Por: Lucia Vijil Saybe*
El mercado de bienes y servicios nos acompañan desde hace siglos, siendo este el espacio público donde los individuos y empresas intercambian productos. A pesar de que muchos teóricos afirmen que la libertad es el garante para el acceso a bienes y servicios, sabemos que en la actualidad dicha libertad está determinada por un capital cultural, un capital económico y la propiedad privada.
La educación en todos sus niveles ha llamado la atención de las grandes corporaciones y transnacionales “del conocimiento” y se apoderado de las áreas que le deberían pertenecer a una educación pluralista, interdisciplinaria, pública y de calidad. Desde sus espacios de influencia, estos han introducido el término capitalismo académico:
“…el cual permite explicar la orientación de las transformaciones recientemente promovidas en las universidades públicas que tienen el propósito de convertirlas en especie de empresas lucrativas que persiguen maximizar sus ingresos y que entran en competencia con otras empresas que operan en el mercado con el mismo fin: obtener la máxima ganancia.” (Delgado, 2004)
Es necesario dentro del concepto de capitalismo académico establecer la diferencia entre información y conocimiento, siendo la creación, distribución y manipulación de la información una parte fundamental de las prácticas económicas, el capitalismo académico se apropia del ámbito del saber, una nueva regulación de los mercados donde el saber y lo cognitivo están en provecho de lo financiero.
En ese marco inicia la mercantilización de la educación superior, donde las empresas privadas gestionan la formación, el conocimiento predominante internacionalmente es el único que está financiado, y la pedagogía es sustituida por la productividad y por el máximo beneficio. La instrumentalización agresiva de la educación superior, en ningún momento generara espacios de aprendizaje, de academia y de participación estudiantil, sino que las suprime de acuerdo al proceso de mercantilización.
En Honduras, la educación en todos sus niveles ya está privatizada, la elección del “consumidor” está determinada por lo que puede pagar y no por lo que “su libertad lo permita”. En una escala puedo partir del hecho en que la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) está en espacio que se denomina “Nuevas formas de mercantilizar la educación superior”, lo que para mí se construye finalmente como: tercerización de los servicios educativos.
Tercerización de los Servicios Educativos
El concepto tercerización se “refiere al proceso por el cual un gobierno proporciona servicios educativos o relacionados con la educación por un volumen y cantidad definidos, a un precio acordado, de un proveedor específico y por un período de tiempo delimitado. El acuerdo entre el proveedor y quien financia el servicio queda establecido en un contrato.” (Patrinos, 2005)
En Honduras, la UNAH desde 1847 ha tomado protagonismo en la formación de profesionales y ciudadanos(as) comprometidos. Es a partir de la década de los 80s (como en todo el continente) donde las nuevas reformas a los sistemas económicos y la influencia de la escuela de Cambridge, dan paso a las universidades privadas mediante el Decreto No. 577-1978: “Ley de las Universidades Privadas en Honduras”. Estas universidades no entran bajo una concepción de universidades estatales, sino ya están definidos sus espacios de interacción y planes de estudios homologados con la marca que representan, su lógica ya es privada (no sufre proceso previos de tercerización como servicios educativo).
La reforma de la UNAH aún no establece la privatización, pero si se avala como campo de entrenamiento para atender las necesidades de las empresas, ofreciendo ventas de servicios y productos y avalando gestiones gubernamentales (cumpliendo con la tercerización, un acuerdo entre quien lo financia y las partes de la universidad).
¿Cuál es el peligro de la mercantilización de la educación superior en Honduras?
El esquema de razonamiento es simple: si los clientes pueden elegir, los centros que no ofrezcan “calidad” serán desechados (como supuestamente ocurre con los productos de un mercado que no se compran) y, si no mejoran, desaparecen. Además, este sistema de elección de centros se les vende a las familias con más dificultades como su oportunidad para acceder a las mejores instituciones de educación superior. Por lo que, según esta argumentación, esa política no sólo es eficaz/eficiente, sino que también es justa por la cantidad de universidad privadas en Honduras.
Además, en un contexto en el que las universidades han de someterse a las leyes del mercado, especialmente a la competencia, la UNAH está avanzando en un proceso de selectividad de sus estudiantes, pues el hecho de aceptar alumnado que haga descender los resultados en los exámenes, provoca el detrimento de una “imagen institucional”, y por eso se argumenta que la aplicación de la Prueba de Aptitud Académica es formulada bajo este contexto.
En la mesura en que se juzga a las facultades y centros regionales según una escala unidimensional de “excelencia académica” basada en los resultados de las evaluaciones internacionales y en la clase social, los estudiantes con “necesidades educativas” o de minorías no solamente son costosos, sino que limitan el avance de los procesos de reforma y el trabajo “académico” de sus autoridades.
Es por eso que se vuelve más rentable y eficaz la asignación de los escasos recursos a la publicidad y las relaciones públicas para atraer a estudiantes “motivados”, manifestado en obras de infraestructura para deportistas y gasto excesivo en banners publicitarios sobre los “avances de la IV reforma” que eleven la posición en el ranking, que dedicarlos a estudiantes con necesidades educativas.
La tercerización de la educación desde mi punto de vista, contempla una exclusión más violenta que la propia privatización, pues la primera desgasta, desmoraliza (te hace pensar lo “inútil” que es el que no saca buenas notas a pesar de sus condiciones) y te hace parte de una segmentación en entre los que pueden y los que no, la segunda funciona si la pagas en cualquier momento y sos un cliente “siempre bienvenido”.
En otro momento se podrán abordar las soluciones y los elementos que excluye una mercantilización de la educación superior en Honduras, lo cual la desnaturaliza desde su visión inicial.
*Estudiante de Comercio Internacional UNAH
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