La batalla por la justicia

Choise of no choise: Harris o Trump ¿para Honduras? 

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

                                             a Mario Argueta y a William Davidson, colegas y a Tito en Boston

Aquí también tendremos que escoger el año próximo, en medio del caos de la desinformación y la manipulación, entre candidatos tan diferentes en su seriedad, orientación, compromiso, honradez y agilidad como Rixi, por un lado y por otro, Calix o Salvita, o Anita o Papi; y se nos va el destino en ello, porque nos afectará directamente en todo. No parece igualmente útil opinar al respecto sobre EUA, porque no tenemos voto;  tenemos poca ascendencia sobre poca gente que pudiera decidir, la que, además, tiene sus propias impresiones, intereses y pasiones. Yo no tengo interés personal en el asunto; pero se puede dirimir el interés del país en la elección estadounidense y es un tema pertinente después también para nuestra elección. Sin importar mucho quién ganó el debate la semana pasada porque casi todos los votantes están decididos, los márgenes son muy cortos; cualquiera puede ganar las elecciones en unos dias y cualquiera podrá -casi seguramente Trump decidirá- resistirse a aceptar los resultados. Los estadounidenses decidirán cuál será el  Presidente de EUA, que cada vez más parece pato cojo, porque nadie se cree que Biden esté decidiendo lo que hacen sus fuerzas armadas, o su diplomacia por ejemplo, en Latinoamérica. ¿En Honduras, Biden entiende?

Hay contraste y traslape entre ellos, claro. Como decían los viejos comunistas,  ambos son gringos, y ambos dependen de fuerzas superiores a sus personalidades que les imponen un denominador común. Hace poco, Harris declaró que se aseguraría que los EUA tuvieran el mejor ejército y el más mortífero del mundo, como también quiere Trump ,y sin duda eso resuena con su electorado cuando Trump alardea de que Orban declare que es el hombre más temido del mundo. Pero mientras que Trump declaró que solo le tomaría 24 horas acordar un alto al fuego en Ucrania y prevenir la tercera guerra mundial, lo que urge, Kamala reitera que apoyará a Ucrania y a sus aliados europeos. 

Muchas opiniones generales suelen ser ingenuas, o poco informadas cuando apelan a una supuesta afinidad con la ideología o visión de uno u otro partido, siempre ideas estereotipadas por la propaganda que no se confirman del todo en los datos. Los menos listos aseguran que los demócratas son menos guerreristas y los republicanos menos atentos a los problemas sociales. Y bien puede ser que Trump persiga a los migrantes (que dice que se están comiendo los gatos de Ohio) y que tenga menos confianza los apoyos sociales en los apoyos sociales para activar la economía, que en el recorte de impuestos a sus amigos ricos, diz que para que inviertan más;  y que ponga más empeño en defender la libre propiedad de armas letales. Pero Kamala, por supuesto, no desfila con bandera de paz. Y los demócratas Biden y Obama (Premio Nobel de la Paz de por medio) han sido más alegremente agresivos afuera, que ningún republicano desde Bush, y han deportado más solicitantes de refugio y asilo en promedio que Trump o sus antecesores republicanos. Los más sofisticados observadores suelen decir que no hay diferencia entre partidos y que las diferencias personales no cuentan. Y esos también son equívocos. Más bien habría que objetar que lo que escuchamos como planteamientos en campaña del candidato(a) en ningún caso será una pauta clara de la política a seguir después de electa la figura. Porque no es lo mismo verla venir que platicar con ella, y ni siquiera el presidente o la presidenta estadounidense, consigue siempre lo que quiere, según reza la canción. You can´t always get what yo want…

La neta es que las diferencias personales sí importan, porque los líderes tienen distintos patrocinadores (Trump tiene a Musk, Mellon y Kamala a Soros, Gates, a Warren Buffet), tienen destrezas e inclinaciones diversas, escogen consejeros y equipos particulares, conducen, enfocan y limitan las políticas de sus gobiernos y estados; reaccionan con diferentes clases de ecuanimidad, sabiduría y actitud; todo eso importa. Y hay diferencias abismales entre Kamala y Donald, en lo que respecta a las personalidades. Mas allá de que ambos son inteligentes, enérgicos y opinionados, con criterios bien cimentados en sus propias convicciones e ideologías: ella es una abogada astuta y hermosa, atractiva y progresista que cree en la igualdad ante la ley; él no cree nada por el estilo y es un viejo magnate farsante, patán indecente, repugnante e impostor, que se define como insolitamente conservador; y cada uno de ellos tiene sus intereses propios: más materiales los de Donald, que busca acumular fortuna con sus congéneres, complacer a Orban y a un círculo de admiradores del macho dominante, desplegar más su prepotencia sin límites, y engañar dundos. Kamala no dudo quiere servir a la gente humilde y a la clase media de donde viene, porque tiene una vision humanitaria, quiere quedar en la historia, reivindicar a su género, demostrando que sí puede una mujer y de color, ganar y ser Presidenta de EUA. También querrán salir con la frente en alto de esa tarea tan compleja, que rebasa  la  mentalidad jurídica, como la del especulador de bienes raíces y el tahur.

