Por: Redacción CRITERIO.HN
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Tegucigalpa.- Las amenazas para los bosques y sus habitantes crecen de forma desproporcionada e insostenible, aun cuando los pueblos indígenas y tribales han sido buenos guardianes de la naturaleza, señala un informe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC).
“A partir de su concepción del buen vivir, nuestros pueblos indígenas protegen el agua, el aire, la tierra, el bosque la vida; porque todos ellos en su interrelación son la casa de la vida”, dice el documento titulado Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques, una oportunidad para la acción climática en América Latina y el Caribe.
El cambio climático, señala el informe, amenaza con ser tan o más peligroso que la pandemia del Covid-19, ante cuyos efectos económicos ningún país tendrá la capacidad de reorientar fondos “para invertirlos en esfuerzos exclusivamente climáticos”.
En consecuencia, tendrá que hacerse un esfuerzo colectivo “en términos de creatividad e innovación” para hallar políticas e inversiones que contribuyan a la recuperación postpandemia y al mismo tiempo a mitigar la crisis climática.
“Y colaborar con los pueblos indígenas y tribales del continente para proteger a los bosques de sus territorios cumple con esos requisitos”, apunta.
En 17 países de América Latina viven 826 pueblos indígenas que ocupan físicamente 404 millones de hectáreas, equivalente a la quinta parte de la superficie total de la región.
En el caso de Honduras, son siete pueblos indígenas que se encuentran en 3.4 millones de hectáreas, 36,000 kilómetros cuadrados, que es la misma cantidad de bosques en área indígena.
El área nacional total de bosques es de 4.6 millones de hectáreas y el área indígena con ecosistemas poco intervenidas es de 1.4 millones de hectáreas.
El informe señala también que en los últimos 30 años se han titulado unos ocho millones de hectáreas de territorios colectivos pertenecientes a los pueblos tribales, incluyendo unos cinco millones de Colombia, dos millones en Brasil y un millón entre Ecuador, Honduras y Nicaragua, la mayor parte de ellas en zonas forestales.
Dice también que todavía hay áreas adicionales importantes por titular en Brasil, Surinam, Colombia, Ecuador y en la costa norte de Honduras.
Entre 2000 y 2016, los bosques de los territorios indígenas de la región se fragmentaron mucho, lo cual se refleja en una reducción del área de los bosques intactos que en Honduras fue de un 30%.
Honduras también tiene áreas significativas sobre las cuales los pueblos indígenas y tribales tienen derechos consuetudinarios que no han sido debidamente reconocidos y de los cuales es difícil estimar el total ya que la mayor parte todavía no ha sido demarcada.
Honduras está también entre los países en los que el escaso esfuerzo gubernamental para asegurar el respeto a la propiedad colectiva contribuye a una escalada de ataques violentos contra los líderes y pobladores de los territorios y “todavía no se han implementado medidas eficaces para revertir esta situación”, dice el documento de la FAO-FILAC.
Honduras es también uno de los países en los que a menudo la creación de un área protegida dificulta o incluso impide que una comunidad indígena o tribal logre el reconocimiento formal de sus derechos sobre un territorio.
Los territorios indígenas de la costa caribe de Honduras son parte de los más de cinco millones de hectáreas de bosques coníferos de México y el norte de Centroamérica donde cientos de comunidades generan ingresos y empleo a partir de los bosques de pino que manejan de forma sostenible, y muchas de ellas alcanzan niveles de valor agregado significativos.
Otros datos del informe, elaborado con base en 250 estudios, establecen que alrededor del 35% de los bosques de América Latina se encuentran en zonas ocupadas por grupos indígenas y que más del 80% de esas superficies está cubierta de bosques, y que los territorios indígenas y tribales tienen un promedio de deforestación menor que en el resto de América Latina.
“Muchos territorios indígenas evitan la deforestación tan bien o mejor que otras áreas protegidas”, añade el estudio que alerta también sobre el resurgimiento de la criminalización contra los movimientos indígenas, sus dirigentes y autoridades, así como la discriminación, racismo, persecución y asesinatos.
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2 respuestas
Pero el Narco es perro para pedir fondos verdes y es incapaz de exigir el cumplimiento de los planes de manejo y explotación del bosque a los grandes aserraderos (que son viejos narcos y financian a los gobiernos de turno). Solo son papeles y no siembran nada, que pijudo que con nuestros impuestos se pongan a los militares a hacer viveros para reforestar.. El billete le sale limpio a los depredadores históricos pues. Investiguen donde quedó el primer desembolso de fondos verdes (el cual lo congelaron de afuera por que se lo robaron la primera parte). Los cooperantes deben parar de poner dinero en manos de estos delincuentes, Rendicion de cuentas deben exigir!!! Basta de depredar el bosque.
Hay que matizar, que aparte de haber sido tituladas las tierras indigenas, estas siguen siendo vendidas ilegalmente a personas adineradas, algunas con lavado de narco trafico, otras a grandes capitales de monocultivos o para madereras o ganaderia extensiva.
La intervencion del Estado es urgente, pero dada la actual situacion de corrupcion es tan dificil que esto se haga que los territorios se estan diezmando acelaradamente, en nuestro pais, solo desplazarse a las zonas de Olancho – Gracias a Dios o de Colon -Gracias a Dios. El pueblo Tawahka de Honduras esta en proceso de desaparicion y con el, su zona de proteccion, en parte colonizada desde Olancho.