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Alemania: Un histórico punto de inflexión

Por: Pedro Morazán

Alemania aprobó el pasado 18 de marzo un histórico proyecto de ley que modifica las normas fiscales plasmadas en la Constitución vigente. Para lograr esta reforma fue necesario contar con más de dos tercios de los votos del Bundestag. Dicha mayoría no sería posible en el Parlamento electo recientemente, en vista de que después de las últimas elecciones Alternativa para Alemania (AfD), de extrema derecha, tendrían la capacidad de bloquear el paquete. En negociaciones relámpago se logró una gran coalición para aprobar la reforma en la última sesión de la legislatura anterior. Este punto de inflexión es histórico, no sólo para Alemania sino también para la Unión Europea, que se ha visto obligada a asumir los nuevos retos impuestos por la Administración Trump y la guerra de agresión de Vladimir Putin. ¿Qué es lo que va a cambiar? ¿Se avecina una ruptura definitiva del Orden Liberal Internacional?

La verdad desnuda y la política

Sandro Botticelli es uno de mis pintores favoritos. Los temas que logró plasmar en el lienzo lo han vuelto uno de los pintores más consagrados del renacimiento florentino. En su celebre pintura bajo el título “La calumnia de Apeles”, el maestro Botticelli nos muestra cómo, Veritas, la diosa de la verdad en la mitología romana, logra rescatar a la víctima de las garras de la envidia y el fraude asiduas compañeras de viaje de la calumnia. De manera similar podríamos imaginarnos a un J. D, Vance, el vicepresidente de los Estados Unidos, como un Hill Billie, destilando calumnias contra los europeos en La Conferencia de Seguridad de Múnich, para salir huyendo después ante la luz destellante de la verdad desnuda que se yergue invencible contra su mediocridad.

Sandro Botticelli: La calumnia de Apeles, 1495

Es verdaderamente sorprendente de qué manera tan rápida está cambiando el mundo en los últimos días. Al parecer el Orden Liberal Internacional bajo la hegemonía norteamericana parece ser parte del pasado. Y los peor de todo esto es que aún no aparece una alternativa viable para reconstruir algo mejor sobre sus escombros. Las ingenuas expectativas de definir nuevas alternativas de parte de un supuesto “Sur Global” con China y Rusia a la cabeza de los BRICS resultan ahora más desoladoras que nunca. Lo más evidente, sin embargo, es el hecho de que la Unión Europea es militarmente frágil sin el paraguas militar de los Estados Unidos que garantiza su seguridad por una OTAN que opera con arreglo al principio de que un ataque contra uno o varios de sus miembros se considera un ataque contra todos. La calumnia se expande como masa tóxica en la era de la posverdad.

En el caso concreto de la administración Trump el tema de la posverdad se combina con las otras dos “P” mencionadas por Moises Naim: polarización y populismo. Mientras el populismo de Trump encuentra una masa considerable de fanáticos seguidores hacia el interior de su país, su efecto de rebote es un rechazo casi unánime afuera de las fronteras. En cuanto a la polarización parece estar ocurriendo algo similar, pero con una ruta sui generis, lo que desemboca en incertidumbre. El detalle más importante del discurso del mencionado “Hill Billie en Múnich es quizá el síntoma de que la última gran constante del orden de posguerra se está desmoronando ante nuestros ojos. Hasta ahora la hegemonía estadounidense era una suerte de alianza basada en principios compartidos en torno a la democracia basada en chequeos y contra – chequeos institucionales y no en polarización y populismo.

Después de la derrota de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial Europa se arropó bajo dicha hegemonía ideológica sin asumir ningún compromiso militar significativo. Alemania perdió el derecho a las armas nucleares, que siguen siendo “privilegio” de Gran Bretaña y Francia las dos potencias “aliadas” en la derrota de Hitler. Los europeos han sido pues, los socios menores en un orden internacional liderado por Estados Unidos. Es de hacer notar que dicha alianza fue voluntaria y no era un sistema de subyugación sino de integración, en el que cada estado reconocía el liderazgo estadounidense, pero conservaba la capacidad de articular sus propias preocupaciones. Eso se terminó y ahora se trata de seguir las pistas tanto económicas como políticas de la ruptura.

Alemania en su nuevo rol

Friedrich Merz, el futuro jefe de Gobierno de Alemania, mencionaba en su histórico discurso ante el Bundestag, que el 18 de marzo resultó ser una casualidad histórica, ya que 35 años antes, en 1990 fue elegido en Alemania del Este el primer parlamento después de la caída del Muro de Berlín. El llamado “Milagro Económico Alemán” llevó a este país a convertirse en la primera potencia económica europea, por encima de Francia y de Gran Bretaña. Sin embargo, como toda potencia europea tomada por separado, Alemania es demasiado pequeña para tener la hegemonía económica de la Unión Europea, pero lo suficientemente grande para obviarla.

El éxito alemán se basaba hasta ahora tanto en una tradición fiscal de estricta austeridad, como en la renuncia a tener una fuerza militar considerable. El pasado 18 de marzo de 2025 tanto lo uno como lo otro parece haber sufrido un viraje de 180 grados. El Parlamento Alemán aprobó paquete financiero valorado en 500 mil millones de euros para elevar el gasto en defensa y en infraestructura. Todos los ojos de Europa estaban fijos en dicha votación y lo que era inimaginable hace 50 años, los países vecinos ejercen presión para que Alemania asuma un papel más activo en la nueva estrategia de defensa la Unión Europea.

