Educación y democracia

El destino manifiesto de los latinoamericanos. Recordando a José Vasconcelos

 

Por: José Rafael del Cid*

 A George Floyd Tu piel nos convoque, tu martirio nos humanice

 

¿Sabía usted que el Censo de Población de los Estados Unidos de América incluye categorías “raciales” como “caucásico”, “hispano”, “asiático” y otras? “Francia jamás ha permitido tales clasificaciones de su población”, aseveraba en Radio Francia Internacional el profesor Jean Frederic Schaub, historiador francés, experto en estudio ibéricos, de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Durante su comparecencia radial, dedicada al tema del racismo en el mundo, el doctor Schaub explicó que existe mucha discusión entre los expertos acerca de los orígenes y actualidad del racismo, pero que el único consenso entre ellos es que el término “raza”, como categoría científica, está completamente desfasado. El doctor Schaub hizo alusión a las paradojas de que, un país promotor histórico de la inmigración internacional, como los EEUU, haya sido simultáneamente reacio a la completa integración de las diferentes culturas que lo engrandecen, y que la Latinoamérica mestiza se haya dejado contaminar también por el racismo.

Estas cavilaciones me hicieron recordar un libro que durante mi época de estudiante universitario me impresionó muchísimo. Se trataba de “La Raza Cósmica. Misión de la raza iberoamericana. Notas de viajes a la América del Sur” (1925) del escritor y político mexicano José Vasconcelos (1882- 1959). Si acaso la hubiera leído el doctor Schaub, en la obra de Vasconcelos se identifican elementos para descifrar las raíces de esa conducta contradictoria de los gobiernos de EEUU de convocar y segregar.

La tesis central de “La Raza Cósmica” me condujo a preguntarme por qué, al final, su autor se quedó a medias en el objetivo propuesto: “reconstituir nuestra ideología y organizar conforme a una nueva doctrina étnica toda nuestra vida continental”. En efecto, Vasconcelos se proponía despertar el orgullo del mestizaje, al elevarlo al rango de una “quinta raza”, que combinaba todas las demás (según él: la negra, blanca, Indostán y mongólica) en una sola, la raza universal, la raza cósmica, la que al final se impondría en el planeta, no por la necesidad de la dominación de un pueblo contra otro, sino por la fuerza del amor y el sustento en la ciencia. Estas tesis estamparon su huella en el ser mexicano: lo observamos en su arte, en su literatura, en su ciencia, en su arraigado nacionalismo.

Sin embargo, un pensamiento llamado a trascender fronteras apenas hizo ruido en otros lares. ¿Qué sucedió? Los biógrafos destacan, entre otros, los siguientes motivos. Primero, que la presencia del mestizaje mostró diferentes intensidades en Latinoamérica al depender principalmente de la importancia numérica de la población indígena. El fenómeno cultural del mestizaje solo sería relevante en los centros de alta concentración indígena como Mesoamérica, los países Andinos y algunas regiones de Brasil. Segundo, Vasconcelos dio muestras de incoherencia y retroceso para con la causa de concientizar a los latinoamericanos sobre su destino manifiesto: “un ansia infinita de integración y de totalidad [racial y cultural] que, por lo mismo, invoca al Universo”. A partir principalmente de 1929, cuando Vasconcelos sufrió la derrota de sus aspiraciones a la presidencia de México, su pensamiento experimentó un giro controversial. Como lo describió Octavio Paz, su nombre llegó a despertar adhesiones y repulsiones, cóleras y simpatías, convirtiéndolo en el escritor más discutido de México. Y no podía haber sido de otra manera en alguien que, de liberal con coqueteos socialistas, muy a tono con los principios de la revolución mexicana, pasó abiertamente al bando del fascismo, convirtiéndose en defensor activo de las ideas de Hitler y Mussolini. ¿Un pensador consciente de su identidad mestiza abrazando la causa de la supremacía aria? No exactamente eso, tal vez como Mussolini (Italia) e Hirohito (Japón) se sintió fuertemente atraído por el espíritu de grandeza nacional, mediante la unidad del pueblo, como forma de afirmación frente a los imperios de la época, especialmente los emergentes norteamericanos y soviéticos.

¿En qué consistió la visión de Vasconcelos sobre el mestizaje? Unos cuantos fragmentos originales de su obra ilustran lo básico de su pensamiento sobre este tema, mientras muestran, en mucho, su actualidad frente a un mundo que parece reavivar dogmas raciales causantes de conflictos mundiales y etnocidios.

