, y al final, les aplican la misma dosis a los investigadores, se les ofrece dinero o la amenaza de acabar con la familia, por lo que finalmente terminan siendo cómplices.
Los últimos con Merelyn
El martes 4 de noviembre, Lorena Cálix, vocera del Ministerio Público, fuente que cubre Rony, tuvo la idea de subir la foto con los datos a una página institucional en una sección de desaparecidos. Mientras procesaba el material, Lorena pensó lo peor y le solicitó a su compañera Issa Alvarado, que es la portavoz de la morgue, que le confirmara si los peritos habían ingresado cuerpos con las características de la niña y le envía la foto. En 20 minutos Issa le confirmó que había un cuerpo con esos detalles.
Entonces Lorena llamó a Rony…Luego le pidieron al periodista ir a la morgue para reconocer el cuerpo… la escena de dolor del periodista fue desgarradora. (Fuente: Conexihon, Comité por la Libre Expresión).
Siga esta noticia en Twitter: @criteriohn.