Por: Edgar Soriano Ortiz
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Hablar sobre la independencia de 1821 es de suma importancia para la nación, sin duda ese hecho histórico generaría cambios socio-políticos, sin embargo es importante analizar con mucho cuidado el proceso y los discursos actuales. En este artículo expongo dos puntos para contribuir a un mejor entendimiento de la “independencia”.
Primero, explicar cómo se desarrolló el proceso histórico que terminó con la firma y proclama de la independencia de las provincias de América Central. Teniendo en cuenta las relaciones socio-políticas donde las elites en la provincia de Honduras mantenían su firme fidelismo a la monarquía y la religión católica, las contradicciones se pueden detectar por intereses de carácter jurisdiccional como espacios de interés comercial y de autonomía política. Las elites de mineros, hacendados y comerciantes de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa estaban en constantes fricciones respecto a las autoridades y elites de Comayagua.
El conflicto se desarrollaría producto del intento de centralizar el poder político y el vigilar los movimientos económicos en toda la provincia, el traslado de la Caja de Rescates de Tegucigalpa a Comayagua en 1794 fue la “gota que derramo el vaso” para las enfurecidas elites de Tegucigalpa. Se organizaron juntas y sistemáticamente juntaron esfuerzos por mantener la autonomía política y tener mayor libertad de manejar los negocios.
El mencionado conflicto entre Tegucigalpa y la capital de la Intendencia Comayagua se extendió por décadas, pero no quebranto la fidelidad al rey, por ello es importante comprender porque se fracturó en 1821 la lealtad.
En 1821 el contexto para la monarquía española cambió irrevocablemente en su contra tras el triunfo definitivo de Simón Bolívar, de San Martin y de otros líderes que conducían enormes milicias separatistas.
Las elites centroamericanas, principalmente la oligarquía guatemalteca en un evidente cálculo político convocó a algunos representantes y redactaron la proclama que fue enviada a todas la ciudades y villas del istmo. De esa manera se declaró la independencia respecto al dominio de la corona.
En conclusión la acción de las elites en 1821 muestra la estrategia para seguir controlando las provincias ante el miedo a una posible insurrección. Pero, no se puede olvidar la dinámica de los distintos sectores poblacionales que mantenía sus demandas y sus trabajos en una sociedad que por siglos estuvo inmersa en el mestizaje, donde se definió cultural y socialmente a los distintos poblados.
El segundo punto es la evolución de su entendimiento, que durante el siglo XIX los discursos nacionales-liberales se encargaron de glorificar la proclama independentista del 15 de septiembre de 1821. Pero durante el siglo XX surgieron algunas interpretaciones con argumentos críticos sobre lo sucedido en esa época. El discurso de la izquierda política mantuvo una posición crítica basado en algunos aportes de la incipiente historiografía materialista del siglo XX, en que destacan historiadores como Medardo Mejía y Filander Díaz.
Tras los nuevos movimientos sociales y políticos de finales del siglo XX y principios del siglo XXI en plena expansión del modelo de especulación financiera, llamado neoliberalismo, el discurso político respecto a la independencia ha estado presente. Aunque el Estado a través del sistema educativo, los medios de comunicación y algunos escritores mantiene el argumento del gran logro independentista que dio paso al surgimiento de la republica de Honduras.
En 2009 la frágil reputación de la democracia representativa cayó estrepitosamente pese a la descarada postura de medios de comunicación, la institucionalidad, cúpulas empresariales, clericales y algunos columnistas que intentaron mantener la confianza de la población.
El fracaso fue un hecho, pese a las capacidades manipulativas de esos hegemónicos engranajes ideológicos. Pero no se puede desconocer los aportes de escritores, de artistas, de organizaciones sociales que argumentan que el proceso independentista quedo a tras frente a la imposiciones imperialistas de Estados Unidos y principalmente de las fuerzas del capital multinacional. Voces contra las injerencias y mandatos lesivos a los intereses poblacionales, que han provocado protestas que dicen: ¿Cual independencia?, “queremos una verdadera independencia”, “queremos ser una patria libre y soberana”, en entre otras.
Sin duda hay dos discursos que tienen el mismo origen, uno inmóvil, carente de una reflexión histórica profunda, y el otro con argumentos críticos de acorde a las convulsas dinámicas de la era neoliberal. Definitivamente es importante hacer debates serios para entender los diversos elementos a considerar sobre las “celebraciones patrias”, en mí entender para construir una nación con mayor compromiso reflexivo para enfrentar la lógica sistémica de imposiciones.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas