¿De qué nos sirve el cierre de la DEI?

Hay que darle seguimiento para ver cómo sale ese “tamagás” que establecerá las reglas de recolección de impuestos y de protección al contribuyente

Por: Redacción CRITERIO

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Esperamos que con el cierre de la DEI no se cumpla la antigua estrategia política de: “cambiar todo para que todo siga igual”.

Candado

La noticia del año en referencia a la administración del gobierno, ha sido sin duda el debate del nuevo código tributario y el cierre de la DEI, Dirección Ejecutiva de Ingresos.

Es difícil que el público se anime a hablar con profundidad sobre el tema de impuestos, más allá de que a nadie, repito a nadie, le gusta pagar impuestos. Solo el hecho que esté en el tapete del debate nacional es una victoria cívica. Es el momento para ver hacia el futuro y no perder esta oportunidad para crear confianza y seguridad de largo plazo en la relación contribuyente-estado.

Las recomendaciones al código tributario fueron entregadas únicamente por tres organizaciones: el Consejo Hondureño de la Empresa Privada, el Consejo Hondureño del Sector Social de la Economía y la Fundación Eléutera. En todos los casos se manifestaron fuertes argumentos para mejorar la propuesta inicial del gobierno. Ahora, hay que darle seguimiento para ver cómo sale ese “tamagás” que establecerá las reglas de recolección de impuestos y de protección al contribuyente. Esta será la clave para hacer posible y viable el plan de inversión que promueve el gobierno: Visión Honduras 20/20.

El cierre de la DEI debe ser un renacimiento

También podrá ser bueno el renacimiento que le están dando a la Dirección Ejecutiva de Ingresos. Esperamos que no se cumpla la antigua estrategia política de: “cambiar todo para que todo siga igual”.

El despido de todo el personal y cierre de la DEI parece una estrategia bien planeada con anticipación. Primero, el haber pasado la meta de recolección de impuestos permite al gobierno cumplir con sus deudas, y así mismo hacer efectivo el pago total de las prestaciones para el personal de la DEI y no crear una cacería de brujas a lo interno de la institución. Segundo, hay un plan de ejecución y no se observa improvisación como en otros procesos, así se reduce la inestabilidad durante el cambio y el posible robo/modificación de la información de los contribuyentes.

Es importante que una vez cancelados los contratos, se establezcan cuáles son las nuevas reglas del personal, y que todos los que laboraban puedan aplicar de nuevo voluntariamente a los puestos de trabajo. Claro, cumpliendo los requisitos nuevos. Los que no lo cumplan pues no deben ser contratados, y los que sí, pero no rindan, deben ser removidos. Esta es la misma estrategia que debió utilizarse con la Policía Nacional hace unos años, pero los compromisos financieros del gobierno (y otros que no conocemos) no lo permitieron.

El tercer paso es un impuesto único

Una vez teniendo estas dos piezas armadas, un buen código tributario, y una nueva administración tributaria, el paso final de la reforma debe ser unificar todas las leyes impositivas y simplificarlo a su mínima expresión: un impuesto único, como lo hizo Europa del Este en la década de los noventa el siglo pasado.

En el corto plazo, los países que aplicaron este mecanismo vieron que bajando y simplificando el sistema de impuestos aumentaba la inversión y con eso la recolección de impuestos, exactamente como lo explicó el economista Arthur Laffer en su famosa “Curva de Laffer”.

Este impuesto debe ser fácil de pagar para el contribuyente (en una sola hoja y con las mínimas deducciones y exoneraciones) y fácil de recolectar para la administración tributaria (mensual).

Para la inversión, los impuestos bajos y sencillos son más atractivos que los impuestos cero pero con reglas e instituciones imprevisibles. En temas tributarios, el impuesto único colocaría a Honduras como el país más atractivo de América Latina para la inversión. También le facilitaría la operación a los profesionales independientes y a los negocios pequeños y medianos en Honduras.

Al limitar las deducciones y exoneraciones a un mínimo, se logrará cerrar una de las puertas más grandes a la corrupción, la evasión y contabilidad creativa, y la aplicación arbitraria de los que dirigen la administración tributaria.

De no realizar estos tres pasos en conjunto: un código tributario equitativo y balanceado; una nueva autoridad tributaria tecnificada y limpia; y un impuesto único, sencillo y que reduzca la corrupción; habremos perdido una de las oportunidades más grandes en la historia reciente para enderezar este país.(Tomado de Articulo13)

 

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