“En la Historia no hay retornos… ninguna raza vuelve; cada una plantea su misión, la cumple y se va. Los días de los blancos puros, los vencedores de hoy están tan contados como lo estuvieron los de sus antecesores. Al cumplir su destino de mecanizar el mundo, ellos mismos han puesto, sin saberlo, las bases de un período nuevo, el período de la fusión y la mezcla de todos los pueblos…”

“[Actualmente] la especie humana vive en cierto sentido conforme a las leyes darwinianas. Los ingleses, que sólo ven el presente del mundo externo, no vacilaron en aplicar teorías zoológicas al campo de la sociología humana. Si la falsa traslación de la ley fisiológica a la zona del espíritu fuese aceptable, entonces hablar de la incorporación étnica del negro sería tanto como defender el retroceso. La teoría inglesa supone, implícita o francamente, que el negro es una especie de eslabón que está más cerca del mono que del hombre rubio. No queda, por lo mismo, otro recurso que hacerlo desaparecer. En cambio, el blanco, particularmente el blanco de habla inglesa es presentado como el término sublime de la evolución humana; cruzarlo con otra raza equivaldría a ensuciar su estirpe. Pero semejante manera de ver no es más que la ilusión de cada pueblo afortunado en el período de su poderío. Cada uno de los grandes pueblos de la Historia se ha creído el final y el elegido. Cuando se comparan unas con otras estas infantiles soberbias, se mira que la misión que cada pueblo se atribuye no es en el fondo otra cosa que afán de botín y deseo de exterminar a la potencia rival. La misma ciencia oficial es en cada época un reflejo de esa soberbia de la raza dominante…”

“Cada raza que se levanta necesita constituir su propia filosofía …Nosotros nos hemos educado bajo la influencia humillante de una filosofía ideada por nuestros enemigos, si se quiere de una manera sincera, pero con el propósito de exaltar sus propios fines y anular los nuestros. De esta suerte nosotros mismos hemos llegado a creer en la inferioridad del mestizo, en la irredención del indio, en la condenación del negro, en la decadencia irreparable del oriental. La rebelión de las armas no fue seguida de la rebelión de las conciencias. Nos rebelamos contra el poder político de España, y no advertimos que, junto con España, caímos en la dominación económica y moral de la raza que ha sido señora del mundo, desde que terminó la grandeza de España. Sacudimos un yugo para caer bajo otro nuevo. El movimiento de desplazamiento de que fuimos víctimas no se hubiese podido evitar, aunque lo hubiésemos comprendido a tiempo. Hay cierta fatalidad en el destino de los pueblos lo mismo que en el destino de los individuos; pero ahora que se inicia una nueva fase de la Historia, se hace necesario reconstituir nuestra ideología y organizar conforme a una nueva doctrina étnica toda nuestra vida continental. Comencemos entonces haciendo vida propia y ciencia propia. Si no se liberta primero el espíritu, jamás lograremos redimir la materia.”

“Nosotros no sostenemos que somos ni que llegaremos a ser la primera raza del mundo, la más ilustrada, la más fuerte y la más hermosa. Nuestro propósito es todavía más alto y más difícil que lograr una selección temporal. Nuestros valores están en potencia a tal punto, que nada somos aún. Sin embargo, la raza hebrea no era para los egipcios arrogantes otra cosa que una ruin casta de esclavos y de ella nació Jesucristo, el autor del mayor movimiento de la Historia; el que anunció el amor de todos los hombres. Este amor será uno de los dogmas fundamentales de la quinta raza, que ha de producirse en América. El cristianismo liberta y engendra vida, porque contiene revelación universal, no nacional; por eso tuvieron que rechazarlo los propios judíos, que no se decidieron a comulgar con gentiles. Pero la América es la patria de la gentilidad, la verdadera tierra de promisión cristiana. Si nuestra raza se muestra indigna de este suelo consagrado, si llega a faltarle el amor, se verá suplantada por pueblos más capaces de realizar la misión fatal de aquellas tierras; la misión de servir de asiento a una humanidad hecha de todas las naciones y todas las estirpes. La biótica que el progreso del mundo impone a la América de origen hispánico no es un credo rival que, frente al adversario, dice: te supero, o me basto, sino un ansia infinita de integración y de totalidad que por lo mismo invoca al Universo. La infinitud de su anhelo le asegura fuerza para combatir el credo exclusivista del bando enemigo y confianza en la victoria que siempre corresponde a los gentiles. El peligro más bien está en que nos ocurra a nosotros lo que a la mayoría de los hebreos, que por no hacerse gentiles perdieron la gracia originada en su seno. Así ocurriría si no sabemos ofrecer hogar y fraternidad a todos los hombres; entonces otro pueblo servirá de eje, alguna otra lengua será el vehículo; pero ya nadie puede contener la fusión de las gentes, la aparición de la quinta era del mundo, la era de la universalidad y el sentimiento cósmico… El cristianismo predicó el amor como base de las relaciones humanas, y ahora comienza a verse que sólo el amor es capaz de producir una Humanidad excelsa.”

Décadas han pasado, pero los ideólogos de la supremacía blanca, en los EE. UU. y hasta en ciertas mentes de Latinoamericanos, continúan aferrados a dogmas racistas (darwinismo social), completamente superados por los avances de la ciencia, particularmente en la genética y en la neurociencia. Como antídoto a la estupidez, el pensamiento temprano de Vasconcelos entrega a los latinoamericanos un motivo de orgullo, un destino manifiesto, el de portar en nuestra sangre, piel y conciencia a la humanidad del futuro. Esto no excusa ni hace olvidar los episodios tristes de la historia y cotidianidad en la que el mestizo -presumiendo blancura- ha irrespetado a las culturas étnicas de las que, a mucho orgullo, descendemos.

* Investigador y docente en temas de sociología y política social

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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