Tradicionalmente Alemania ha sido el aliado más fiel de los Estados Unidos en la Europa de la posguerra. Ahora que este país es uno de los blancos más directos de la agresiva política comercial norteamericana que se queja de una invasión de automóviles y otros productos de marcas alemanes, la situación parece estar cambiando. Alemania parece haber resuelto su eterno dilema apoyarse más en Francia y Gran Bretaña y menos en Norteamérica. Esto significa deuda conjunta para la política industrial y de defensa, decisiones mayoritarias en política exterior y de seguridad, alineamiento fiscal, inversión en paz social y participación en el mantenimiento de la paz en Ucrania. Nada más ni nada menos, ha sido la decisión del Bundestag en estos días.

El Libro Blanco sobre Defensa de la Comisión Europea

Como bien se sabe, la Unión Europea es una comunidad de estados soberanos con un mercado común y reglas de política fiscal incluida la existencia de un Banco Central y una moneda común. Aunque no todos los países miembros han renunciado a su soberanía monetaria, la totalidad de los 27 estados miembros aceptó legar la responsabilidad de la política comercial en la Comisión Europea con sede en Bruselas. La política de defensa no ha sido asunto de coordinación en Bruselas. También aquí las cosas parecen estar cambiando. El miércoles 19 de marzo la Comisión Europea publicó por primera vez en su historia un “Libro Blanco”, es decir una estrategia de defensa, según la cual, los Estados miembros podrían movilizar hasta 800.000 millones de euros para Defensa en los próximos cuatro años, en particular mediante la agrupación de pedidos y la adquisición conjunta de equipos. La propuesta de la Comisión lleva el sugestivo nombre ‘Rearmar Europa’.

Para Kaja Kallas, máxima responsable diplomática de la UE, se trata de un «un momento crucial» para el bloque. «El valor que añadimos trabajando juntos no tiene precio. Nos da una ventaja competitiva que no tiene parangón en ningún lugar del mundo», declaró a los periodistas durante la rueda de prensa de presentación del Libro Blanco.

Insisto, las cosas están cambiando de manera muy acelerada. Hasta hace poco predominaba el escepticismo, en lo referente a la capacidad de lo europeos para desarrollar una política común de defensa europea que los haga menos dependientes de la sombrilla de la OTAN y de los Estados Unidos. El comisario de Defensa, Andrius Kubilius, hacia algunas comparaciones demográficas interesantes: «450 millones de ciudadanos de la Unión Europea no deberían tener que depender de 340 millones de estadounidenses para defendernos nosotros mismos contra 140 millones de rusos que no pueden derrotar a 38 millones de ucranianos».

Kaja Kallas y Andrius Kubilius en la presentación del «Libro Blanco» © REUTERS/Yves Herman

Evidentemente que detrás de las cifras demográficas, de por si elocuentes, habría que tomar en cuenta muchos otros factores. Europa aún no puede hacer frente sola a la amenaza rusa, pero la economía de la Unión Europea es casi diez veces mayor que la de Rusia y el gasto de defensa combinado de los estados miembros de la UE es cuatro veces mayor que el de Moscú. Los tambores de la guerra despiertan muchos temores en un continente que vivió el horror de dos guerras mundiales. Las palabras de Kallas resultan aleccionadoras cuando afirma que «hacemos esto no para librar una guerra, sino para prepararnos para lo peor».

Y lo peor parece haber llegado desde Washington y a la vez desde Moscú. Si logramos captar de nuevo el oneroso discurso de J. D. Vance, para Trump y la derecha estadounidense, las democracias liberales de Europa no son amigas, sino enemigas potenciales. La plutocracia patrimonialista que asumió el poder en Washington tiene una agenda que no compagina con las tradiciones democráticas conocidas en Europa.

Un futuro incierto

El proyecto europeo es único en la historia. Ahora que Trump parece haber reactivado un discurso de expansión territorial imperialista, dicho proyecto enfrenta retos inéditos. Europa solo puede sobrevivir como proyecto multilateral ante los gigantes territoriales como Rusia, China o Estados Unidos. La UE, como proyecto multilateral, lleva su fundamento en una idea: La democracia y el respeto a los derechos individuales como antítesis de la polarización y los neonacionalismos de otras potencias. Quizás por ello, tanto Trump como Putin le rinden pleitesía a los extremistas de derecha nacionalista como la AfD en Alemania.

Tanto Alemania como la Comisión Europea han demostrado en estos días que poseen no solo el dinero, sino también la capacidad tecnológica, la gente y las empresas necesarias para garantizar la defensa de sus valores democráticos. También la nueva política de defensa deberá ser parte de lo que Habermas llamaba la “acción comunicativa”, es decir algo en lo que participen todos los grupos sociales para crear un nuevo consenso. Ya Alemania lo demostró, la necesidad de actuar urgentemente no debe ser un pretexto para evitar la discusión amplia e inclusiva. Posiblemente habrá debates muy fuertes, pues a pesar de que la nueva política de defensa tendrá su momento keynesiano, lo que se invierta en defensa implicará recortes en la política social, por ejemplo.

¿Cómo financiar el aumento necesario de la inversión militar en un momento en que las economías europeas están débiles? La respuesta ha sido el endeudamiento y esto, en un momento en que las finanzas públicas están al límite, implica enormes riesgos. Muchos votantes se resisten a aceptar recortes en otros gastos gubernamentales. Los retos son verdaderamente gigantescos.

  • Doctor en Economía e investigador del Instituto SUEDWIND de Bonn, Alemania. especializado en desarrollo y deuda externa, y ha realizado estudios para el EDD en África y América Latina Ver todas las entradas

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