Fatídico día de las Fuerzas Armadas

 

En honor a la memoria de esos ciudadanos y sus familias.

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Por: Patricia Murillo Gutiérrez

El sábado 21 de Octubre de 1989, minutos antes de las 8 de la mañana, esperaba en el viejo aeropuerto de Toncontin, el avión  de la Empresa TAN-SAHSA, hondureña, que procedente de San José, Costa Rica, con escala en Managua, llegaría a  Tegucigalpa. Allí  subiría para cumplir el tramo  Tegus -San Pedro Sula, en tanto que el resto proseguiría su ruta para finalizar en Miami.

 Era el vuelo 727-200, que efectuaba un moderno aparato Boeing.

Esa fecha se celebraba en el país, el día de las Fuerzas Armadas, institución que aun  con las señales que ya emanaban de su interior, de acciones nada correctas de algunos de sus miembros, especialmente desnudadas por el emblemático juez Miguel Ángel Izaguirre al finalizar los 80s, aun conservaba dosis fuertes de credibilidad en la población hondureña.

Estando en la docencia universitaria,  también colaboraba con VICA Televisión, canal perteneciente a la sampedrana familia Sikaffy y tenía la responsabilidad de coordinar los noticieros. En Tegucigalpa, dirigía el recordado colega Rafael Zavala.

Esa fecha, temprano los ciudadanos habían escuchados los tradicionales cañonazos y se aprestaba ese cuerpo armado a celebrar con diversos actos en el país.

Por mi parte, empezaba a impacientarme pues el avión ya debería haber aterrizado  para hacer la respectiva conexión.

En ese momento note movimientos inusitados en los mostradores de la línea citada, acercándome, observé los rostros de los empleados que se descomponían, al extremo que brotaban lágrimas y la angustia se dibujaba en sus expresiones.

¿Qué pasa pregunte? Y alguien me respondió “el avión que esperan acaba de estrellarse en el sector de Las Mesitas, Cerro de Hula, apenas faltaban minutos para que tocara la pista”.

Tras el mazazo en mi cabeza, la incertidumbre de lo que podría representar tal accidente empezaba a acongojarme,  como intuyendo que estaba a las puertas de cubrir el accidente más grave de la aviación comercial de Centro América.

 Como pude logre un teléfono fijo (impensable hablar de celulares, de beeper, mucho menos dispositivos de cámaras o grabadoras en celulares, eso estaba  para otras décadas) para llamar a Rafael y  mis colegas que hacían turno sabatino en Vica, y les pedí llegar al aeropuerto de urgencia.

Justo entre los pasajeros que esperaban la aeronave estaba el entonces ministro de la desmantelada SECOPT (luego por Rafael Leonardo Callejas, que  empezó a sacrificar las empresas  públicas, antesala del neoliberalismo), el ingeniero Alejandro Castro Ruiz, por lo que al llegar la reportera de VICA Leonila Madrid con su camarógrafo Oscar Zavala, procedió a entrevistarlo.

 Todavía resuenan en nuestros oídos la lapidaria frase, cuando se le pedía una reacción ante el accidente, que empezaba a emerger como una terrible tragedia: “Cuando uno está en la raya, hasta en una cascara de mínimo se mata” y acto seguido salió  veloz a buscar como lograba alguna conexión para irse a Miami y de allí a un país asiático donde tenía un evento internacional.

Lejos estaba Castro Ruiz de captar que entre las victimas del fatal percance, estaba un colega suyo de Gabinete, el abogado Armando Blanco Paniagua, ministro de Trabajo y Previsión Social,  en el gobierno del liberal José Azcona Hoyo.

Inmediatamente nos movilizamos en dos  equipos de trabajo, Leonila, Oscar  y yo y el periodista Ramón Morales, Rafael, junto a su camarógrafo Andrés Rivas en el macabro sitio del accidente.

Hoy 27 años después, me asalta la inquietud de como seria sido la cobertura de semejante escenario de muerte, si hubiesen llegado comunicadores que tiene como su línea o la de su medio de comunicación el Amarillismo puro y duro, ese que  aprovecha todos los hechos, para llenarse a como sea  de audiencias y lograr altos rating y por tanto más dinero a  base de publicidad  o propaganda gubernamental.

Pensaba cada minuto que pasaba recogiendo lo más tristes testimonios, que el Dios eterno, ese que nos da la vida seguramente que no tenía nada que ver en esto. Posteriores investigaciones como la de Aviación Safety Network, achacaron buena parte de  la responsabilidad a la tripulación de la aeronave, que “no siguió los protocolos apropiados de aproximación a la pista de Toncontin”. La Prensa 21 de Octubre del 2015. Ver Wikipedia y otras fuentes.

Allí se truncaron en cuestión de segundo 131 vidas, allí quedaron para siempre aterrados los sueños y marcaron de dolor eterno a esas familias.

Pero también allí se extendió la mano misericordiosa del Dios de la vida que evito que la guadaña de la muerte aplastara la existencia de 15 sobrevivientes, en cuenta el hipermillonario Nicaragüense el banquero Carlos Pellas y su esposa Vivian, la que una vez recuperada de cruentas cirugías que le devolvieron la salud, encauzo buen parte de su tiempo, para lograr establecer una modernísima sala para niños quemados en un Hospital público de Managua Nicaragua.

