LO QUE VIENE

Por: Edmundo Orellana

Lo que pasó en el Congreso Nacional es una lección para todos. Para la oposición que no sabe enfrentarse estratégicamente al partido de gobierno y para la prensa que ingenuamente creyó que las reformas tenían la finalidad de proveer seguridad, por la vía de combatir el crimen y la violencia.

Las reformas no se insertan en un contexto de políticas públicas. Son simples improvisaciones, en reacción al terror que provoca en la población, la crueldad de las organizaciones criminales. Pero no solo eso. También son iniciativas que se inscriben en el marco de la propaganda electoral del proyecto continuista del Señor Presidente

¿Por qué esperó al final de su mandato para presentarlas? Es notorio que estos hechos criminales espeluznantes vienen sucediendo desde el gobierno de Lobo Sosa. ¿Por qué, entonces, no las presentó antes? Es evidente. Con ello, pretende potenciar su imagen de estadista preocupado por la seguridad del pueblo.

Primero, fue la policía militar, ahora estas reformas y mañana, porque ya lo anunció, una ley especial contra el terrorismo. Leyes y más leyes. Esa es su estrategia, aprobar cuanta ley sea necesaria para, con la estridencia de estas aprobaciones, generar en la población la percepción de que algo, y muy grande, se está haciendo para protegerla del crimen. Es parte de la agenda de su campaña electoral.

Mientras el Presidente aprueba leyes, atentan contra los miembros de la comisión depuradora, masacran a las personas, queman buses y la extorsión florece. La policía es incapaz de encontrar las mentes perversas que están detrás de quienes atentan, masacran, queman buses y cobran la extorsión. Es incapaz porque no es policía, es un cuerpo armado que creció sin control, sin disciplina ni honor, gozando de los favores de los políticos que la envilecieron más allá de todo lo razonable. En estas condiciones, habrá que preguntarse hasta donde está involucrada la policía en estos crímenes.

Y de repente quedó al descubierto el verdadero propósito de la reforma. Una simple, pero torpe, intervención de un diputado, exhibió el verdadero rostro de la reforma. Su finalidad es montar una estructura de represión sin límites. A partir de ahora, todos sabemos lo que viene. Se reprimirán las protestas, a la oposición y a la prensa. Es el inconfundible proceso de formación de una dictadura.

Mejor organizada que la oposición, la prensa ha reaccionado con fuerza. Aún los periodistas más inclinados al régimen, han manifestado su rechazo a la pretensión de criminalizar a la prensa. Porque es ésta el medio por el que las opiniones se expresan, de modo que,  si el periodista muestra simpatía por una marcha anti continuista, como si permite que un ciudadano utilice su medio para opinar a favor de las marchas populares en contra del continuismo del Presidente, incurrirá en apología del terrorismo, si en esa marcha se producen actos vandálicos, los que, en su mayoría, son provocados por agentes infiltrados de los cuerpos de inteligencia del Estado, para descalificar las protestas.

Es una estrategia diabólica, engendrada en las mentes más siniestras de los cuerpos de inteligencia, que, evidentemente,  están detrás de esta estrategia. Quien lo dude, que repare en algunos de los rostros que la defienden. Son los mismos que durante la década del 80 aterrorizaron el país con la política de seguridad nacional, despareciendo, ejecutando y torturando.

Lo que viene se muestra con una claridad que nadie puede ignorar. Habrá quienes finjan ignorancia porque les conviene, porque, ingenuamente creen, que lo que se gesta en las entrañas del régimen, no los afectará a ellos. Están equivocados, los tenebrosos ruidos que provienen de las cavernas del Poder, anuncian que lo que está por nacer provocará mucho dolor y muchas lágrimas.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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11 comentarios

  1. Nunca, no creo que este país tenga más de un millón de mediocres y tontos, que se dejen convencer por un delincuente