 De entrada, más allá de esas apreciaciones, uno puede pensar que habrá ademas cierta o mayor congruencia entre la persona (su historia y circunstancias) de Harris y su política, mientras que como ha dicho alguien hace poco, en la revista Foreign Policyno es cierto que nadie sepa lo que va  hacer Trump mañana, es impredecible; aunque sí se puede visualizar -y es igualmente importante- lo que no hará y entender la congruencia de cada proyecto. Y lo más terrible es que en ambos casos, aunque Kamala quisiera  proyectarse, le resulta difícil siendo quien continuaría en el poder, ambos son segunda edición,  sin mucha ampliación ni corrección, Trump no visualiza nada nuevo y Kamala no dice cual seria la novedad. Y un viejo adagio reza que no hay segundos buenos

Un asunto toral que nos afecta es el de sus agendas muy diferenciadas en materia ambiental. Trump básicamente no cree en el calentamiento global, en detener a la industria petrolera o gastar mucho en la ecología; en realidad no cree en la ciencia,  probablemente no entiende la teoría de la evolución, la cual rechaza buena parte de su hueste fundamentalista. Y su anti ambientalismo afectó y afectará a los EUA y al mundo. Pero a nosotros nos lleva de encuentro sin piedad. (Somos uno de los países que menos contribuimos al calentamiento y uno de los que más sufre las consecuencias catastróficas). Harris es más culta y razonable, entiende que hay que ponerle remedio al mal, al consumo excesivo, regular el uso de contaminantes, transitar a energía verde y cooperar internacionalmente para esa agenda. La Agenda 2030, las metas mundiales de ambiente.

Trump, por lo que ya sabemos, no se va a preocupar por la juventud o los migrantes (a quienes ya dio prueba de cero tolerancia y advirtió que deportara 12 millones en cien dias), ni realmente por los derechos humanos de nadie, y no cree que eso sea importante. Tampoco en Gaza. No apaciguará a Irán; no se si conseguirá que Europa financie a OTAN con el 2% del PIB de cada país y que sus otros socios desvíen fondos para sostener la sombrilla nuclear estadounidense como pretende. Pero, por el otro lado, Donald Trump, pese a lo picaresco e irresponsable (llamar amigos a Putin, al Little Rocket Man y a los talibanes, inventar a Juan Guaidó y la Operación Gideon, mandar a matar a  Suleimani y amenazar con invadir México para capturar a los capos), pese a los despliegues de machismo y sus actitudes despreciativas de todos, ¡nunca envió ejércitos a la guerra en su primer periodo, o alentó un conflicto en que podría quedar atrapado! De repente, va a intentar replegar tropas, como hizo antes a un alto costo en Siria y Afganistán, y no va a conducir a los Estados Unidos a una guerra si puede evitarlo. (El único sector que gana en la guerra es el del Complejo Militar Industrial, y Trump está más bien en servicios, casinos y proyectos inmobiliarios). Va a seguir desestabilizando a Latinoamérica con lineamientos ideológicos (sin importar calidades, apoyando con Musk a gente como JOH, Machado, Piña y Guaidó) porque nos ve solo como el sucio patio trasero, y va a profundizar la rivalidad por materias primas estratégicas y guerra comercial con China, que ya es la contradicción principal, provocando situaciones volátiles también en el Lejano Oriente. Pero ya declaró más pragmático que quitara todas las sanciones a Venezuela para asegurarse el petróleo y las materias raras, lo que es fundamentalmente sensato.

Por su lado,  Kamala tiene una agenda interior progresista moderada (reforma al sistema de salud, defensa de las mujeres) en materia de relaciones internacionales, insulta, como Biden, llamando a Putin déspota peligroso, y suscribe la politica exterior de Biden, no muy distinta de la de Trump (soft power: sanciones y operaciones encubiertas como esta de sabotear a LIBRE), sin el aventurerismo, quizás con más multilateralismo. Quizás sea menos despiadada con los migrantes, ¿les dé un espacio mayor a los movimientos progresistas en América Latina (creo que a eso juegan AMLO –o jugaba- Petro, Lula) como insinúa,  entiende mejor el beneficio que pudiera tener aquí una estabilidad, aunque fuera relativa, si bien para eso casi es seguro tendría que tragarse a Maduro y no podrá contrarrestar el avance Chino, porque ¿no tiene recursos o capacidad para movilizar una cooperación competitiva?  Quo Vadis EUA, me comenta Mario Argueta. ¿A un enfrentamiento con China, Rusia y Norcorea en tándem letal? O a una guerra social interna entre los descontentos resentidos, rezagados que prevalecen en el Midwest y el Sur y por otro lado el establishment liberal urbano globalizado en las dos costas?

Eso toca en el fondo el problema trascendente que han vislumbrado muchos de los analistas avispados, incluso norteamericanos. Los Estados Unidos está ya (es la ley de la acumulación de poder externo desde hace milenios) sobre-extendido; se ha vuelto demasiado vulnerable, en múltiples flancos internos y externos, y no tiene ya los recursos, aun sin tomar en cuenta el déficit, para dominar como hace treinta años. Y entonces continuar la política de antes es una trampa. Y quizás Trump entiende eso mejor que Harris, al menos en lo que se refiere a política exterior, no quiere seguir siendo policía del mundo; y de repente le da una amnistía a JOH o les manda cohetecillos a los carteles. Es realista cuando visualiza el problema de fondo.

Hay en America Latina aspirantes a potencias medias que pueden tirar sus propias líneas. Nosotros solo tenemos esperanza si tomamos conciencia en alianza con otros similares, todos de precaria condición, sardinas que -para salvarse del tiburón- deben nadar en ágiles cardúmenes con una sola mente colectiva, de escape o fuga, aunque eso moleste a los inocentes que se preocupan por lo que nos pueda afectar frente al poderío imperial, apoyar a Venezuela o denunciar el acuerdo para la extradición, mientras hacemos uno más equitativo y susceptible de uso político. En nadar juntos con los demás amenazados, debemos concentrar nuestra energía, porque se juega nuestra sobrevivencia. Voten por Honduras y por el Sur. Olvídense de Camelot, es cuento de hadas.

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