Justo a raíz de la segunda oportunidad de vida,  Vivian se ha proyectado  a la comunidad, a Nicaragua entera sin cesar hasta  hoy.

Igual sobrevivieron la azafata Nívea Umanzor y otra compañera de ella llamada Giomar. También el piloto  Raúl Argueta y el copiloto Reinerio Canales.

Las Fuerzas Armadas relegada hoy a una simple fecha en el inventado feriado Holgazanico como lo ha bautizado el pueblo, era aún influyente en el imaginario popular, al extremo que las ceremonias de ascensos acaparaban  los focos de todos los medios de comunicación nacionales y extranjeros que estaban en Tegucigalpa desde que inició la década pérdida en el país.

Y nada menos ese dantesco día, recibiría los galones de general el entonces Coronel Wilfredo Sánchez Valladares, cuya hija venia en el avión siniestrado junto a una pléyade de talentosos hondureños, que procedían de una seminario de alto nivel del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas, INCAE, que en su casi totalidad fracasaron esa fecha.

Vi en los videos logrados por mis compañeros el shock que vivía el general Sánchez buscando  el cadáver de su querida hija, aún a riesgo de su  vida entre los aun humeantes restos del avión.

Allí quedo para él, los fastos de una fallida ceremonia de ascenso y luego dedicó buena parte de su tiempo a organizar a los parientes de otras víctimas, hasta que erigieron un monumento conmemorativo  en el sitio del desastre.

El presidente del Colegio de Economistas de Honduras, José de la Cruz Cáceres también fracaso, al igual que mis amigos los docentes universitarios Ana María Tome de Mercado y el jefe de la Carrera de Ingeniería Industrial en el CURN, Luis Portillo, quienes junto a  60 nicaragüenses, 39 hondureños y ciudadanos de otras nacionalidades, esa fecha  entregaron sus cuentas de vida a la justicia divina.

Por nuestra parte llegamos al Hospital Escuela y allí era poco lo que se podía hacer. Aunque algunos heridos alcanzaron sus quirófanos casi nadie sobrevivió. Otros fueron internados en centros privados y nomas pudieron sus parientes  sacaron del país a los más graves como a Vivian de Pellas en un avión ambulancia, para iniciar el  viacrucis de operaciones y tratamientos que les permitiría regresar a una vida normal.

Momento en extremo doloroso que nos hacia preguntarnos del sentido de la vida, de la epopeya de nacer, crecer, formarnos y después quedar hechos un pedazo de carne humana calcinada, desmembrados o desechos prácticamente, fue nuestra llegada  a la vieja morgue capitalina, ubicada en el barrio La Hoya.

Allí llegaban los camiones militares, quienes en enormes bolsas plásticas entregaban su carga humana a los azorados empleados de dicha vetusta morgue, no apta para recibir más que unos pocos cadáveres y que esa fecha debía atender  131 en cuestión de minutos.

Entramos con nuestro camarógrafo, pero conociendo el compromiso ético para el tratamiento de la persona humana que entonces prevalecía en Vica, se hizo el relato de video lo más digno posible. Con la mayor sensibilidad para no captar ni por error, las dramáticas e inenarrables escenas.

La naturaleza de la hecatombe de Tan Sahsa allí quedó reflejada, en la peores formas de morir  que fueron un reto a la estabilidad emocional de quienes trabajábamos en la descripción de los hechos y posteriormente los presentamos en emisiones extraordinarias, ese sábado 21 de Octubre, porque en la mayoría de los pocos canales de TV existentes entonces,  no se acostumbraba tener noticiero el fin de semana.

Allí inicio también  un largo camino legal para los sobrevivientes y los familiares de los muertos, en busca de las justa  reivindicaciones económicas a la Empresa que los condujo en la travesía a la muerte y al dolor.

Hoy hago este homenaje a esos hondureños hondureños parte de la inteligencia nacional que por esos errores humanos no pudieron seguir aportante a su Patria.

Hoy vuelvo a dar,  como hace 27 años mentalmente di las condolencias a los familiares que estaban en las calles aledañas a la Morgue y a gritos pedían entrar para reconocer sus seres queridos, Unos se desmayaban allí mismo ante tanto dolor y desesperación.

   Y me hace pensar que aunque ese hecho fatídico fue de gravísima  magnitud  absolutamente sin par, jamás en esas fechas se pensaba que Honduras se convertiría en unos de los  países más  violentos del planeta, que aporta su cuota diaria de sangre que hace que aun los más voraces vampiros se aparten del festín.

Y buscando en las raíces, nos interrogamos en la cuota de responsabilidad que tendrían  que tienen en este grave fenómeno social, las Fuerzas Armadas que siendo las garantes por la Constitución de resguardar nuestras fronteras y velar por la alternabilidad del poder, ya empezaban a ser permeadas por el crimen organizado y el el narcotráfico en pañales entonces, pero que encontró en hombres uniformados de ayer como ocurre hoy, el terreno fértil para ser cómplices y beneficiarios en que esta criatura del mal crecieran.

Desde luego que libramos a numerosos generaciones de decentes militares que si hicieron y hacen gala de la máxima de Honor y Sacrificio. Y hoy confiamos en ellos para no ser parte del grupo perverso que lleva a despeñadero a Honduras.

  • Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

3 respuestas

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