Callejas: culpable e inocente en dos mundos paralelos

Joaquín Mejía

Por: Joaquín Mejía Rivera

¡Culpable! Así respondió esta semana el ex presidente Rafael Leonardo Callejas cuando un magistrado de una corte federal de Brooklyn le preguntó sobre su responsabilidad y participación en los delitos de fraude y lavado de dinero en el caso conocido como “Fifagate”.

¡Inocente! Así lo declaró la Corte Suprema de Justicia bajo la presidencia de Vilma Cecilia Morales en noviembre de 2008 cuando Callejas fue acusado por actos de corrupción durante su gobierno.

¡Culpable! Callejas fue parte de una red criminal de unas 42 personas que aceptaron unos 200 millones de dólares en sobornos para facilitar la obtención derechos de transmisión y comercialización de torneos y partidos de la FIFA.

¡Inocente! El ex presidente Callejas fue acusado por el Ministerio Público por malversación de caudales públicos, falsificación de documentos, abuso de autoridad, abrogación de funciones correspondientes al cargo y fraude mientras fue presidente del país, y a pesar de las pruebas en su contra, evadió la justicia.

¡Culpable! Por cada delito cometido el ex presidente Callejas puede afrontar una pena máxima de 20 años de cárcel, lo cual se sabrá cuando se dicte la sentencia el próximo 5 de agosto en Nueva York.

¡Inocente! La Corte presidida por Vilma Morales le otorgó 16 cartas de libertad y el Ministerio Público jamás lo investigó por los actos de corrupción en el Proyecto Gol y en donde jamás se supo qué pasó con varios millones de dólares provenientes de la FIFA.

En Estados Unidos Callejas es un vil criminal a quien se le está juzgando porque la administración de justicia es relativamente independiente. En Honduras Callejas es un señor, un intocable, un modelo a seguir pese a que los hechos han demostrado que es un corrupto.

La tragedia de Honduras es que el poder judicial solo muerde a las personas descalzas y hace que personajes como Callejas amplifiquen esa terrible cualidad que el padre Ismael Moreno describe como “la de convertir el acto corrupto en un hábito honorable, la evasión de la justicia en sagacidad y la transformación del Estado en un negocio privado disfrazado de inteligencia política

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