Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Trump no era de fiar, había probado ser inestable. Aislaba a Estados Unidos de sus aliados. Urdía nuevas broncas. Animaba a los congresistas republicanos a deshacerse de la regla de consenso y a usar la opción nuclear, de operar con simple mayoría para fines estratégicos. ¿Se le iba a permitir mantener su dedo pueril sobre el botón nuclear? Un grupo de ellos ha estado ahí cerca y adentro, desde el inicio, caballeros disciplinados, estudiosos, preocupados. Mattis. Dunford, MacMaster. Flyn tuvo que salir. Con misión.
¿Cómo podría ser un golpe de Estado en Estados Unidos? Muy distinto por supuesto…. Para comenzar todo sería discretísimo. Nada de balaceras y tanquetas. (Los estadounidenses de hoy son conservadores, creen que viven en el mejor de los mundos y es muy bonito sin duda y que, por tanto, cualquier cambio es sospechoso. Fingen que todo sigue igual incluso cuando cambian las cosas. Y tiemblan cuando cualquiera les habla de revolución, porque la última buena fue supuestamente la de 1776). Ningún asalto a los símbolos de la nación. ¿Bombardeo de La Casa Blanca? ¿Cerco de tropas al Capitolio? ¡Por favor! ¡Que ridiculez!
No habría proclama tampoco. El chafa gringo no es locuaz. A nadie se acusaría de traidor. Nadie reclamaría un mérito por deponer al régimen ni se proclamaría el Jefe. Incluso se fingiría que eso no había sucedido. Se montaría una pantomima para desmentirlo y fingir que el jefe seguía siendo el jefe. El derrocado colaboraría ampliamente, como Moctezuma rehén en la terraza.
Un viejo chiste latino -lo he repetido- pregunta ¿Porque no hay golpes de estado en los EUA?, y responde lo que todos sabemos, porque no hay embajada estadounidense en Washington. Pero eso no quiere decir que no lo habido ni que no lo habrá. Varios historiadores estamos convencidos de que el asesinato de Jack Kennedy también fue un golpe de estado, orquestado por la CIA que tuvo toda la colaboración de las elites políticas y militares. El poder, me lo recuerda Mel sin aparente ironía, repetidamente, no es el cargo. La presidencia no es el poder. Díganselo a Trump.
El poder es la fuerza con que actuamos. Un día antes de llegar, a petición del General J. Kelly –a quien no le hacen gracia los payasos bajo su mando– se despidió ignominiosamente como Jefe de Comunicaciones a Scaramuce, alter ego y amorosa alma gemela de D. Trump, quien lo acababa de importar. Al final del primer día del Kelly en la Jefatura de su Gabinete, Trump comentó en otro de esos Twits ociosos ¡Un gran día en la Casa Blanca! La críptica frase manifestaba alivio, confianza y aprobación total. No habrá sido preciso que nadie se lo dictara.
Con consentimiento. Así. Pues conociendo a ambos en el papel (nunca he estado cerca de ellos) puedo decir que no me imagino a D. Trump dándole al General Kelly una orden que este supiera que no debía obedecer, ni tampoco, si eso sucediera, me imagino a Kelly obedeciéndola. Y entonces debe interpretarse que el alivio de Trump responde al haber sido relevado del mando, después de tantos suplicios, en un cargo para el cual –íntimamente tiene que saberlo ya– es incompetente. Y hay que interpretar a Kelly como el primero entre sus pares, a saber los otros altos jefes militares fieles que, desde el primer día, Trump juntó en su gran gabinete. ¿Acaso no todos deberíamos de sentir algún alivio?
¡Aunque popular al menos Kelly habla inglés! (Pudiera ser que aprendió algo de Español.) No sé si ¿es hijo del General Paul X. Kelly, también de los US Marines, que anduvo por aquí preparando la guerra secreta con Álvarez Martínez en 1983 pero rechazaba la orden de Bush habilitando la tortura? En todo caso, descendiente de irlandeses católicos, el Bostoniano John Kelly es miembro de una meritocracia militar consolidada. Como sus pares, tiene una formación superior. Además de estudiar en las escuelas para oficiales del ejército y de los marines y en el National War College, Kelly se licenció en la Universidad de Massachussets e hizo una Maestría en La Escuela del Servicio Exterior de Georgetown, Universidad jesuita en Washington. Y fue profesor y director de escuelas militares de elite. Asimismo fue enlace de la Armada con el Congreso, al que conoce bien y sabe también cómo manejar. Sabe de política nacional y mundial.
Como militar, Kelly se desempeñó al mando de tropas que ejercieron funciones de policía militar ante los disturbios raciales en los 1990s y a lo largo de la primera década de este siglo estuvo en los teatros de la guerra álgida del Golfo Pérsico. Lo que es un doctorado para un militar, condujo tropas en la operación Dessert Storm, la invasión de Irak, y tomó sus objetivos. En esa ocasión se consigna que declaró, Bagdad ain´t shit, desestimando el reto.
Regresó en el 2009 y con una hoja de servicio impecable J.K. escaló a la cima de su carrera, Jefe de una, de media docena de comandos mundiales, el Comando Sur, que se encarga de vigilar a América Latina, 2012 2016. Kelly es un soldier´s soldier, duro, cree en la guerra necesaria, que hay que extirpar el terrorista, al líder díscolo. Ya perdió un hijo en Afganistán, tiene otro en armas
Como Secretario de Seguridad Interior igualmente Kelly estaba hasta la semana pasada en una de las posiciones cimeras del gobierno, equivalente a lo que fue en otro tiempo el Gobierno Interior, una de las dos posiciones ejecutivas desde la cual se puede suceder a la jefatura de estado en muchas viejas constituciones. He is the man deben haber dicho los otros generales, a los que D.T. consultaba. Lo importante declara es que el Presidente tenga la información correcta, y por tanto controlar que información llega al Presidente. Esa misma tarde Donaldo (discúlpese el abuso) anunció las sanciones contra Venezuela y la cancelación inminente del TPS, para combatir a las maras.
Anunciaba así políticas de Estado, que Kelly venia empujando, y que concernían también al Departamento de Justicia, requerirían la colaboración de Migración y de los juzgados y que suponían problemas con los estados de los países amigos que serían afectados. Claro Donald es perfectamente capaz de hacer esa clase de cosa por si mismo. Pero esta vez estaba acompañado. Alegando que Kelly que estaba desesperado con la torpeza de la Casa Blanca y había considerado renunciar en protesta, el N.Y. Times consigna hoy el más curioso de los datos. Asegura que Kelly no atiende tonteras, que ¡escucha las conversaciones del Presidente con sus otros ministros! y que le ha dado vuelta de calcetín al Ala Occidental de la Casa Blanca, en que ha hecho despedir al misterioso Ezra Cohen Watnick, al que nadie había podido tocar, protegido del yerno Kushner y de Steven Bannon. ¡Ahora sí que hay Jefe en La Casa Blanca! Hail to the Chief.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
Un comentario
Excelente, doctor.Saludes